¿Qué
pasaría si suspendiéramos las campañas de vacunación?
Las vacunas son
un mecanismo para el control de muchas enfermedades infecciosas
que en el pasado eran comunes en este país. Sin embargo, los
virus y bacterias que causan enfermedades, e incluso la muerte,
todavía existen (aunque pueden prevenirse mediante vacunas)
y pueden ser transmitidos a aquellas personas que no están
protegidas por las vacunas. Dichas enfermedades tienen un
gran impacto económico y traen como consecuencia consultas
médicas, hospitalizaciones y muertes prematuras. Además, las
enfermedades de los niños también pueden hacer que los padres
pierdan días de trabajo.
Polio
El virus de la polio (o poliomielitis) causa una parálisis
aguda que puede traer como consecuencia incapacidad física
permanente e incluso la muerte. Antes de que existiera la
vacuna contra la polio, se reportaban anualmente entre 13.000
y 20.000 casos de polio paralizante en Estados Unidos. Con
frecuencia, estas epidemias anuales de polio dejaban miles
de víctimas (en su mayoría niños), en pulmones de acero o
condenados a usar abrazaderas, muletas y sillas de ruedas.
El desarrollo de las vacunas contra la polio y la implementación
de programas de inmunización han erradicado la polio que produce
parálisis causada por los virus salvajes de la polio en Estados
Unidos y en todos los países del hemisferio occidental.
En 1999, como resultado de los esfuerzos de inmunización
para erradicar la enfermedad, hubo aproximadamente 5.000 casos
de polio documentados en el mundo. En 1994, llegó a Canadá
el virus salvaje de la polio procedente de la India, pero
los altos niveles de vacunación evitaron que se propagara
entre la población.
Sarampión
Antes de que existiera la inmunización contra el sarampión,
casi todos los habitantes de Estados Unidos contraían la enfermedad.
Se registraban aproximadamente entre 3 y 4 millones de casos
de sarampión por año. Entre 1953 y 1963, se reportó un promedio
anual de 450 muertes asociadas con sarampión.
En los países industrializados, 20% de las personas que
enferman de sarampión son hospitalizadas y entre 7% y 9% sufren
complicaciones como neumonía, diarrea o infecciones del oído.
Aunque es menos común, algunos pacientes con sarampión pueden
llegar a desarrollar encefalitis, lo cual puede traer como
resultado lesiones cerebrales. Se estima que la tasa de mortalidad
por causa del sarampión asciende a una de cada 1.000 personas.
El sarampión es una de las enfermedades más infecciosas
que hay en el mundo y el virus llega con frecuencia a Estados
Unidos. En 1998, la mayoría de los casos de sarampión estuvo
asociada con la presencia de visitantes de otros países o
estadounidenses que estuvieron expuestos al virus del sarampión
durante viajes al extranjero. Más de 90% de las personas no
inmunes al sarampión desarrollarán la enfermedad si se ven
expuestos al virus.
Según la Organización Mundial de la Salud, en 1998 ocurrieron
casi 900.000 muertes en países en desarrollo. En las poblaciones
que no se han inmunizado, el sarampión se propaga con rapidez.
Si no se efectuaran campañas de vacunación, podrían ocurrir
cerca de 2,7 millones de muertes por sarampión en el mundo
entero. En Estados Unidos, el uso generalizado de vacunas
contra el sarampión ha conducido a una reducción de más de
99% en el número de casos, en comparación con la época en
que no existía la vacuna. Si suspendiéramos los programas
de vacunación, los casos de sarampión se incrementarían hasta
alcanzar los mismos niveles observados anteriormente.
Haemophilus Influenzae Meningitis
Tipo b (Hib)
Antes de que existiera la vacuna contra la Hib, esta enfermedad
era la causa más común de meningitis bacteriana entre lactantes
y niños en Estados Unidos. Antes de que se contara con una
vacuna, se reportaban aproximadamente 20.000 casos de Hib
invasiva cada año.
