For Immediate Release
Office of the Press Secretary
2 de diciembre de 2002
DECLARACIONES DEL PRESIDENTE AL PROMULGAR LA NATIONAL DEFENSE AUTHORIZATION ACT
El Pentágono
2:30 P.M. EST
EL PRESIDENTE: Gracias a todos. (Aplausos.) Gracias a todos.
Sírvanse tomar asiento. (Aplausos.) Sírvanse tomar asiento.
Gracias, Sr. Secretario. Y gracias por sus calidades de líder.
Gracias por su franqueza. Gracias. Está usted realizando una estupenda
labor en nombre del pueblo estadounidense. Es un honor para mí estar hoy
aquí con los líderes de las fuerzas armadas -- estas buenas personas que
están sirviendo a nuestra patria -- para firmar el proyecto de ley de
Autorización para la Defensa de 2003.
Esta es una nación en guerra. En los Estados Unidos debemos entender
que estamos en guerra. Pero aquellos que llevan el uniforme deben entender
cuán orgulloso está todo Estados Unidos de su servicio a nuestro gran
país. En nombre de una nación agradecida, estoy aquí para darles las
gracias.
Nuestras fuerzas armadas están alcanzando muchos logros en esta
guerra. Hemos liberado a un pueblo oprimido y sin amigos. Estamos
persiguiendo a los terroristas por todo el mundo. Estamos llevando a cabo
nuestras misiones con rapidez y habilidad. Tienen el apoyo sólido y
unificado de este gran país. Y este proyecto de ley debe reflejar el
sólido y unificado apoyo del Congreso de los Estados Unidos.
Y les doy las gracias a los miembros del Congreso que están aquí en el
estrado, el
Senador Warner y el Congresista Duncan Hunter. Y, a los miembros del
Senado y del
Congreso que nos acompañan hoy, quiero agradecerles su buena labor respecto
de esta importante ley.
También les agradezco muchísimo a todos aquellos que trabajan en la
oficina del Secretario que laboraron arduamente en este proyecto de ley.
Quiero darles las gracias a los presidentes de los Comandos Conjuntos que
están aquí y a los vicepresidentes que nos acompañan y a aquellos que
representan a las tropas de nuestras fuerzas armadas.
Por encima de todo, quiero decir algo sobre Bob Stump. El Presidente
Stump, quien no pudo acompañarnos hoy, el distinguido presidente de nuestro
Armed Services Committee (Comité de los Servicios Armados), quien ha
servido bien a la Patria. Es un funcionario público dedicado que ha
decidido jubilarse. Y como dijo el Secretario, este proyecto de ley, y con
razón, lleva el nombre de este excelente estadounidense. Lo extrañaremos y
le deseamos a Bob y a su familia lo mejor.
Quiero darle las gracias a los secretarios de las fuerzas armadas que
nos acompañan hoy. Y quiero agradecerles a todos por asistir.
La ley que promulgaré esta tarde fue aprobada por el Congreso con un
notable espíritu de unidad. Establece prioridades para nuestro
Departamento de Defensa durante un periodo crítico, crítico para nuestro
país. Nuestro país enfrenta retos sin precedente y los estamos haciendo
frente con una tecnología sin par, una planificación detenida y nuestro
tradicional sentido de valor.
Estamos recompensando el servicio y sacrificio de las familias de
nuestras fuerzas armadas con sueldos más altos, instalaciones renovadas y
viviendas mejores. Estamos adquiriendo las mejores armas a nuestro alcance
y el mejor equipo, a la vez que incrementamos también los fondos para las
operaciones y el mantenimiento. Estamos invirtiendo en defensas balísticas
y en toda la nueva tecnología que necesitamos para lograr todas las
ventajas, todas las ventajas, en los campos de batalla del futuro.
Y ya que la inteligencia está desempeñando una función crítica en
nuestra habilidad para lograr la victoria militar, esta nueva ley crea un
puesto de alto nivel en el Departamento de Defensa, el de Vicesecretario a
cargo de Inteligencia.
