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Office of the Press Secretary
27 de mayo de 2002
DECLARACIONES DEL PRESIDENTE EN EL DÍA DE LA RECORDACIÓN DE LOS SOLDADOS CAÍDOS
Cementerio Estadounidense de Normandía
Colleville-Sur-Mer, Francia
2:20 P.M. (Local)
PRESIDENTE BUSH: Sr. Presidente y Sra. Chirac; Secretario Powell y
Secretario Principi; miembros del Congreso de los Estados Unidos; miembros
de los Servicios Armados estadounidenses; veteranos; familiares;
conciudadanos; y amigos: Nos hemos reunido en este rincón silencioso de
Francia al salir el sol durante el Día de los Soldados Caídos en los
Estados Unidos de Norteamérica. Este es un día que nuestro país ha
designado para recordar lo que se ganó en nuestras guerras y todo lo que se
perdió.
Nuestras guerras nos han ganado cada hora que vivimos en libertad.
Nuestras guerras nos han quitado a los hombres y mujeres que honramos hoy y
todas las horas de las vidas que esperaban vivir.
Este día de recordación fue designado por primera vez para recordar
las terribles bajas de la guerra que los estadounidenses lucharon unos
contra los otros. Durante las casi 14 décadas desde entonces, las batallas
de nuestro país han sido lejos. Algunas de las más feroces de esas
batallas, las pérdidas más duras, y las victorias más grandiosas, fueron
acá en el continente de Europa.
Y en todas esas victorias, los soldados estadounidenses vinieron a
liberar, no a conquistar. El único terreno que podemos reclamar como
nuestro son los lugares de descanso de nuestros hombres y mujeres.
Más de 9,000 están enterrados acá y ese número, multiplicado varias
veces ha - de soldados caídos que yacen en nuestros cementerios por toda
Europa y Estados Unidos. Desde lejos, al examinar fila tras fila de
lápidas, vemos la escala y el heroísmo y el sacrificio de los jóvenes.
Pensamos sobre las unidades que sufrieron bajas, hombres derribados al
cruzar una playa o tomar una colina o asegurar un puente. Pensamos sobre
los muchos cientos de marineros que perdieron sus barcos.
El corresponsal de guerra, Ernie Pyle, contó sobre un oficial
británico que cruzó el campo de batalla justo después de concluir la
violencia. Al ver los cuerpos de los muchachos estadounidenses
desperdigados por todas partes, dijo el oficial, en una especie de elogio
silenciosa para sí solamente, "Hombres valientes, hombres valientes".
Todos los que acuden a un lugar como este sienten la enormidad de la
pérdida. Sin embargo, para muchos, existe una lápida que parece estar sola
- vienen en busca de esa cruz única, esa Estrella de David sola, ese nombre
único. Detrás de cada tumba del soldado caído hay un relato de la
aflicción que sintió una esposa, una madre, un niño, una familia o un
pueblo.
Un huérfano de la Segunda Guerra Mundial ha descrito la vida de su
familia después que su padre fue muerto en un campo en Alemania. "Mi
madre", dijo, "había perdido todo lo que estaba aguardando. Perdió sus
sueños. Había muchísimos manteles perfectos de lino en nuestra casa que
nunca se usaron, tantas cosas que se guardaron para un futuro que nunca
habría de ser".
Cada persona enterrada acá entendía su deber, pero también soñaba en
volver a casa, a la gente y las cosas que conocía. Cada una tenía planes y
esperanzas propias y renunció a ellas para siempre cuando murió.
Llegará el día en que no quedará nadie que los conozca, cuando ningún
visitante a este cementerio podrá pararse ante una tumba recordando un
rostro y una voz. Nunca llegará el día en que Estados Unidos los olvide.
Y nuestra nación y el mundo siempre recordarán lo que hicieron acá y lo que
dieron acá por el futuro de la humanidad.
Al llegar el amanecer durante la invasión, un niñito en una villa
cerca de Gold Beach le dijo a su madre, "Mira, el mar está negro con los
botes". Se extendían ante ellos y más allá del horizonte más de 5,000
buques y barcazas de desembarque. En los cielos había unos 12,000 aviones
enviados el primer día de Operation Overlord. La Batalla de Normandía
duraría muchos días, pero el 6 de junio de 1944 fue el día crucial.
