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Irak será trascendental en la revolución democrática mundial

  
 

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Last updated: Tuesday, 18-Nov-2003 10:14:08 EST


 
  
Imagen de un mapa de Irak

Servicio noticioso desde Washington
10 de Noviembre del 2003

(Bush plantea su visión sobre el futuro de la libertad)

(comienza la transcripción)

Washington -- La democracia en Oriente Medio será el foco de la política exterior de Estados Unidos durante décadas por venir, dijo el presidente, y el "el establecimiento de un Irak libre en el corazón de Oriente Medio será un acontecimiento trascendental en la revolución democrática mundial".

Bush planteó su perspectiva sobre la democracia en Oriente Medio en un discurso que pronunció el 6 de noviembre en Washington en conmemoración del 20mo. aniversario de la Fundación Nacional pro Democracia.

El presidente dijo que el Islam, credo de una quinta parte de la humanidad, es compatible con el gobierno democrático, y que la democracia triunfa en numerosos países predominantemente musulmanes a causa de la fe, y no a pesar de ella. Citó como ejemplos a Turquía, Indonesia, Senegal, Albania, Níger y Sierra Leona destacó que los musulmanes son buenos ciudadanos en la India, Sudáfrica, Estados Unidos y en Europa Occidental.

"Más de la mitad de todos los musulmanes del mundo viven en libertad y bajo gobiernos constituidos democráticamente. Tuvieron éxito como sociedades democráticas, no a pesar de su credo, sino a causa de ello. Una religión que exige responsabilidad moral individual, y estimula el encuentro del individuo con Dios, es plenamente compatible con los derechos y responsabilidades del gobierno propio", dijo Bush.

A continuación una traducción extraoficial del discurso, tal cual fue preparado para su difusión:

(comienza el texto)

LA CASA BLANCA
Oficina del Secretario de Prensa
6 de noviembre de 2003

PALABRAS DEL PRESIDENTE EN EL 20mo. ANIVERSARIO DE LA FUNDACION
NACIONAL POR LA DEMOCRACIA

Cámara de Comercio de Estados Unidos
Washington, D.C.

EL PRESIDENTE: Muchas gracias a todos. Por favor, tomen asiento. Gracias por la cálida bienvenida, y gracias por invitarme a unirme a ustedes en este 20mo. aniversario de la Fundación Nacional por la Democracia. El personal y los directores de esta organización son testigos de una buena cantidad de historia en las últimas dos décadas, ustedes han sido parte de esa historia. Al hablar por la libertad y tomar partido por ella, ustedes han acrecentado las esperanzas de gentes de todo el mundo, y le han hecho un gran honor a Norteamérica.

Le agradezco a Vin su breve presentación. Soy una persona a la que le gustan las presentaciones breves. Y él no me defraudó. Pero, lo que es más importante, agradezco la invitación. Les agradezco a los miembros del Congreso que están aquí, a los senadores de ambos partidos políticos, a los miembros de la Cámara de Representantes de ambos partidos políticos. Les agradezco a los embajadores que están aquí. Les agradezco a los invitados que han venido. Agradezco el espíritu bipartidista, el espíritu no partidista de la Fundación Nacional por la Democracia. Me complace que republicanos, demócratas e independientes trabajen juntos para adelantar la libertad humana.

Las raíces de nuestra democracia pueden remontarse a Inglaterra y a su parlamento, y también lo pueden hacer así las raíces de esta organización. En junio de 1982 el presidente Ronald Reagan habló en el Palacio de Westminster y declaró que la historia había llegado al punto crucial. Argumentó que el comunismo soviético había fracasado, precisamente debido a que no respetó a su propio pueblo, su creatividad, su genio y sus derechos.

Dijo el presidente Reagan que el momento de la tiranía soviética estaba pasando, que la libertad tenía un impulso que no podía ser detenido. Le dio a esta organización su mandato: incrementar el impulso de la libertad en todo el mundo. El mandato de ustedes fue importante hace 20 años; hoy es igualmente importante.

Algunos críticos dejaron de lado ese discurso del presidente. De acuerdo con un editorial de la época, "Parece difícil ser un europeo refinado y, también, un admirador de Ronald Reagan". Algunos observadores de ambos lados del Atlántico declararon el discurso simplista e ingenuo, y hasta peligroso. De hecho, las palabras de Ronald Reagan fueron valientes y optimistas y totalmente correctas.