A esta generación de las fuerzas armadas se le ha encargado dos tareas
difíciles: librar una guerra y ganarla, y a la vez, transformar nuestras
fuerzas armadas para vencer un nuevo tipo de guerra. Durante las primeras
etapas de nuestra guerra contra el terrorismo, ya hemos vislumbrado la faz
futura de Ia guerra, fuerzas más ágiles y móviles y letales, junto con
armas más inteligentes y una estrategia más inventiva. Estas prioridades
se reflejan en el presupuesto del presente año. Las verán reflejadas en
cada presupuesto militar que presente y autorice en mi calidad de
Presidente.
Las fuerzas armadas de los Estados Unidos son fuertes. Y así debe
ser. Así, nuestro país y el mundo están más seguros. Ahora y en el
futuro, mantendremos unas
fuerzas armadas sin par. Y la mayor fuerza de las fuerzas armadas de
Estados Unidos es la causa que todos servimos. Esa causa es la libertad en
un mundo en paz. Actualmente, esta causa es objeto de desafíos por parte
de por enemigos resueltos. Y no descansaremos hasta que nuestra libertad
esté segura.
Nuestras tropas en Afganistán aún están ocupadas en una misión difícil
y peligrosa. Estamos tras asesinos adiestrados. Y eso es todo lo que son:
sólo un grupo de crueles asesinos. Estamos destruyendo sus armas. El
Secretario me informa en la Casa Blanca que día tras día, estamos
encontrando gigantes reservas de armas escondidas que estamos destruyendo.
Y mientras los persigamos, mientras persigamos a los asesinos,
continuaremos ayudando al pueblo afgano dedicado a forjarse una vida digna
y una vida segura. Afganistán ya no es un refugio seguro para los
secuestradores y fabricantes de bombas y asesinos. Gracias a las fuerzas
armadas de los Estados Unidos, los campamentos de entrenamiento para
terroristas han sido clausurados. Muchos terroristas han encontrado la
muerte en las cuevas y montañas de Afganistán. Otros se encuentran bajo
custodia.
Sin embargo, sabemos que aún hay muchos terroristas libres. Se
esconden y conspiran en más de 60 países distintos. Enfrentamos un enemigo
que ha atacado ciudades en los Estados Unidos, embajadas y aviones en
África, embarcaciones en el Golfo, turistas en Bali. Este enemigo vive
como un parásito. Conspira en las tinieblas. Vive a costa de estados que
han fracasado. Y forma alianzas con regímenes al margen de la ley.
El vencer a este enemigo requiere que libremos un tipo de guerra
distinto, lo que denominamos la primera guerra del Siglo XXI. Estamos
persiguiendo a los terroristas dondequiera que moren. No importa dónde
ellos, dónde ellos se escondan. Vamos tras ellos, uno por uno. Los
seguimos dondequiera que huyan. Creen que pueden huir; no pueden huir lo
suficientemente lejos del largo brazo de la justicia de los Estados Unidos.
Estamos congelando sus fondos. Estamos desbaratamos sus complots.
Estamos matándolos o capturándolos, uno a uno. Así es que se gana la
primera guerra del Siglo XXI, una guerra que vamos a ganar. (Aplausos.)
Algunos de los éxitos de esta guerra figurarán en los titulares; a
veces, ni siquiera se enterarán de ellos. Pero todos los terroristas
pueden tener la siguiente certidumbre: La hora de la justicia ha llegado a
un número creciente de generales de campaña del ejército terrorista.
Recientemente capturamos a un tipo llamado al Nashiri. Hasta el mes pasado
era el operario superior de al- Qaida, el líder máximo de al-Qaida en la
región del Golfo. Se encontraba conspirando y elaborando planes. Pero
actualmente hay la siguiente certeza: No llevará a cabo ningún otro ataque
contra los Estados Unidos ni nuestros amigos como el ataque que organizó
contra el USS Cole.
El éxito en la guerra contra el terrorismo sólo llegará al tomar todas
las medidas necesarias para proteger a las personas inocentes contra la
violencia repentina y catastrófica. Y debemos hacer frente a la amenaza de
tal violencia de todas las fuentes. Haremos frente a la red de terrorismo
y a todos aquellos que protegen y apoyan a los terroristas. Y haremos
frente a un régimen excepcionalmente peligroso que posee armas de
destrucción en masa, ha utilizado dichas armas y puede proporcionarlas a
las redes terroristas.
