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La nutrición en el tratamiento del cáncer (PDQ®)
Versión PacienteVersión Profesional De SaludIn EnglishActualizado: 08/23/2004




Descripción






Efectos inducidos por el tumor en el estado nutricional






Implicaciones para la nutrición de los tratamientos contra el cáncer






Tratamiento nutricional






Otras cuestiones de nutrición






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Modificaciones a este sumario (08/23/2004)






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Descripción

La nutrición desempeña funciones importantes (pero no siempre comprendidas completamente) en muchos aspectos de la evolución y el tratamiento del cáncer. De las muertes relacionadas con el cáncer, 20% a 40% resulta del estado de nutrición en lugar de la enfermedad misma.[1] En personas diagnosticadas con cáncer, los factores que repercuten en el bienestar nutricional son variables y el monitoreo continuo es esencial a fin de evitar o revertir las complicaciones que resultan de un estado de agotamiento.[2] Las prácticas nutricionales óptimas pueden contribuir a mantener el peso y las reservas nutricionales del cuerpo en pacientes de cáncer, con lo cual se mitigan las náuseas o el estreñimiento y se mejora la calidad de vida.[3] Las prácticas de nutrición deficientes, las cuales producen malnutrición, contribuyen a la incidencia y gravedad de los efectos secundarios del tratamiento y aumentan el riesgo de infección, con lo cual se reducen las posibilidades de supervivencia.[4] En consecuencia, las prácticas alimentarias de las personas diagnosticadas con cáncer deben evaluarse en todo el proceso continuo de la atención a fin de reflejar las metas cambiantes de la terapia nutricional.

La progresión natural de la enfermedad neoplásica suele amenazar el estado de nutrición. (Consultar la sección Efectos inducidos por el tumor en el estado de nutrición). Las alteraciones del estado de nutrición comienzan al momento del diagnóstico, cuando los temas psicosociales pueden también incidir negativamente en la ingesta alimentaria, y perduran durante el tratamiento y la recuperación. La malnutrición proteico-calórica (MPC) es el diagnóstico secundario más común en personas que ya han sido diagnosticadas con cáncer, a raíz del consumo inadecuado de carbohidratos, proteínas y lípidos para satisfacer las necesidades metabólicas o la absorción reducida de macronutrientes. La MPC en el cáncer resulta de múltiples factores a menudo relacionados con la anorexia, la caquexia y la sensación de saciedad temprana que suelen padecer las personas con cáncer. Estos factores oscilan entre gustos modificados e incapacidad física para el consumo o la digestión de alimentos, con lo cual se reduce el consumo de nutrientes. Las anomalías inducidas por el cáncer en el metabolismo de los principales nutrientes también aumenta la incidencia de la MPC. Dichas anomalías incluyen intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina, lipólisis aumentada y mayor rotación de proteínas de cuerpo entero.

Si no se trata, la MPC puede producir emaciación progresiva, debilidad y reducción de la síntesis de proteínas y la pérdida de la masa corporal delgada, con lo cual se puede producir la muerte.[5] Las personas malnutridas también se enfrentan al riesgo de función inmune comprometida, dado el agotamiento de los linfocitos y otras células así como la producción disminuida de factores relacionados con la inmunidad.[1]

La anorexia y pérdida del apetito, se presenta habitualmente en 15% a 25% de todos los pacientes con cáncer al momento del diagnóstico y puede ocurrir también como un efecto secundario de los tratamientos. La anorexia es un efecto secundario casi universal en personas con enfermedad metastásica generalizada [6,7] dada las alteraciones fisiológicas en el metabolismo durante la carcinogénesis. (Consultar la sección Efectos inducidos por el tumor en el estado de nutrición). La anorexia puede exacerbarse por los efectos secundarios de la quimioterapia y la radioterapia como cambios en el gusto y el olfato, náuseas y vómitos. Los procedimientos quirúrgicos, incluida la esofagectomía y la gastrectomía, pueden producir saciedad temprana, una sensación prematura de llenura.[8] La depresión, la pérdida de los intereses personales o la esperanza, y la ansiedad pueden ser suficientes para producir la anorexia y resultar en MPC.[2] Otros efectos sistémicos o locales del cáncer o su tratamiento que pueden afectar el estado de nutrición lo son el hipermetabolismo, la sepsis, la malaabsorpción y las obstrucciones.[5]