Alrededor de dos tercios de esos 20.000 casos eran de
meningitis y un tercio eran de otras variantes de la Hib invasiva
que podían causar la muerte, como bacterias en el torrente
sanguíneo, neumonía o inflamación de la epiglotis. Aproximadamente
uno de cada 200 niños estadounidenses menores de 5 años de
edad sufría de meningitis invasiva. La meningitis Hib causaba
la muerte de 600 niños por año, y muchos de los sobrevivientes
sufrían de sordera, ataques de apoplejía o retardo mental.
Desde que se introdujo la vacuna conjugada contra la Hib
en diciembre de 1987, la incidencia de esta enfermedad ha
disminuido en 98%. Entre 1994 y 1998, se reportaron anualmente
menos de 10 casos mortales de Hib invasiva
Hasta 1990, esta enfermedad evitable era un mal común
y devastador; en la actualidad muchos pediatras terminan su
formación sin ver un caso. Si suspendiéramos las inmunizaciones
contra la meningitis, probablemente regresaríamos con rapidez
a las cifras de casos y muertes por Hib invasiva que se registraban
antes de que existiera la vacuna.
Pertussis (tos ferina)
Desde comienzos de la década de los 80, los casos reportados
de tos ferina han ido incrementándose y cada 3 ó 4 años alcanzan
altos niveles; no obstante, los números de casos reportados
continúan siendo mucho menores que las cifras vistas en la
época en que no existía la vacuna. En comparación con los
casos de tos ferina en otros grupos de edad, en los lactantes
de 6 meses de edad o menos que enferman de tos ferina se observan
las tasas más altas de hospitalización, neumonía, convulsiones,
encefalopatía (una enfermedad degenerativa del cerebro) y
muertes. Entre 1990 y 1996, murieron de tos ferina 57 personas;
49 de ellas tenían menos de 6 meses de edad.
Antes de disponer de la inmunización contra la tos ferina,
casi todos los niños contraían la enfermedad. En Estados Unidos,
antes de que se contara con la vacuna contra este mal, se
reportaban anualmente entre 150.000 y 260.000 casos de tos
ferina y hasta 9.000 muertes relacionadas con la enfermedad.
La tos ferina puede ser una enfermedad grave y trae como
consecuencia ataques de tos prolongados que pueden durar varias
semanas. Estos ataques de tos dificultan ciertas funciones
básicas tales como comer, tomar líquidos y respirar. Debido
a que con frecuencia se presentan vómitos después de los ataques
de tos, los lactantes pueden perder peso y deshidratarse.
Esta enfermedad también puede causar neumonía en los lactantes
y provocar daños cerebrales, convulsiones y retardo mental.
En Estados Unidos, la vacuna más nueva contra la tos ferina
(la acelular o DtaP) ha estado disponible para uso médico
desde 1991. Estas vacunas son efectivas y producen menos reacciones
adversas, más suaves y moderadas, que las vacunas anteriores
(de células completas o DTP).
Durante la década de los 70, la preocupación generalizada entre la
población en torno a la seguridad de la vacuna contra la tos
ferina condujo a una rápida caída de los niveles de inmunización
en el Reino Unido. Durante una epidemia a mediados de los
70 se reportaron más de 100.000 casos y 36 muertes debido
a tos ferina. En Japón, el nivel de vacunación contra la tos
ferina bajó de 80% en 1974 a 20% en 1979, año en el que se
produjo una epidemia de tos ferina que trajo como consecuencia
más de 13.000 casos y 41 muertes.
En todo el mundo se presentan casos de tos ferina. Si
dejáramos de administrar vacunas contra la tos ferina en Estados
Unidos, experimentaríamos un resurgimiento masivo de la enfermedad.
Un estudio muy reciente reveló que en ocho países donde el
nivel de inmunización era reducido, la tasa de incidencia
de tos ferina eran de 10 a 100 veces mayores que en aquellos
países donde los niveles de vacunación se habían mantenido
sin variación.
Rubéola (Sarampión
alemán)
Aunque la rubéola es normalmente una enfermedad leve tanto
en niños como en adultos, 90% de los bebés nacidos de madres
que contraen rubéola durante los primeros tres meses de embarazo
desarrollarán el síndrome de la rubéola congénita (SRC), que
puede traer como consecuencia anomalías cardíacas, cataratas,
retardo mental y sordera.
