Información general
Este sumario informativo sobre el tratamiento del cáncer es un compendio
que abarca el pronóstico, diagnóstico, clasificación y tratamiento del cáncer del hígado infantil.
El Instituto Nacional del Cáncer provee los sumarios de tratamiento con información oncológica pediátrica del PDQ como un servicio público para aumentar el grado de accesibilidad de información con base científica entre el personal sanitario, pacientes y el público en general. Estos sumarios son periódicamente actualizados conforme a las más recientes investigaciones y descubrimientos publicados en la literatura especializada por un Consejo Editorial conformado por especialistas en oncología y pediatría. La información contenida en este enlace está en inglés. El cáncer es poco común en los niños y adolescentes, y estos deben ser siempre
referidos a centros médicos que cuenten con un personal médico multidisciplinario
de especialistas en cáncer con amplia experiencia en el tratamiento de los
cánceres que aparecen durante la niñez y la adolescencia. Dicho personal debe
contar con la pericia del médico de cabecera, subespecialistas en cirugía
pediátrica, radioterapeuta, oncólogos y hematólogos pediatras, especialistas en
rehabilitación, especialistas en enfermería pediátrica, trabajadores sociales y
otros, con el fin de asegurarse de que los pacientes reciban el tratamiento,
apoyo terapéutico y rehabilitación que determinen una calidad de vida y una
supervivencia óptima. Para obtener información específica sobre el Cuidado médico de apoyo para niños y adolescentes con cáncer, consultar los sumarios del PDQ sobre este tópico.
Las pautas para los centros de cáncer pediátrico y su función en el tratamiento de los pacientes pediátricos con cáncer han sido delineadas por la Asociación Estadounidense de Pediatría.[1] En estos centros pediátricos para el tratamiento del cáncer, se cuenta con ensayos clínicos para la mayoría de los tipos de cáncer que afectan a niños y adolescentes, y se ofrece la posibilidad de participar en estos ensayos a la mayoría de los pacientes y sus familiares. Los ensayos clínicos diseñados para niños y adolescentes con cáncer generalmente comparan un tratamiento potencialmente mejor con el tratamiento actualmente aceptado como estándar. Gran parte del avance en la identificación de terapias curativas para los cánceres infantiles se ha logrado a través de ensayos clínicos. Para mayor información en sobre ensayos clínicos en curso, consultar el portal de Internet del NCI, Cancer.gov.
(Nota: La información contenida en este enlace solo está disponible en inglés).
El cáncer hepático, una neoplasia maligna poco común en niños y adolescentes, se
divide en dos grandes subgrupos histológicos: hepatoblastoma y carcinoma
hepatocelular. La edad de inicio del cáncer hepático en niños está relacionada
con la histología del tumor. El hepatoblastoma ocurre generalmente antes de los 3
años de edad, mientras que la incidencia del carcinoma hepatocelular en los
Estados Unidos varía poco con la edad entre 0 y 19 años de edad.[2] La tasa de
supervivencia general de los niños con hepatoblastoma es 70% [3-5] pero para los
que tienen carcinoma hepatocelular es solamente 25%.[6]
La mayoría de los pacientes sobrevive a la extracción de un hepatoblastoma que ha
sido extraído por completo, pero sólo una minoría de los pacientes tiene lesiones
receptivas a una resección completa en el momento del diagnóstico. La
imposibilidad de extraer completamente el tumor primario o la presencia de
enfermedad metastásica se relaciona con un resultado precario.
El hepatoblastoma suele ser unifocal, mientras que el carcinoma hepatocelular con
frecuencia es ampliamente invasor o multicéntrico. Por lo tanto, la resección es
posible con más frecuencia en el hepatoblastoma que en el carcinoma
hepatocelular, en el cual menos del 30% es resecable.[7]
La mayoría de los pacientes con hepatoblastoma o con carcinoma hepatocelular
tiene un marcador tumoral sérico, alfa-fetoproteína, que refleja en forma
paralela la actividad de la enfermedad. La falta de disminución significativa en
los niveles de alfa-fetoproteína con el tratamiento puede predecir una mala
respuesta a la terapia.[8] La ausencia de alfa-fetoproteína elevada puede ser
un signo pronóstico precario en el hepatoblastoma, ya que está relacionado con la
variante histológica de célula pequeña (anaplásica), que responde de forma muy
precaria a la terapia. Ocasionalmente los hepatoblastomas producen gonadotropina
coriónica β-humana que produce como resultado la precocidad isosexual. La
osteopenia severa es común.
El hepatoblastoma es parte de la constelación de hallazgos relacionados con el
síndrome de Beckwith-Wiedemann.[9] En muchos hepatoblastomas ocurre una pérdida
del alelo maternal en el 11p15,5 familiar del locus del síndrome de Beckwith-Wiedemann. Así que la anomalía genética que da como resultado el síndrome de
Beckwith-Wiedemann podría estar directamente involucrada en algunos casos en la
patogénesis del hepatoblastoma y la impresión podría desempeñar un papel.[10,11]
Alrededor de 2% de los niños que padecen de hepatoblastoma tienen
hemihipertrofia.[12] Menos del 1% de los niños con hemihipertrofía presentan un
aumento en el riesgo de desarrollar hepatoblastoma durante los primeros años de
vida.[13] Existe además una relación clara entre el hepatoblastoma y la
poliposis adenomatosa familiar (FAP, por sus siglas en inglés), por lo que los niños de
familias portadoras del gen FAP corren un riesgo mayor de padecer un
hepatoblastoma, aunque éste ocurre en menos del 1% de los miembros de la familia
que tiene FAP.[14-16] Los hepatoblastomas infantiles frecuentemente tienen
mutaciones en el gen β-catenin, el cual tiene una función muy relacionada al
FAP.[17] También se ha informado de la existencia de una relación entre los
niños de peso bajo al nacer y los hepatoblastomas.[18,19]
El carcinoma hepatocelular está relacionado con la infección de la hepatitis B y
C,[20,21] especialmente en niños que adquirieron el virus en el periodo
perinatal. Por eso la inmunización general contra la hepatitis B podría
disminuir la incidencia del carcinoma hepatocelular.[22] El período de incubación
entre la infección del virus de la hepatitis y la génesis del carcinoma
hepatocelular, es extremadamente corto en algunos niños que han adquirido el
virus en el período perinatal, en comparación con el de los adultos. En el
carcinoma hepatocelular infantil ocurren mutaciones en el gen del factor de
crecimiento Met/hepatocito y éstas podrían ser el mecanismo que da como resultado
el período más corto de incubación.[23] En los niños se relacionan varios tipos
específicos de cirrosis y lesiones no virales del hígado con el carcinoma
hepatocelular: tirosinemia, cirrosis biliar y deficiencia de alfa-1-antitripsina.
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