El gran movimiento democrático que el presidente Reagan describió ya estaba bien en marcha. A principios de la década de los 70, había en el mundo alrededor de 40 democracias. A mediados de esa década, Portugal, España y Grecia celebraron elecciones libres. Pronto hubo nuevas democracias en América Latina, y las instituciones libres se propagaban en Corea, en Taiwán y en el Asia Oriental. En esta misma semana, en 1989, hubo protestas en Berlín Oriental y en Leipzig. Para fines de ese año, todas las dictaduras comunistas de América Central se habían desplomado. En el curso del otro año, el gobierno sudafricano liberó a Nelson Mandela. Cuatro años después, fue elegido presidente de su país, pasando, como Walesa y Havel, de prisionero del estado a jefe del estado.

Al terminar el siglo XX, había en el mundo alrededor de 120 democracias -- y puedo asegurarles a ustedes que hay más en camino. Ronald Regan se sentiría complacido, y no se sentiría sorprendido.

Hemos sido testigos, en poco más de una generación, del más rápido avance de la libertad en la historia de 2.500 años de la democracia. Los historiadores del futuro ofrecerán sus propias explicaciones de por qué ocurrió esto. Pero ya conocemos algunas de las razones que citarán. No es por accidente que la aparición de tantas democracias haya tenido lugar en un momento en que la nación más influyente del mundo era ella misma una democracia.

Estados Unidos contrajo compromisos militares y morales en Europa y Asia, los cuales protegieron de la agresión a naciones libres y crearon las condiciones en que las nuevas democracias podían prosperar. Mientras les dimos seguridad a naciones enteras, también les dimos inspiración a los pueblos oprimidos. En campos de prisioneros, en reuniones de sindicatos obreros prohibidos, en iglesias clandestinas, hombres y mujeres sabían que no todo el mundo compartía su propia pesadilla. Sabían de por lo menos un lugar -- una tierra luminosa y esperanzada -- donde la libertad era valorada y asegurada. Y oraron para que Norteamérica no los olvidara ni olvidara su misión de promover la libertad en todo el mundo.

Los historiadores observarán que en muchas naciones el avance de los mercados y la libre empresa ayudó a crear una clase media que se sentía lo bastante confiada como para exigir sus propios derechos. Pondrán de relieve el papel de la tecnología al frustrar la censura y el control central, y los maravillará el poder que tienen las comunicaciones instantáneas para difundir la verdad, las noticias y el valor a través de las fronteras.

Los historiadores del futuro reflexionarán acerca de un hecho extraordinario, innegable: con el correr del tiempo, las naciones libres se volvieron más fuertes y las dictaduras se volvieron más débiles. A mediados del siglo XX, algunos imaginaban que la planificación central y la regimentación social eran un atajo al poderío nacional. De hecho, la prosperidad, la vitalidad social y el progreso tecnológico de un pueblo están determinados directamente por la extensión de su libertad. La libertad rinde honores a la creatividad humana y la desata, y la creatividad determina la fuerza y la riqueza de las naciones. La libertad es a la vez el plan divino para la humanidad y la mejor esperanza de progreso aquí en la tierra.

El avance de la libertad es una tendencia poderosa. Pero sabemos también que la libertad, si no se la defiende, puede perderse. El éxito de la libertad no lo determina alguna dialéctica de la historia. Por definición, el éxito de la libertad depende de las opciones y el valor de los pueblos libres, y de su voluntad de sacrificio. En las trincheras de la Primera Guerra Mundial, durante una guerra en dos frentes en la década de los 40, en las difíciles batallas de Corea y Vietnam, y en misiones de rescate y liberación en casi todos los continentes, los norteamericanos han exhibido ampliamente nuestra voluntad de sacrificarnos por la libertad.

Los sacrificios de los norteamericanos no siempre han sido reconocidos o agradecidos, pero han sido valiosos. Debido a que nosotros y nuestros aliados nos mantuvimos firmes, Alemania y Japón son naciones democráticas que ya no amenazan al mundo. Una situación de empate nuclear a nivel mundial con la Unión Soviética terminó pacíficamente, como terminó la Unión Soviética. Las naciones de Europa avanzan hacia la unidad, no divididas en campos armados y cayendo en el genocidio. Cada nación ha aprendido, o debería haber aprendido, una lección importante: la libertad es digna de luchar por ella, de morir por ella y de tomar partido por ella -- y el avance de la libertad conduce a la paz.

