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Daño cerebral podría ser la clave del Síndrome de la Guerra del Golfo

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Por E.J. Mundell Reportero de HealthDay

Traducido del inglés: Lunes, 4 de octubre, 2004

LUNES 4 de octubre (HealthDayNews/HispaniCare) -- Desde que regresó del servicio en la primera Guerra del Golfo, el ex sargento del Ejército Charles Townsend, de 55 años de edad, ha sufrido dramáticos cambios de personalidad, falta de atención, trastornos del sueño, diarrea crónica, lesiones cutáneas y otros síntomas relacionados con lo que ha sido denominado el "Síndrome de la Guerra del Golfo".

"Estaba furioso con los médicos, furioso con todos, odiaba al mundo", afirmó el residente de Dallas.

Si bien afirma que ha aprendido a controlar su furia con el tiempo, Townsend permanece en pago por invalidez al 100 por ciento, no puede trabajar y duda de que alguna vez pueda tener una relación romántica sana.

"Mi vida se destruyó completamente", declaró.

La historia de Townsend se parece a las vidas de miles de veteranos más que fueron enviados a casa luego del conflicto de 1991.

"Enviamos 700,000 tropas a la primera Guerra del Golfo, y entre 100,000 y 150,000 están enfermos", afirmó el investigador Dr. Robert W. Haley, profesor de medicina y jefe de epidemiología en el Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas.

Haley ha estado investigando por mucho tiempo la causa fundamental que podría explicar el patrón de síntomas aparentemente sin relación alguna vistos en estos veteranos. Ahora, en un estudio publicado en la edición de octubre del American Journal of Medicine, él y sus colegas consideran que podrían haberla encontrado.

Según Haley, la exposición de bajo nivel durante la guerra al gas nervioso sarín y otros agentes similares parece haber dañado las células de los ganglios basales y el tallo cerebral, áreas de la parte "primitiva" del cerebro que son responsables de lo que se conoce como el sistema nervioso parasimpático.

"El sistema nervioso parasimpático controla todas esas funciones inconscientes que el cuerpo lleva a cabo continuamente", apuntó Haley. Desde su centro en los ganglios basales y el tallo cerebral, el sistema nervioso parasimpático usa el nervio vago (el cual va desde el tallo cerebral hasta la pelvis) para controlar funciones corporales tan diversas como el latido cardiaco, el movimiento intestinal, el funcionamiento de la vesícula biliar y la respuesta del órgano sexual.

El sistema parasimpático también entra en un nivel alto de actividad mientras las personas duermen. De acuerdo a Haley, "es responsable por las funciones de restauración del cerebro", brindando la sensación de descanso luego de un relajante sueño nocturno.

Haley teorizó que el daño al sistema nervioso parasimpático podría ser la clave para explicar el variado grupo de síntomas que Townsend y otros veteranos de la Guerra del Golfo experimentan.

Para averiguarlo, él y su equipo usaron nueva tecnología para vigilar y comparar los patrones de 24 horas de los latidos del corazón de 22 veteranos enfermos de la Guerra del Golfo a aquellos de 19 sujetos saludables de características comparables. Decidieron usar el ritmo cardiaco por que está cercanamente relacionado con la activación del nervio vago, el cual, a su vez, es controlado por el sistema nervioso parasimpático.

Como se esperaba, la actividad del sistema nervioso parasimpático de los voluntarios saludables era más bajo durante las horas de vigilia y luego llegaba a su máximo en el periodo de descanso del sueño.

Por otro lado, "en los veteranos enfermos de la Guerra del Golfo, prácticamente no cambió en nada", apuntó Haley. "No se activó cuando se durmieron, de hecho, descendió más en comparación con los niveles del día".

Haley señaló que este tipo de disfunción parasimpática podría explicar muchas de las quejas comunes de los veteranos enfermos de la Guerra del Golfo, como la sensación de fatiga aún después de una noche de sueño completa. "Se sienten muy mal el resto del día, esto es lo que la fatiga crónica significa para este grupo", declaró.

La disfunción parasimpática también podría explicar los demás síntomas comunes a la enfermedad de la Guerra del Golfo, tales disfunción de la vesícula biliar, los cambios de la personalidad, la diarrea crónica y los problemas sexuales.

Estudios con ratas realizados por científicos de la Universidad de Nuevo México parecen apoyar esta teoría, apuntó Haley. Los investigadores del lugar expusieron a los roedores a niveles muy bajos del gas nervioso y examinaron sus cerebros un mes después.

¿El resultado? Daño a los ganglios basales y al tallo cerebral, exactamente las áreas responsables de la función parasimpática.

"Lo que es realmente importante sobre estos hallazgos es que examinan un grupo de síntomas que, en el pasado, eran frecuentemente llamados 'síntomas misteriosos' de una 'enfermedad misteriosa' por el Departamento de Defensa y por Veterans' Affairs. Pero ahora podemos conectarlos todos con una anormalidad y demostrar que son parte de un proceso", señaló Haley.

De hecho, luego de resistir durante años la idea de una enfermedad específica de la Guerra del Golfo, el Departamento de Defensa se ha convertido en defensor de esta investigación y patrocinó este último estudio, apuntó Haley.

Para veteranos con una larga historia de sufrimiento, como Townsend, encontrar la causa de la enfermedad podría algún día llevar a terapias efectivas.

"Primero, nos dirigimos al punto básico y averiguamos qué anda mal, para comprender la enfermedad a un nivel celular, o incluso molecular", señaló Haley. "Luego, podríamos encontrar un tratamiento".

¿Y qué pasa con los soldados que están ahora en el segundo conflicto de la Guerra del Golfo? Haley considera que la mayoría no sufrirá del síndrome relacionado con el gas nervioso. Apuntó que la mayor parte de la exposición al gas nervioso de las tropas durante la Guerra del Golfo I ocurrió cuando las fuerzas aliadas bombardearon instalaciones enemigas de almacenamiento de municiones o químicos.

Sin embargo, esta vez, "los militares se cuidaron mucho para evitar bombardear [lo que se sospechaba que eran] depósitos de gas nervioso", señaló Haley. "No bombardearon ninguna instalación que sospecharan que contenía armas de destrucción masiva, y utilizaron indicadores más sensibles y mejores máscaras y equipos".

Más Información

Para lo último en la investigación del Síndrome de la Guerra del Golfo, visite el Department of Veterans Affairs.Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare


HealthDay

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