Ser Bicultural
Aunque el ser bicultural no es fácil, tiene muchos beneficios y es
entretenido. Para celebrar el Mes del Patrimonio
Hispano, te ofrecemos una historia muy bonita y verdadera de Daniella, una
amiga de Marisol.
El Cuento de Daniella
Yo escribo en inglés, sueño en español y discuto en
siciliano. Debido a que mis padres tienen diferentes culturas y
antecedentes étnicos me ha sido muy difícil definir mi identidad. Por ejemplo: mi mamá enriqueció mi vida con sus tradiciones chilenas y españolas. Me enseñó a hacer empanadas, a saborear el rico dulce de leche y la torta de piña. Mientras que mi papá me introdujo a las estrictas costumbres sicilianas.
Estoy orgullosa de ser norteamericana, chilena y
siciliana. Pero, no puedo decir que soy " únicamente " una de estas tres,
yo estoy convencida que soy la combinación de las tres, todas estas culturas
me han convertido en la persona que yo soy.
Me siento muy afortunada y grata de vivir en los Estados Unidos, y
por tener la habilidad de percibir la vida de diferentes maneras.
Siendo de la primera generación de nuestra familia que ha
vivido en los Estados Unidos tuve muchas oportunidades
de visitar Chile, el país de mi mamá.
Al visitar Chile tenía la impresión de haber llegado a mi hogar y
nunca quería regresar a los Estados Unidos. Me sentía encantada
con el lenguaje, música, comida y sobretodo con la gente, tan, tan
cariñosa.
Con los años, la cosa cambió; los viajes ya no eran iguales. Yo
parecía norteamericana, o así decían...y mi acento
norteamericano prevalecía. Al caminar por la calle, yo
sentía que sobresalía. Con solo una mirada la gente
sabía que yo era extranjera, especialmente, los muchachos.
De repente sentía que no me adaptaba, y no me sentía cómoda y
definitivamente
no era chilena.
Tampoco era fácil ser siciliana. Como nunca había
estado en Sicilia, era muy difícil para mí relacionarme,
totalmente, a la cultura Siciliana. Comprendía el
idioma y, mientras hacía las tareas , siempre tenía que pedir que bajaran la
música de Pavarotti o la famosa ópera. Crecí comiendo comidas sicilianas, todos los días. Pero, aún no me acostumbraba a muchas de las tradiciones,
tan raras y antiguas para mí.
La familia de mi mamá decía que yo parecía más
siciliana, mientras que la de mi papá decía lo
contrario. Mis ojos españoles, piel clara europea y
pelo oscuro y crespo, hacía difícil que las personas adivinaran mi herencia Muchos creían que yo era árabe. Y todas estas
opiniones me confundían más y más. Para mi no era fácil ver a dónde pertenecía.
Aún estando aquí en los Estados Unidos, tampoco me sentía
totalmente cómoda, porque mi familia está acostumbrada a
una manera de vivir muy diferente al de las familias de mis
amigas. El haber aprendido diferentes principios y recibido distintas
enseñanzas yo sentía que tampoco los Estados Unidos era mi hogar. ¿Pero,
entonces, dónde estaba mi hogar?
Aunque mis pensamientos y creencias no pueden representar
únicamente un sólo país, me siento afortunada de tener la habilidad de
percibir el mundo de manera distinta, a través, de mis ojos españoles.
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