La clamidia
es una enfermedad de transmisión sexual (ETS) frecuente, causada
por la bacteria Chlamydia trachomatis, que puede dañar los órganos
reproductivos de la mujer. Aunque generalmente la clamidia no presenta
síntomas o tiene síntomas leves, hay complicaciones
graves que pueden ocurrir “en forma silenciosa” y causar
daños irreversibles, como infertilidad, antes de que una mujer
se dé cuenta del problema. La clamidia puede también
causar secreción del pene en un hombre infectado.
La clamidia
es la enfermedad de transmisión sexual bacteriana reportada
con mayor frecuencia en los Estados Unidos. En 2002, los 50 estados
y el Distrito de Columbia reportaron 834,555 infecciones por clamidia
a los CDC. Muchos casos no se reportan porque la mayoría de
las personas con clamidia no saben que tienen la infección
y no se hacen pruebas para detectar la enfermedad. Además,
es frecuente que se traten los síntomas y no se hagan las
pruebas de detección. Se estima que 2.8 millones de estadounidenses
resultan infectados por clamidia cada año. Las mujeres se
vuelven a infectar frecuentemente si sus parejas sexuales no reciben
tratamiento.
La clamidia
puede ser transmitida durante relaciones sexuales vaginales, anales
o durante el sexo oral. También puede ser transmitida de madre
infectada a hijo durante el parto vaginal.
Toda persona sexualmente activa puede ser infectada con clamidia.
Entre mayor número de parejas sexuales tenga la persona, mayor es
el riesgo de infección. Las niñas adolescentes y las
mujeres jóvenes están expuestas a un mayor riesgo de
infección si son activas sexualmente porque su cuello uterino
(la abertura del útero) no se ha desarrollado completamente.
Debido a que la clamidia puede transmitirse por sexo oral o anal, los
hombres que tienen relaciones sexuales con hombres también están
en peligro de contraer la infección clamidial.
A la
clamidia se le conoce como la enfermedad "silenciosa” porque
casi 3 de cada 4 mujeres infectadas y cerca de la mitad de hombres
infectados no presentan síntomas. Si hay síntomas, éstos
aparecen generalmente entre 1 y 3 semanas después del contagio.
En las mujeres, la bacteria infecta inicialmente el cuello uterino
y la uretra (el canal urinario). Las mujeres que tienen síntomas
podrían presentar flujo vaginal anormal o una sensación
de ardor al orinar. Algunas mujeres todavía no tienen signos
ni síntomas cuando la infección se propaga del cuello
uterino a las trompas de Falopio (los tubos que conducen los óvulos
desde los ovarios hasta el útero); otras presentan dolor de
vientre, lumbago, náusea, fiebre, dolor durante el coito o sangrado
entre los períodos menstruales. La infección clamidial
del cuello uterino puede propagarse al recto.
Los hombres que tienen signos o síntomas podrían presentar
secreción del pene o una sensación de ardor al orinar.
Los hombres también podrían presentar una sensación
de ardor y picazón alrededor de la abertura del pene. El dolor
y la inflamación de los testículos es poco frecuente.
Los hombres o mujeres que reciben penetración anal pueden contraer
la infección clamidial en el recto, lo cual puede causar dolor
rectal, secreciones o sangrado. La clamidia puede hallarse también
en la garganta de las mujeres y hombres que han tenido sexo oral con
una pareja infectada.
Si la
clamidia no es tratada, la infección puede avanzar y causar
graves problemas reproductivos y de salud con consecuencias a corto
y largo plazo. Al igual que la enfermedad, el daño que causa
la clamidia es a menudo “silencioso".
En
las mujeres, si la infección no es tratada, puede propagarse
al útero o a las trompas de Falopio y causar enfermedad inflamatoria
pélvica (EIP). Esto ocurre hasta en un 40 por ciento de las
mujeres que tienen clamidia y no han recibido tratamiento. La EIP
puede causar daño permanente a las trompas de Falopio, al útero
y a los tejidos circundantes. El daño puede llegar a causar
dolor pélvico crónico, infertilidad y embarazo ectópico
(embarazo implantado fuera del útero) que es potencialmente
mortal. Las mujeres infectadas con clamidia tienen hasta cinco veces
más probabilidades de infectarse con el VIH, si están
expuestas al virus.
Para ayudar a prevenir las graves consecuencias de la clamidia,
se recomienda que las mujeres sexualmente activas de 25 años de
edad o menos se realicen una prueba de detección de la clamidia
al menos una vez al año. También se recomienda que las
mujeres de mayor edad que están expuestas al riesgo de contraer
clamidia (por ejemplo, si tienen una nueva pareja sexual o múltiples
parejas sexuales) se realicen una prueba de detección anual.
Todas las mujeres embarazadas deben hacerse una prueba de detección
de la clamidia.
Las complicaciones entre los hombres son poco comunes. En ocasiones,
la infección se propaga al epidídimo (el tubo que conduce
el esperma desde los testículos) y causa dolor, fiebre y, rara
vez, esterilidad.
En muy pocos casos, la infección clamidial genital puede causar
artritis que puede estar acompañada de lesiones en la piel e
inflamación de los ojos y de la uretra (síndrome de Reiter).