La anorexia puede acelerar el curso de la caquexia, un síndrome de emaciación progresiva,[8] que se manifiesta con debilidad y una pérdida marcada y progresiva del peso corporal, grasa y músculos. Se estima que la caquexia es la causa inmediata de muerte en 20% a 40% de los pacientes de cáncer; puede presentarse en personas que aparentemente comen cantidades adecuadas de calorías y proteínas pero absorben incorrectamente los nutrientes debido a la enfermedad. Pacientes con enfermedades del tracto gastrointestinal están especialmente en riesgo.

La etiología de la caquexia del cáncer no es comprendida plenamente. La caquexia puede manifestarse en personas con cáncer metastásico así como en personas con enfermedad localizada. Aparentemente no se relaciona con el tamaño, el tipo o el grado del tumor. Varias teorías indican que la caquexia es provocada por una combinación compleja de variables, incluidos los factores producidos por el tumor y anomalías metabólicas.[7] La tasa metabólica basal en individuos caquéxicos no es adaptiva, es decir, puede aumentar, disminuir o permanecer normal.[9] Algunas personas responden al tratamiento nutricional, pero la mayoría no verá una reversión completa del síndrome, incluso con tratamiento agresivo.[4] De este modo, el método más prudente y conveniente es la prevención de su inicio mediante el monitoreo y la intervención de la nutrición.[1]

Citas de referencia en algunos sumarios del PDQ de información sobre Medidas de Sostén pueden incluir enlaces a sitios Web externos que son operados por personas u organizaciones con el propósito de comercializar o promover el uso de tratamientos o productos específicos. Estas citas de referencia se incluyen para fines informativos solamente. Su inclusión no debe tomarse como aval del contenido de los sitios Web o de ningún tratamiento o producto por parte del Consejo Editorial sobre el cuidado médico de apoyo del PDQ o el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés).

Bibliografía

  1. Zeman FJ: Nutrition and cancer. In: Zeman FJ: Clinical Nutrition and Dietetics. 2nd ed. New York, NY: Macmillan Pub . Co, 1991, pp 571-98. 

  2. Ross BT: Cancer's impact on the nutrition status of patients. In: Bloch AS: Nutrition Management of the Cancer Patient. Rockville, Md: Aspen Publishers, 1990, pp 11-3. 

  3. American Cancer Society.: Nutrition for the Person with Cancer: A Guide for Patients and Families. Atlanta, Ga: American Cancer Society, Inc., 2000. 

  4. Vigano A, Watanabe S, Bruera E: Anorexia and cachexia in advanced cancer patients. Cancer Surv 21: 99-115, 1994.  [PUBMED Abstract]

  5. Shils ME: Nutrition and diet in cancer management. In: Shils ME, Olson JA, Shike M, et al., eds.: Modern Nutrition in Health and Disease. 9th ed. Baltimore, Md: Williams & Wilkins, 1999, pp 1317-47. 

  6. Langstein HN, Norton JA: Mechanisms of cancer cachexia. Hematol Oncol Clin North Am 5 (1): 103-23, 1991.  [PUBMED Abstract]

  7. Tisdale MJ: Cancer cachexia. Anticancer Drugs 4 (2): 115-25, 1993.  [PUBMED Abstract]

  8. Shils ME: Nutrition needs of cancer patients. In: Bloch AS: Nutrition Management of the Cancer Patient. Rockville, Md: Aspen Publishers, 1990, pp 3-10. 

  9. Ottery FD: Cancer cachexia: prevention, early diagnosis, and management. Cancer Pract 2 (2): 123-31, 1994 Mar-Apr.  [PUBMED Abstract]

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