Y ahora debemos aplicar esa lección a nuestra propia época. Hemos llegado a otro gran punto crucial, y la resolución que mostraremos dará forma a la próxima etapa del movimiento democrático mundial.

Nuestro compromiso con la democracia se pone a prueba en países como Cuba, Birmania, Corea del Norte y Zimbabwe, avanzadas de la opresión en nuestro mundo. El pueblo de esas naciones viven en cautiverio, temor y silencio. Pero esos regímenes no pueden contener para siempre la libertad -- y, algún día, de los campos de prisioneros y las celdas de las prisiones, y desde el exilio, llegarán los líderes de las nuevas democracias. El comunismo, el militarismo y el imperio de los arbitrarios y corruptos son las reliquias de una era pasada. Y estaremos junto a esos pueblos oprimidos hasta el día en que llegue finalmente su libertad.

Nuestro compromiso con la democracia se pone a prueba en China. Esa nación tiene ahora con un pedazo, un fragmento de libertad. Pero el pueblo de China querrá finalmente su libertad pura e íntegra. China ha descubierto que la libertad económica lleva a la riqueza nacional. Los líderes de China descubrirán también que la libertad es indivisible, que la libertad social y religiosa es también esencial para la grandeza nacional y la dignidad nacional. Finalmente, los hombres y mujeres a quienes se permite controlar su propia riqueza, insistirán en controlar sus propias vidas y su propio país.

Nuestro compromiso con la democracia se pone también a prueba en el Oriente Medio, que es hoy el foco de mi atención y debe ser un foco de la atención de la política de Norteamérica durante las décadas por venir. En muchas naciones del Oriente Medio -- países de gran importancia estratégica -- la democracia no ha echado raíces todavía. Y surgen las preguntas: ¿están los pueblos del Oriente Medio, de alguna manera, fuera del alcance de la libertad? Millones de hombres, mujeres y niños, ¿están condenados por la historia o la cultura a vivir en el despotismo? ¿Solamente ellos nunca conocerán la libertad, y nunca tendrán una opción en ese asunto? Yo, por lo menos, no lo creo. Yo creo que cada persona tiene la capacidad y el derecho de ser libre.

Algunos escépticos de la democracia afirman que las tradiciones del Islam son inhóspitas para el gobierno representativo. Esta "actitud de superioridad cultural", como la calificó el presidente Reagan, tiene una larga historia. Después de que los japoneses se rindieron en 1945, un supuesto experto en cuestiones del Japón afirmó que la democracia, en ese ex imperio, "nunca funcionaría". Otro observador declaró que las perspectivas de la democracia en la Alemania posterior a Hitler eran, y cito "de lo más inciertas, en el mejor de los casos" -- hizo esta alegación en 1957. Hace setenta y cuatro años, The Sunday London Times declaró que nueve décimas partes de la población de la India eran "analfabetos a quienes les importa un bledo la política". Pero cuando la democracia india se vio en peligro en la década de los 70, el pueblo indio demostró su compromiso con la libertad en un referéndum que salvó su forma de gobierno.

Una y otra vez los observadores se han preguntado si este país, o ese pueblo, o este grupo están "listos" para la democracia, como si la libertad fuera un premio que se gana satisfaciendo nuestras propias normas occidentales de progreso. De hecho, la labor diaria de la democracia misma es el camino del progreso. Enseña cooperación, el libre intercambio de ideas y la solución pacífica de diferencias. Como lo demuestran hombres y mujeres desde Bangladesh a Botswana y Mongolia, es la práctica de la democracia lo que hace que una nación esté lista para la democracia, y cada nación puede emprender su propio camino.

Debe ser evidente para todos que el Islam -- credo de una quinta parte de la humanidad -- está de acuerdo con el régimen democrático. El progreso democrático se encuentra en muchos países predominantemente musulmanes -- en Turquía e Indonesia, en Senegal y Albania, en Níger y Sierra Leona. Hombres y mujeres musulmanes son buenos ciudadanos de la India y Sudáfrica, de las naciones de Europa Occidental y de los Estados Unidos de América.