Entre 1964 y 1965, antes de que se utilizara la inmunización
contra la rubéola como práctica de rutina en Estados Unidos,
hubo una epidemia de esta enfermedad a raíz de la cual nacieron
aproximadamente 20.000 bebés con SRC y se registraron 2.100
muertes de neonatos y 11.250 abortos. De los 20.000 niños
nacidos con SRC, 11.600 eran sordos, 3850 ciegos y 1800 sufrían
de retardo mental.
Muchos países en desarrollo no incluyen la rubéola entre
los programas de inmunización dirigidos a los niños. Desde
1996, más del 50% de los casos de rubéola reportados han ocurrido
entre adultos. Entre los sitios donde se han originado brotes
de la enfermedad están los lugares de trabajo y las comunidades
en sí. En 1998 se registraron 12 brotes de rubéola, en los
que 19 mujeres embarazadas contrajeron la enfermedad.
Si
suspendiéramos la vacunación contra la rubéola, la inmunidad
ante la rubéola descendería y la enfermedad volvería a ganar
terreno, lo cual traería como consecuencia que las mujeres
embarazadas se infectaran con rubéola y dieran a luz niños
con SRC. La incidencia del SRC se redujo drásticamente con
el uso generalizado de la vacuna contra la rubéola.
Varicela
La varicela siempre está presente en la comunidad y es
altamente contagiosa. Antes de que se otorgara licencia a
la vacuna contra la varicela en 1995, casi todos los habitantes
de Estados Unidos habían sufrido de esta enfermedad para cuando
llegaban a la edad adulta. Todos los años, la varicela era
la causa de alrededor de 4 millones de casos, 11.000 hospitalizaciones
y 100 muertes.
La varicela usualmente es una enfermedad leve, pero puede
complicarse en algunos lactantes, adolescentes y adultos.
Algunas personas que contraen varicela también han llegado
a sufrir complicaciones tales como infecciones bacterianas
secundarias, pérdida de fluidos (deshidratación), neumonía
y afecciones del sistema nervioso central. Además, sólo las
personas que han sufrido varicela en algún momento de sus
vidas pueden contraer herpes zoster, una dolorosa inflamación
de los nervios. Anualmente se registran alrededor de 300.000
casos de herpes zoster, que ocurren cuando el virus inactivo
de la varicela vuelve a activarse en aquellas personas que
sufrieron varicela en el pasado.
Entre marzo de 1995 y agosto de 1999, se administró un
total de 18.5 millones de dosis de vacunas contra la varicela
en Estados Unidos. En 1998, la cobertura de vacunación entre
los niños de 19 a 35 meses de edad fue de 43%.
En 1990 se estimó que en Estados Unidos los costos de
atención médica para los niños que contraían varicela ascendían
a 918 millones de dólares anuales. Si dejáramos de administrar
vacunas contra la varicela en Estados Unidos, esta enfermedad
volvería rápidamente a la alta tasa de infección que tenía
previamente. En consecuencia, casi todos los niños perderían
una semana de escuela (y uno de sus padres, una semana de
trabajo); además, entre 50 y 100 personas morirían por causa
de la varicela cada año, la mayoría de las cuales serían niños
y adultos que anteriormente se encontraban en buen estado
de salud.
Hepatitis B
Más de 2 billones de personas en el mundo han contraído
el virus de la hepatitis B en algún momento de sus vidas.
De ellas, 350 millones son portadores de la enfermedad de
por vida y pueden transmitir el virus a otros. Un millón de
estas personas mueren cada año de enfermedades hepáticas y
cáncer del hígado.
Los estudios realizados en el país muestran que 5% de
los estadounidenses (es decir, 1.25 millones de personas)
se han infectado con el virus de la hepatitis B. Esos mismos
estudios indican, además, que durante las dos décadas anteriores
a 1990, aproximadamente 300.000 personas quedaban infectadas
con el virus de la hepatitis B cada año. Actualmente, hay
alrededor de 1.25 millones de personas con la infección del
virus de la hepatitis B de por vida. Cada año mueren entre
4.000 y 5.000 de estas personas por causa de enfermedades
hepáticas relacionadas con la hepatitis B, lo cual representa
más de 700 millones de dólares en costos médicos y ausencia
del lugar de trabajo.
