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El Presidente George W. Bush se rie con, de izquierda a derecha, el Gobernador de West Virginia. Foto por Paul Morse de la Casa Blanca
Robert Wise, el Coronel Bill Raney, Presidente de la Guardia Nacional de la Armada (Army National Guard), el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, y el Teniente Coronel Chester Carter de la Guardia Nacional de la Armada durante una visita el 14 de febrero de 2001 al cuartel general de la Guardia Nacional de West Virginia en Charleston, West Virginia. El Presidente Bush visitó varias bases militares la semana pasada para reafirmar su compromiso a mejorar las condiciones de vida de las personas que prestan servicio militar a la nación.

 

Revitalización de la Defensa Nacional

In English

Garantizar la defensa general es el deber bajo juramento y la primera responsabilidad de todos los Presidentes. El Presidente considera que unas fuerzas armadas poderosas son esenciales para defender los intereses estadounidenses y extender aquella paz más segura que resultó de la conclusión de la Guerra Fría.

Sin embargo, a medida que se receden las amenazas antiguas, surgen nuevas. Aunque haya terminado la Guerra Fría, un enfoque de la Guerra Fría continúa definiendo a nuestras Fuerzas Armadas en términos de doctrina, estructura y estrategia. La amenaza de un ataque nuclear masivo lanzado por la Unión Soviética ha sido reemplazada por un mundo en el cual las amenazas provienen de estados viles inclinados a adquirir armas de destrucción masiva y terrorismo, amenazas que son tan no convencionales como impredecibles. Las fuerzas armadas de los Estados Unidos son más que capaces de defender nuestra seguridad nacional en dicho mundo, siempre que adaptemos nuestra estrategia y estructura de defensa de acuerdo a las circunstancias.

El Presidente asumió el cargo con tres metas en mente: la renovación de los lazos de confianza entre el Comandante en Jefe y las fuerzas armadas de los Estados Unidos; la protección al pueblo de los Estados Unidos de ataques con misiles y amenazas de terror; y como punto central de estas metas, empezar a forjar unas fuerzas armadas capaces de combatir las amenazas de un nuevo siglo.

Renovación de la Moral de las Fuerzas Armadas
El Presidente considera que los hombres y las mujeres que eligen servir a este país merecen no sólo nuestro respeto, sino también nuestro apoyo, en términos de remuneración, vivienda y otros elementos de calidad de vida. No podemos honrar a nuestros hombres y mujeres en el servicio y permitir que soporten niveles de vivienda por debajo de los niveles ni remuneración inadecuada.

La renovación de la moral también significa renovar un claro sentido de la misión. Con este fin, el Presidente ha apuntado al modelo de los amplios despliegues que han caracterizado al período posterior a la Guerra Fría y ha dicho claramente que los futuros despliegues deben reflejar las metas estadounidenses claras, un enfoque más preciso de la misión y un fin a la práctica de los compromisos difusos, no delineados.

Para comunicar a nuestros hombres y mujeres en el servicio nuestro renovado respeto, el Presidente propone:

  • Agregar $1.4 mil millones destinados a un aumento de las remuneraciones y concesiones a los miembros de las Fuerzas Armadas;
  • Aumentar el financiamiento en $400 millones para mejorar la calidad de la vivienda o reducir los gastos de dinero propio en las viviendas de nuestro personal militar y sus familias y
  • Financiar nuevos y mayores beneficios para la salud de los militares jubilados, lo cual el Congreso aprobó recientemente.