El régimen de Saddam Hussein tiene una larga trayectoria de agresión
contra sus vecinos y hostilidad contra los Estados Unidos. Tiene una larga
trayectoria de vínculos con los terroristas. El dictador tiene una larga
trayectoria en cuanto a procurar obtener armas biológicas, químicas y
nucleares, incluso en la presencia de los inspectores de las Naciones
Unidas en su país. Ahora, el mundo le ha dicho que se acabó el juego. El
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la Alianza de la OTAN y los
Estados Unidos concuerdan en ello: Saddam Hussein se despojará de sus
armas de destrucción en masa. Y si no lo hace, los Estados Unidos dirigirá
una coalición para desarmarlo.
Al iniciarse el proceso de inspecciones de armas de la ONU, debemos
recordar que las inspecciones no sólo tendrán efecto... sólo tendrán efecto
si Iraq acata plenamente. Vean, los inspectores no están en Iraq para
jugar al escondite con el Sr. Saddam Hussein. Los inspectores no tienen ni
el deber ni la habilidad para descubrir las armas terribles escondidas en
un país de gran extensión. La responsabilidad de los inspectores es
simplemente el confirmar las pruebas de un desarme voluntario y total. Es
Saddam Hussein el responsable de proporcionar esas pruebas, tal como se le
indicó y en forma cabal. Cualquier acto de retraso, engaño o desafío
probará que Saddam Hussein no se encamina hacia el cumplimiento y rechaza
el camino de la paz.
En el proceso de inspecciones, Estados Unidos llegará a una
determinación: ¿Ha cambiado Saddam Hussein su comportamiento durante los
últimos 11 años? ¿Ha decidido cooperar voluntariamente y acatar plenamente
o no? Hasta ahora, los indicios no son alentadores. Un régimen que
dispara contra los pilotos estadounidenses y británicos no está camino al
cumplimiento.
El 8 de diciembre, si no antes, Iraq debe proporcionar una declaración
total y exacta sobre sus armas de destrucción en masa y programas de
misiles balísticos. Dicha declaración debe ser verosímil y completa, o el
dictador iraquí habrá nuevamente demostrado al mundo que ha optado por no
modificar su comportamiento.
Los estadounidenses buscan la paz en el mundo. Somos una nación
pacífica. La guerra es la última opción frente a las amenazas. Sin
embargo, la paz temporal que significa la negación y el hacer caso omiso al
peligro sería solamente un preludio a una guerra más extensa y mayores
horrores. Estados Unidos hace frente con tiempo a los peligros que se
acumulan, antes que nuestras opciones pasen a ser limitadas y desesperadas.
Al mostrar nuestra determinación hoy, forjamos un futuro de paz.
En las decisiones y misiones futuras, nuestras fuerzas armadas
difundirán los valores de los Estados Unidos y la esperanza del mundo. Los
iraquíes, como todo ser humano, merecen su libertad. Y los afganos, con la
ayuda de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, se han hecho
merecedores de su libertad.
Un miembro de la guardia nacional proveniente de Florida nos cuenta
cómo conoció a un miembro del nuevo ejército nacional afgano. Este soldado
afgano se había alistado para honrar la memoria de su hermano, a quien el
Talibán había matado, y para asegurarse que su propio hijo pudiera vivir en
libertad. El miembro de la guardia de Florida escribió a casa que "el
estar aquí permite que me dé cuenta que la gente está sacrificando su vida
para tener una fracción de la libertad que nosotros damos por descontada".
Dijo, además, que "el hablar con un soldado hizo que me diera cuenta cuán
afortunado soy de haber nacido en los Estados Unidos de América".
"Es un honor para mí el haber conocido a un patriota afgano",
escribió. Cada vez que visito este edificio o cualquier base
estadounidense en el mundo, es un honor para mí el conocer a los patriotas
estadounidenses. Los hombres y las mujeres de nuestras fuerzas armadas
honran su bandera y aportan seguridad a nuestro país. En nombre del pueblo
estadounidense, les agradezco por todo lo que han hecho y por lo que harán
en pro de la causa de la libertad y la causa de la paz.
Y ahora, me complace firmar la Bob Stump National Defense
Authorization
Act (Ley de Autorización para la Defensa Nacional Bob Stump) para el año
fiscal 2003. (Aplausos.)
(Se promulgó el proyecto de ley.) (Aplausos.)
END 2:55 P.M. EST
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