El difunto Presidente, Francois Mitterrand, dijo que nada en la
historia se compara con el Día D. "El 6 de junio", observó, "marcó la hora
en que la historia se inclinó hacia el campo de la libertad". Antes del
amanecer, los primeros soldados paracaidistas ya se habían lanzado tierra
adentro. Un grupo de mujeres francesas cuenta un relato sobre cuando
encontraron estadounidenses a quienes imploraron que no se fueran. Un
paracaidista dijo, "No nos vamos. Si es necesario, este será el lugar
donde moriremos".
En una de las mayores muestras de valor de la historia, las unidades
en tierra de los Army Rangers escalaron barrancos directamente bajo fuego,
sin rendirse jamás aún cuando sus compañeros morían todo a su alrededor.
Cuando llegaron a la cima, los Rangers comunicaron por radio el código para
el éxito: "Alabado sea el Señor".
Sólo un hombre que estuvo acá que se apresuró a salir de una barcaza
de desembarque tiene idea de cómo fue. Para toda la fuerza liberadora,
sólo existía el terreno frente a ellos, mas no albergue ni la posibilidad
de retirarse. Fueron parte del mayor aterrizaje anfibio de la historia y
quizá la única gran batalla en la cual los heridos fueron llevados hacia
adelante. Los sobrevivientes recuerdan ver a un capellán católico, el
Padre Joe Lacey, levantar a hombres moribundos del agua y consolarlos y
rezar con ellos. El soldado raso Jimmy Hall fue visto cargando el cuerpo
de su hermano, Johnny, a la vez que decía, "No puede, no puede estar
muerto. Le prometí a Mamá que lo cuidaría".
Tales fueron las dimensiones de la Batalla de Normandía. Treinta y
ocho pares de hermanos murieron durante la liberación, entre ellos Bedford
y Raymond Hoback de Virginia, ambos de los cuales cayeron en el Día D. El
cuerpo de Raymond nunca se encontró. Todo lo que dejó detrás fue su
Biblia, la cual fue descubierta en la arena. Su madre pidió que Bedford
fuese enterrado acá también, en el lugar en que se perdió a Raymond, para
que sus hijos siempre estuviesen juntos.
El Día de Recordación, Estados Unidos rinde tributo a los suyos. Sin
embargo, también recordamos a todos los valientes jóvenes de muchos países
aliados, entre ellos Francia, quienes compartieron la lucha y el
sufrimiento acá. Recordamos a los hombres y mujeres que sirvieron y
murieron de lado de los estadounidenses en tantas batallas terribles en
este continente y más allá.
Las palabras sólo captan parte de la aflicción y el sentimiento de
pérdida de las familias de aquellos que murieron en todas nuestras guerras.
Para las familias militares en los Estados Unidos y en Europa, el dolor es
reciente con las pérdidas que hemos sufrido en Afganistán. Pueden saber,
sin embargo, que la causa es justa y que, como las otras generaciones,
estos sacrificios han evitado la tiranía y aflicción para muchos otros.
Mucho tiempo después de retirar su uniforme, un veterano
estadounidense expresó su orgullo de la verdad sobre todos aquellos que
sirvieron, vivos y muertos. Dijo, "Siento que hice mi parte por hacer que
este siglo pasara de ser uno de oscuridad a un siglo de luz".
Acá, donde estamos parados hoy, el nuevo mundo regresó a liberar al
viejo. Se formó un vínculo de pruebas compartidas y victorias compartidas.
Y la luz que dispersó la oscuridad de estas orillas y por toda Francia se
difundiría por toda Europa, convirtiendo, con el tiempo, a enemigos en
amigos, y la búsqueda de la guerra en la búsqueda de la paz. Nuestra
seguridad aún está vinculada en una alianza trasatlántica, con soldados en
muchos uniformes que defienden al mundo de los terroristas ahora mismo.
Las lápidas de las tumbas acá dan todas hacia el oeste, a través de un
océano intemporal e indiferente hacia un país que estos hombres y mujeres
sirvieron y amaron. Los pensamientos de los Estados Unidos en este Día de
la Recordación se tornan hacia ellos y todos sus compañeros caídos en
armas. Pensamos sobre ellos con gratitud perdurable; los extrañamos con
amor perdurable; y oramos por ellos. Y confiamos en las palabras de Dios
Todopoderoso, las cuales están inscritas en la capilla cercana: "Yo les
doy vida eterna y no perecerán jamás".
Que Dios los bendiga. (Aplauso.)
END 2:30 P.M.
(Local)
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