Más de la mitad de todos los musulmanes del mundo viven en libertad y bajo gobiernos constituidos democráticamente. Tuvieron éxito como sociedades democráticas, no a pesar de su credo, sino a causa de ello. Una religión que exige responsabilidad moral individual, y estimula el encuentro del individuo con Dios, es plenamente compatible con los derechos y responsabilidades del gobierno propio.

Pero hoy hay un gran reto en el Oriente Medio. En palabras de un informe reciente hecho por estudiosos árabes, la oleada mundial de la democracia, y cito, "apenas si ha llegado hasta los estados árabes". Y siguen diciendo: "Este déficit de libertad socava el desarrollo humano y es una de las manifestaciones más dolorosas del desarrollo político retrasado". El déficit de libertad que describen tiene consecuencias terribles para el pueblo del Oriente Medio y para el mundo. En muchos países del Oriente Medio la pobreza es profunda y se expande, las mujeres carecen de derechos y se les niega la educación escolar. Sociedades enteras permanecen estancadas mientras el mundo se mueve hacia adelante. Estas no son fallas de una cultura o una religión. Estas son fallas de doctrinas políticas y económicas.

Al terminar la era colonial se establecieron numerosas dictaduras militares en el Oriente Medio. Algunos gobernantes adoptaron los dogmas del socialismo, ejercieron control absoluto sobre los partidos políticos, medios de información y universidades. Se aliaron con el bloque soviético y con el terrorismo internacional. Los dictadores de Irak y Siria prometieron la restauración del honor nacional, el retorno de las glorias antiguas. En cambio, han dejado un legado de tortura, opresión, miseria y ruina.

Otros hombres, y grupos de hombres, han adquirido influencia en el Oriente Medio y más allá a través de una ideología de terror teocrático. Detrás de su lenguaje de religión se esconde la ambición del poder político absoluto. Camarillas gobernantes como el Talibán muestran su versión de piedad religiosa con la flagelación pública de las mujeres, la supresión despiadada de cualquier diferencia o disentimiento y el apoyo a los terroristas que se arman y entrenan para asesinar a inocentes. El Talibán prometió restaurar la pureza religiosa y el orgullo nacional. En cambio, al destruir sistemáticamente una sociedad orgullosa y trabajadora, ha dejado tras de sí el sufrimiento y el hambre.

Muchos gobiernos de Oriente Medio comprenden ahora que la dictadura militar y el gobierno teocrático son vías que conducen directamente y sin tropiezos a la nada. Pero algunos de ellos todavía se aferran a los viejos hábitos de control central. Hay gobiernos que siguen temiendo y reprimiendo el pensamiento y la creatividad independientes y la empresa privada, cualidades humanas que forjan sociedades fuertes que prosperan. Aun cuando estos países tienen vastos recursos naturales, no respetan o explotan sus más valiosos recursos: el talento y la energía de los hombres y las mujeres que trabajan y viven en libertad.

En vez de perder el tiempo recordando los errores pasados o acusando a otros, los gobiernos de Oriente Medio necesitan hacer frente a problemas reales y ponerse al servicio de los verdaderos intereses de sus países. El capaz y buen pueblo de Oriente Medio merece dirigentes responsables. Durante demasiado tiempo, muchas personas de esa región han sido víctimas y han estado subyugadas; merecen ser ciudadanos activos.

Los gobiernos de Oriente Medio y Africa del Norte están empezando a percatarse de la necesidad del cambio. Marruecos tiene un nuevo y diverso parlamento: el rey Mohammed le ha instado a extender los derechos a las mujeres. Así es como Su Majestad explicó sus reformas al parlamento: "¿Cómo puede una sociedad lograr el progreso mientras las mujeres, que representan la mitad del país, ven sus derechos conculcados y sufren como resultado de la injusticia, la violencia y la marginalización, pese a la dignidad y la justicia que les otorga nuestra gloriosa religión?" El rey de Marruecos está en lo cierto: el futuro de los países musulmanes será mejor para todos con la plena participación de la mujer.

En Bahrein, el año pasado, los ciudadanos eligieron a su propio parlamento por primera vez en casi treinta años. Omán ha concedido el derecho al voto a todos los ciudadanos adultos; Qatar tiene una nueva constitución; Yemen tiene un régimen político de múltiples partidos; Kuwait ha elegido por sufragio directo una asamblea nacional, y Jordania celebró elecciones históricas este verano. Encuestas realizadas recientemente en países árabes revelan un amplio apoyo al pluralismo político, el estado de derecho y la libertad de expresión. Estos son los vientos de la democracia del Oriente Medio y llevan consigo la promesa de cambios más profundos por venir.