Los lactantes y los niños que se infectan con el virus
de la hepatitis B corren el más alto riesgo de desarrollar
una infección de por vida, lo cual con mucha frecuencia causa
la muerte por lesiones hepáticas (cirrosis) y cáncer del hígado.
Aproximadamente 25% de los niños que quedan infectados de
por vida con el virus de la hepatitis B mueren de enfermedades
hepáticas relacionadas en la edad adulta.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estiman
que un tercio de las infecciones de por vida con el virus
de la hepatitis B en Estados Unidos son consecuencia de infecciones
ocurridas durante la lactancia y las primeras etapas de la
niñez. Anualmente, entre 16.000 y 20.000 mujeres infectadas
con el antígeno de la hepatitis B dan a luz en Estados Unidos.
Se estima que antes de la implementación de los programas
de inmunización para los lactantes, cada año unos 12.000 niños
nacidos de madres infectadas con el virus de la hepatitis
B también contraían el virus. Además, aproximadamente 33.000
niños (de 10 años de edad o menos), nacidos de madres que
no estaban infectadas con el virus de la hepatitis B, quedaban
infectados cada año, antes de que se recomendara la administración
rutinaria de vacunas contra la hepatitis B durante la niñez.
Difteria
La difteria es una enfermedad grave causada por una substancia
venenosa producida por una bacteria. Con frecuencia, causa
problemas cardíacos y nerviosos. Las tasas de mortalidad se
sitúan entre 5% y 10%, y entre los niños y los ancianos hay
mayor incidencia (hasta 20%).
En los años 1920, la difteria era una de las principales
causas de enfermedad y muerte de los niños en Estados Unidos.
En 1921, se reportó un total de 206.000 casos y 15.520 muertes.
Después de que se elaboró la vacuna en 1923, el número de
nuevos casos de difteria comenzó a descender en Estados Unidos
y en 1998 se reportó sólo un caso.
Aunque la difteria es poco frecuente en Estados Unidos,
aparentemente, la bacteria continúa transmitiéndose a otras
personas. En 1996, se obtuvieron 10 muestras aisladas de la
bacteria de personas pertenecientes a una comunidad indígena
en Dakota del Sur, ninguna de las cuales presentaba los síntomas
clásicos de la enfermedad. Se reportó una muerte en 1999 por
difteria clínica a causa de una bacteria relacionada.
Hay altas tasas de susceptibilidad entre los adultos.
Las pruebas de despistaje realizadas desde 1977 han revelado
que entre 41% y 84% de los adultos del país de 60 años de
edad o más no tienen los niveles de protección adecuados de
antitoxinas circulantes contra la difteria.
Aunque la difteria es poco frecuente en Estados Unidos,
todavía constituye una amenaza. La difteria es común en otros
países del mundo y con el aumento de los viajes internacionales,
la difteria y otras enfermedades infecciosas pueden llegar
al país en cualquier momento. Si suspendiéramos las inmunizaciones,
en Estados Unidos se podría experimentar una situación similar
a la que se está viviendo en los Nuevos Estados Independientes
de la antigua Unión Soviética. A raíz de la suspensión de
los servicios públicos de salud en esta región, en 1990 comenzaron
las epidemias de difteria, principalmente, entre personas
que no habían recibido las vacunas contra la enfermedad. Entre
1990 y 1998 se reportaron más de 150.000 casos y 5.000 muertes.
Tétanos (trismo)
El tétanos es una enfermedad severa que muchas veces causa
la muerte. La bacteria que causa el tétanos se encuentra con
facilidad en el suelo y el polvo de la calle y también en
los excrementos de algunos animales; además, es muy resistente
al calor y a los limpiadores antibacterianos. Entre 1922 y
1926, cada año se registraron aproximadamente 1314 casos de
tétanos en Estados Unidos. La vacuna contra el tétanos fue
introducida a finales de la década de los 40 y el tétanos
se convirtió en una enfermedad que las autoridades sanitarias
de Estados Unidos mantenían oficialmente bajo control estadístico
y seguimiento. En 1998, se reportaron sólo 45 casos de tétanos
en Estados Unidos.