Dar Forma a la Estructura de la Fuerza del Siglo XXI
La Guerra Fría ha terminado, pero en muchas maneras, la estructura y las estrategias apropiadas para esa época de estática bipolar de súper poderes continúan guiando a nuestros Servicios Armados. Los orígenes de la postura de la Guerra Fría se encuentran en la época de Eisenhower y en los primeros debates de la estrategia del New Look. Esta estrategia estableció el fundamento para la estructura de las Fuerzas Armadas y de la política de disuasión que prevalecieron hasta el colapso de la Unión Soviética. Efectivamente, la última revisión a esa estrategia de seguridad nacional ocurrió durante el período de la Guerra del Golfo, con la introducción de una Estrategia Regional de Defensa como medio de transición a los imperativos posteriores a la Guerra Fría. Esa estrategia interina ha permanecido transitoria y, de muchas maneras, inalterada desde su introducción hace una década. El Presidente ha planteado un examen de la posición de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. La revisión examinará los imperativos para la capacidad de seguridad nacional, analizará la estructura de nuestras Fuerzas Armadas y establecerá prioridades para la investigación, desarrollo, logística y operaciones. Estas conclusiones ayudarán a desarrollar una nueva arquitectura de la defensa nacional, consistente con nuestras obligaciones de alianza e intereses perdurables, aunque adecuada para enfrentar las amenazas emergentes de un nuevo siglo. Adicionalmente, las conclusiones proporcionarán una base para las decisiones tomadas con la información necesaria sobre las modificaciones apropiadas a los recursos que se requieren para llevar adelante los objetivos del examen.

Desarrollo de Sistemas de Armamento de la Siguiente Generación
El Presidente se ha comprometido a alistar al poder de la tecnología de los Estados Unidos al servicio de la seguridad nacional. Tanto la Investigación y el Desarrollo (R&D; por sus siglas en inglés) como en las adquisiciones, pondrá énfasis en programas que ofrezcan a nuestras Fuerzas Armadas superioridad informativa, seguridad por medio de la cautela y la victoria lograda con menos poder de masas y mayor velocidad, agilidad y movilidad para atacar. En resumen, el Presidente pretende equipar a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos con los sistemas y la estrategia que nos permitan redefinir la guerra, bajo nuestros términos. Con tal fin, el Presidente reta a la comunidad tecnológica de la defensa a usar el presente paréntesis de paz relativa no sólo para modernizar las fuerzas, sino para ir más allá de las mejoras en aumento de los sistemas de defensa ya desplegados y desarrollar las fuerzas militares que la nación necesitará durante el Siglo XXI. El Presidente propone:
  • Incrementar R&D; para la defensa en $20 mil millones entre el 2002 y el 2006; y
  • Asignar 20 por ciento del presupuesto de R&D; a programas especialmente promisorios que, en términos de tecnología militar, impulsen a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos generaciones adelante.

Salvaguardar de la Seguridad Nuclear
Nuestras armas nucleares continúan siendo un elemento clave para nuestra seguridad nacional y el Presidente está comprometido a mantener una fuerza moderna y efectiva. Sin embargo, el Presidente considera que los Estados Unidos debe reformular los requerimientos de la disuasión nuclear en nuestro nuevo ambiente de seguridad. Más específicamente, nuestro elemento de disuasión para el futuro debe estar basado en una combinación de capacidades ofensivas y defensivas. Mientras que el Presidente intentará persuadir a Rusia a aliarse con nosotros para reducir aún más los arsenales nucleares, también está preparado para sentar el ejemplo. El Presidente propone mantener nuestro arsenal nuclear con el menor número de armas nucleares, consistentemente con nuestras necesidades presentes y futuras de seguridad nacional.

Desplegar la Defensa con Misiles
Como dijo el Presidente durante la campaña: "El desarrollo por los Estados Unidos de una defensa antimisiles es una búsqueda de seguridad, no una búsqueda de ventajas."

En un mundo donde más de una docena de naciones poseen tecnología balística con misiles y un número de naciones se encuentran en una carrera por adquirir armas de destrucción masiva, el reto más apremiante para la seguridad nacional de los Estados Unidos es reducir nuestra actual vulnerabilidad de nuestras fuerzas desplegadas y las de nuestros aliados y amigos al adquirir defensas contra ataques con misiles. Los anticuados tratados de limitación de armamentos no deben comprometer la seguridad de los Estados Unidos; como el Presidente ha dicho, su "obligación solemne (es) proteger al pueblo de los Estados Unidos y a nuestros aliados, no proteger los acuerdos de limitación de armamentos suscritos hace casi 30 años."

Estados Unidos debe construir defensas antimisiles efectivas, basadas en la mejor tecnología disponible y desplegadas lo más antes posible. Estas defensas deben ser diseñadas para proteger a nuestras fuerzas desplegadas en el extranjero, a todos los 50 estados y a nuestros aliados y amigos del extranjero.

In English




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