A medida que vayan llegando los cambios a la región del Oriente Medio, los que están en el poder se deben preguntar si serán recordados por oponer resistencia a la reforma o por ser sus paladines. En Irán, el clamor por la democracia es firme y amplio, como vimos el mes pasado cuando millares de personas se congregaron para dar la bienvenida a Shirin Ebadi, galardonada con el premio Nobel de la Paz. El régimen de Teherán debe atender a las demandas democráticas del pueblo iraní o perder su última pretensión de legitimidad.

Para el pueblo palestino, la única vía a la independencia, la dignidad y el progreso es la vía de la democracia. Los dirigentes palestinos que bloquean y socavan la reforma democrática, atizan el odio y alientan la violencia no son en absoluto líderes. Son el principal obstáculo a la paz y al éxito del pueblo palestino.

El gobierno de Arabia Saudita está dando los primeros pasos hacia la reforma, incluso ha adoptado un plan para la introducción gradual de elecciones. Al dar al pueblo saudita un mayor papel en su propia sociedad, el gobierno saudí puede demostrar auténtico liderazgo en la región.

El orgulloso y gran país de Egipto ya ha mostrado el camino hacia la paz en el Oriente Medio y ahora debe mostrar el camino hacia la democracia en el Oriente Medio. Adalid de la democracia en la región, entiende que la democracia no es perfecta, no es el camino a la utopía, pero es el único camino al éxito y la dignidad nacionales

.

Al mismo tiempo que observamos y alentamos las reformas en la región, estamos conscientes de que modernización no es lo mismo que occidentalización. Los gobiernos representativos de Oriente Medio serán un reflejo de su propia cultura. No serán, ni deben ser, como nosotros. Los países democráticos pueden ser monarquías constitucionales, repúblicas federales o regímenes parlamentarios. Las democracias funcionales siempre necesitan tiempo para desarrollarse, como lo necesitó la nuestra. Estamos embarcados en un viaje de 200 años hacia la inclusión y la justicia, y esto nos hace ser pacientes y comprensivos con otros países que se encuentran en distintas etapas de este viaje.

Existen, no obstante, principios esenciales comunes a toda sociedad de éxito en cada cultura. Las sociedades con éxito limitan el poder del estado y el poder de las fuerzas armadas, de manera que los gobiernos responden a la voluntad del pueblo y no a la voluntad de una clase selecta. Las sociedades de éxito protegen la libertad con el sistemático e imparcial imperio de la ley, en vez de aplicar la ley de manera selectiva para castigar a los adversarios políticos. Las sociedades de éxito dan cabida a las instituciones cívicas vigorosas, a los partidos políticos, a los sindicatos, a la prensa y otros medios de comunicación independientes. Las sociedades de éxito garantizan la libertad de religión, la libertad de servir y honrar a Dios sin temor a ser perseguidos. Las sociedades de éxito privatizan sus economías y protegen los derechos de propiedad. Prohíben y castigan la corrupción oficial e invierten en la salud y educación de su pueblo. Reconocen los derechos de la mujer. Y en vez de dirigir el odio y el resentimiento contra otros, las sociedades de éxito apelan a las esperanzas de su propio pueblo.

Estos principios esenciales se están aplicando en los países de Afganistán e Irak. Con el firme liderazgo del presidente Karzai, el pueblo de Afganistán está estableciendo un gobierno moderno y pacífico. El mes que viene 500 delegados se constituirán en asamblea nacional en Kabul para aprobar una nueva constitución de Afganistán. Con arreglo al borrador propuesto se establecerá un parlamento bicameral, se convocarán elecciones nacionales para el próximo año y se reconocerá la identidad musulmana de Afganistán, al mismo tiempo que se protegerán los derechos de todos los ciudadanos. Afganistán se enfrenta a dificultades económicas y de seguridad continuas. Hará frente a estas dificultades como democracia libre y estable.