Las personas afectadas por tétanos sufren rigidez y espasmos
en los músculos. A los pacientes con esta enfermedad se les
puede estrechar la laringe (garganta), lo cual les causa dificultades
para respirar y comer; además, los espasmos musculares pueden
provocar fracturas (rompimientos) de la columna vertebral
y los huesos más largos del cuerpo. Algunos pacientes pueden
caer en coma y morir. Aproximadamente en 30% de los casos
reportados el paciente muere.
En Estados Unidos, el tétanos es una enfermedad que afecta
principalmente a los adultos. Entre 1995 y 1997, 35% de los
casos de tétanos reportados se presentaron en pacientes de
más de 60 años de edad, y 60% en pacientes entre 20 y 59 años
de edad. La Encuesta de Salud Nacional reveló que en 1995
apenas 36% de los adultos de 65 años de edad o más habían
recibido vacunas contra el tétanos en los 10 años anteriores.
En el mundo entero los casos de tétanos en niños recién
nacidos continúan siendo un gran problema. Cada año, el tétanos
mata a 300.000 recién nacidos y a 30.000 parturientas que
no habían sido vacunados adecuadamente. Recientemente, se
ha observado en Estados Unidos un mayor número de casos de
tétanos entre personas jóvenes que consumen drogas por vía
intravenosa, en particular entre los consumidores de heroína.
El tétanos es infeccioso, pero no es contagioso; por lo
tanto, a diferencia de otras enfermedades prevenibles con
vacunas, la inmunización de los miembros de una comunidad
no evita que se presente la enfermedad entre personas no inmunizadas.
En vista de que la bacteria del tétanos se encuentra en el
ambiente, la enfermedad sólo puede prevenirse mediante la
inmunización. Si suspendiéramos las vacunas contra el tétanos
en Estados Unidos, muchas personas de todas las edades quedarían
vulnerables ante esta grave enfermedad.
Parotiditis
(paperas)
Antes de que existiera la vacuna contra la parotiditis,
esta enfermedad era una de las principales causas de sordera
entre los niños, con una incidencia de aproximadamente 1 entre
20.000 casos reportados. Usualmente, la parotiditis es una
enfermedad viral leve. Sin embargo, ciertas condiciones poco
frecuentes causadas por la enfermedad, como inflamaciones
del cerebro, los nervios y la médula espinal, pueden traer
como consecuencia efectos colaterales graves como parálisis,
convulsiones y acumulación de líquido en el cerebro.
Los efectos colaterales graves de la parotiditis son más
comunes en los adultos que en los niños. La inflamación de
los testículos es el efecto colateral más común en los pacientes
que han pasado la edad de la pubertad y ocurre entre 20% y
30% de los hombres que contraen parotiditis. Asimismo, se
ha observado un aumento del índice de abortos espontáneos
entre las mujeres que enferman de parotiditis durante el primer
trimestre del embarazo.
Aproximadamente 212.000 casos de parotiditis ocurrieron en Estados
Unidos en 1964. Después de que la vacuna recibió licencia
en 1967, los casos de parotiditis disminuyeron con rapidez.
En 1986 y 1987, hubo un resurgimiento de la parotiditis, y
en 1987 se reportaron 12.848 casos. Después de 1989 la incidencia
de parotiditis ha venido disminuyendo y en 1998 se registró
un total de 606 casos. Esta reciente disminución probablemente
se debe al hecho de que los niños recibieron una segunda dosis
de vacuna contra la parotiditis (como parte del esquema de
dos dosis contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola,
conocida como la vacuna MMR), gracias a la cual aquellos niños
que no quedaron protegidos después de la primera vacuna contra
la parotiditis, lograron desarrollar inmunidad contra la enfermedad.
Si
suspendiéramos las vacunas contra la parotiditis, lo más probable
es que el número de casos de esta enfermedad volviera a los
mismos niveles anteriores a la administración de la vacuna,
ya que la parotiditis se propaga con facilidad entre las personas
no inmunizadas.
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