Hay
cierta evidencia de que en las mujeres embarazadas, las infecciones
clamidiales que no reciben tratamiento pueden propiciar partos
prematuros. Los bebés que nacen de mujeres infectadas pueden
contraer infecciones clamidiales en los ojos y en el tracto respiratorio.
La clamidia es una de las causas principales de aparición
temprana de neumonía y conjuntivitis (ojo rosado) entre
los recién nacidos.
Existen
pruebas de laboratorio para diagnosticar la clamidia. Algunas de
estas pruebas pueden realizarse en la orina, otras pruebas requieren
que la muestra sea obtenida de lugares como el pene o el cuello uterino.
La clamidia
puede ser fácilmente tratada y curada con antibióticos.
Los tratamientos más frecuentemente utilizados son una dosis única
del medicamento azitromicina o una semana de tratamiento con doxiciclina
(dos veces al día). Las personas VIH positivas que tienen
clamidia deben recibir el mismo tratamiento que las personas que
son VIH negativas.
Todas las parejas sexuales deben ser evaluadas, hacerse las pruebas
y recibir tratamiento. Las personas que tienen clamidia deben abstenerse
de tener relaciones sexuales hasta que ellas y sus parejas sexuales
hayan terminado el tratamiento. De lo contrario, es posible que se
vuelvan a infectar.
Las
mujeres cuyas parejas sexuales no han recibido el tratamiento adecuado
sufren un alto riesgo de volverse a infectar. Tener infecciones
múltiples
aumenta el riesgo de que la mujer tenga graves complicaciones en
su salud reproductiva, entre ellas la infertilidad. Las mujeres,
especialmente
las adolescentes, deben considerar hacerse de nuevo la prueba tres
o cuatro meses después del tratamiento. Esto es de especial
importancia cuando la mujer no sabe si su pareja sexual ha recibido
tratamiento.
La manera
más segura de evitar el contagio de enfermedades de transmisión
sexual es absteniéndose del contacto sexual o tener una relación
duradera, mutuamente monógama, con una pareja a quien se le
han hecho las pruebas y se sabe que no está infectada.
Los condones de látex en los hombres, cuando se usan de manera
habitual y correcta, pueden reducir el riesgo de transmisión
de la clamidia.
Se recomienda que todas las mujeres sexualmente activas de 25 años
de edad y menos se realicen una prueba anual de detección de
la clamidia. También se recomienda que las mujeres de mayor
edad que están expuestas al riesgo de contraer clamidia (por
ejemplo, si tienen una nueva pareja sexual o múltiples parejas
sexuales) se realicen una prueba de detección anual. Todas las
mujeres embarazadas deben hacerse una prueba de detección de
la clamidia.
Todo síntoma genital, como por ejemplo secreción o ardor
al orinar, una úlcera poco usual o una irritación, debe
ser razón para dejar de tener relaciones sexuales y consultar
a un proveedor de atención médica de inmediato. Si la
persona ha sido tratada contra la clamidia (o contra otra enfermedad
de transmisión sexual), debe informar de esto a todas sus parejas
sexuales recientes para que éstas consulten a un proveedor de
atención médica y reciban tratamiento. Esto reduce el
riesgo de que las parejas sexuales presenten complicaciones graves
por la tricomoniasis y reduce el riesgo de reinfección en las
personas con clamidia. La persona y todas sus parejas sexuales deben
evitar tener relaciones sexuales hasta que hayan terminado su tratamiento
contra la clamidia.
División
para la Prevención de ETS (DSTDP, por sus siglas en inglés)
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
www.cdc.gov/std
Para
preguntas personales sobre salud y solicitud de información
acerca de las ETS:
Líneas
nacionales gratuitas de información de los CDC sobre ETS
y SIDA
(800) 227-8922 ó (800) 342-2437
En español: (800) 344-7432
TTY para sordos y personas con limitaciones auditivas: (800) 243-7889
Recursos:
Red
nacional de información sobre la prevención de los
CDC (CDC National Prevention Information Network, NPIN)
P.O. P.O. Box 6003
Rockville, MD 20849-6003
1-800-458-5231
1-888-282-7681 Fax
1-800-243-7012 TTY
Correo electrónico: info@cdcnpin.org
www.cdcnpin.org
Asociación
Americana de Salud Social
(American Social Health Association, ASHA)
P.O. Box 13827
Research Triangle Park, NC 27709-3827
1-800-783-9877
www.ashastd.org
Preguntas sobre ETS: std-hivnet@ashastd.org
Fuentes:
Centers
for Disease Control and Prevention. Sexually Transmitted Diseases
Treatment Guidelines 2002. MMWR 2002;51(no. RR-6).
Centers
for Disease Control and Prevention. Sexually Transmitted Disease
Surveillance, 2002. Atlanta, GA: U.S. Department of Health and Human
Service, September 2003.
Stamm W E. Chlamydia trachomatis infections of the adult. In: K. Holmes, P. Sparling, P. Mardh et al (eds). Sexually Transmitted Diseases, 3rd edition. New York: McGraw-Hill, 1999, 407-422.
Weinstock H, Berman S, Cates W. Sexually transmitted
disease among American youth: Incidence and prevalence estimates, 2000.
Perspectives on Sexual and Reproductive Health 2004; 36: 6-10.
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