En Irak, la Autoridad Provisional de la coalición y el Consejo de Gobierno iraquí también están trabajando juntos para establecer una democracia, y después de treinta años de tiranía, ésta no es labor fácil. El antiguo dictador gobernaba por el terror y la traición y dejó hábitos muy arraigados de temor y desconfianza. Los restos de su régimen, con ayuda de terroristas extranjeros que se han unido a ellos, continúan su batalla contra el orden y contra la civilización. Nuestra coalición está respondiendo a los últimos ataques con incursiones de precisión, dirigidas con ayuda de información confidencial facilitada por los mismos iraquíes. También estamos trabajando en estrecha colaboración con ciudadanos iraquíes mientras elaboran una constitución, preparan el camino a la convocación de elecciones libres y asumen cada vez más responsabilidades por sus propios asuntos. Como en la defensa de Grecia en 1947 y más tarde en el puente aéreo de Berlín, la fuerza y la voluntad de los pueblos libres están ahora atravesando una prueba ante un mundo que tiene los ojos puestos en ellos. Y superaremos esta prueba.

Asegurar la democracia en Irak es trabajo de muchas manos. Las fuerzas estadounidenses y de la coalición están sacrificándose por la paz de Irak y por la seguridad de los países libres. Los trabajadores de los organismos de ayuda de muchos países están haciendo frente al peligro para ayudar al pueblo iraquí. La Fundación Nacional por Democracia está promoviendo los derechos de la mujer, preparando a periodistas iraquíes y enseñando las aptitudes de participación política. Los iraquíes mismos -- la policía, los guardas de fronteras y los funcionarios locales-es están uniendo en el trabajo y están compartiendo el sacrificio.

Esta es una empresa inmensa y difícil que merece nuestro esfuerzo, merece nuestro sacrificio porque sabemos lo que está en juego. El fracaso de la democracia iraquí envalentonaría a los terroristas de todo el mundo, aumentaría los peligros que corre el pueblo estadounidense y haría que se desvanecieran las esperanzas de millones de personas en la región. La democracia iraquí triunfará, y ese triunfo llevará la noticia, desde Damasco a Teherán, de que la libertad puede ser el futuro de cada país. El establecimiento de un Irak libre en el corazón del Oriente Medio será un acontecimiento trascendental en la revolución democrática mundial.

Los sesenta años que llevan los países occidentales justificando y aceptando la falta de libertad en el Oriente Medio no han servido de nada para mejorar nuestra seguridad, porque a la larga la estabilidad no se puede comprar a expensas de la libertad. Mientras el Oriente Medio siga siendo un lugar en el que no florece la libertad, seguirá siendo un lugar de estancamiento, resentimiento y violencia lista para la exportación. Y con la proliferación de las armas que pueden causar daños catastróficos a nuestro país y a nuestros amigos, sería imprudente aceptar el status quo.

Por consiguiente, Estados Unidos ha adoptado una nueva política, una estrategia dinámica de libertad en el Oriente Medio. Esa estrategia requiere la misma persistencia y energía e idealismo que hemos demostrado antes. Y producirá los mismos resultados. Al igual que en Europa, que en Asia e igual que en cualquier otra región del mundo, el avance de la libertad conduce a la paz.

El avance de la libertad es la vocación de nuestro tiempo; es la vocación de nuestro país. De los Catorce Puntos de Wilson al discurso de Reagan en Westminster, pasando por las Cuatro Libertades de Roosevelt, Estados Unidos ha puesto su fuerza al servicio del principio. Creemos que la libertad es el designio de la naturaleza; creemos que la libertad es la dirección de la historia. Creemos que la excelencia y la realización de las aspiraciones humanas están en el ejercicio responsable de la libertad. Y creemos que la libertad, la libertad que valoramos, no es para nosotros solos, es el derecho y la capacidad de toda la humanidad.

Trabajar por la propagación de la libertad puede ser una tarea ardua. Sin embargo, Estados Unidos ha llevado a buen término tareas arduas antes. Nuestro país es fuerte; tenemos temple de acero. Y no estamos solos. Libertad es hallar aliados en cada país; la libertad encuentra aliados en cada cultura. Y al hacer frente al terror y la violencia del mundo, podemos estar seguros de que el autor de la libertad no es indiferente al destino de la libertad.

Con todas las pruebas y todas las dificultades de nuestra era, esta es, por encima de todo, la era de la libertad. Cada uno de ustedes en esta Fundación está plenamente comprometido a la gran causa de la libertad. Y yo se lo agradezco. Que Dios bendiga su trabajo. Y que Dios siga bendiciendo a los Estados Unidos de América.

(El Servicio Noticioso desde Washington es un producto de la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://usinfo.state.gov/espanol/)

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