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Tomar cruceros ya no es tan bueno para la salud

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Por Amanda Gardner Reportera de HealthDay

Traducido del inglés: Lunes, 11 de octubre, 2004

LUNES 11 de octubre (HealthDayNews/HispaniCare) -- Los estadounidenses pierden la batalla contra la obesidad el instante en que suben a un crucero.

Lo vi muy claramente cuando tomé el barco de cruceros Ms. Zandaam en Vancouver recientemente, para un crucero de seis días en el Pasaje Interior de Alaska.

El crucero semanal, con unos 1,400 pasajeros y una tripulación de 600, devora un promedio de 8,500 libras de carnes y productos cárnicos, 1,100 libras de mantequilla y margarina, y 200 galones de helado, para no mencionar los 18,000 huevos y 20,000 paquetes individuales de azúcar, de acuerdo a un boletín oficial que recibí el primer día.

La única pregunta que me quedó fue cuántas de esas libras terminarían en mi posterior antes de que desembarcara la próxima semana.

Alaska es hermoso, pero el personal de cocina del Zandaam parecía determinado a que las mesas de buffet, siempre llenas, fueran por lo menos igual de asombrosas.

Tal vez no hubiera sido tan malo si no hubiera habido un grupo de control residente a bordo. La tripulación, mayormente formadas por indonesios y filipinos, eran delgados (mucho más delgados que los pasajeros, principalmente estadounidenses, británicos y australianos que pasaban sus días rodando por los estrechos corredores para ir de un comedor a otro). En nuestra tercera noche en el mar, el maestro de ceremonias de un espectáculo de la tripulación indonesa, encargado de un comedor, hizo chistes sobre la diferencia en el tamaño. La tripulación parecía granos de arroz, afirmó, tal vez porque eso era lo que comían (unas 2,100 libras de arroz por semana), mientras que la audiencia tenía un mayor parecido con papas horneadas.

Los pasajeros, de hecho, comían papas horneadas. También comieron papas a la francesa, deditos de papa, puré de papas, papas dauphinoise, papas fritas, panqueques de papas, papas macaire, papas rojas, puré de papas con ajo asado, sopa de papas con tocineta, puré de papas con cebollino, papas con perejil, croquetas de papa, papas rissole, ensalada de papas alemana, papas salteadas, papas fritas con perejil, papas al ajo, tiritas de papas, entre otros.

Cada día comenzaba con un desayuno en el Comedor Rotterdam o en el Restaurante Lido. Usualmente iba al Lido, que ofrecía un diabólico buffet de cereales, panecillos, salmón ahumado, huevos, panqueques, salchichas y tortillas de huevo hechas a la orden, y mucho más. También comía el almuerzo ahí, otro extravagante buffet con ensaladas (incluyendo ensalada de macarrones, papa y Waldorf), sopas, comidas completas con carnes y vegetales, vegetales salteados y quesos variados.

Y, por supuesto, había pan.

Cada día, el panadero del barco y su personal preparaban más de 20 tipos diferentes de pan, incluyendo 120 hogazas regulares, 100 hogazas de pan francés, 4,000 panes para la cena, 800 croissants, y 800 panecillos daneses y dulces.

La cena era formal, e incluía aperitivos (queso Brie frito incrustado con avellanas, crostini de portabella y ricotta con pechuga de pollo ahumada), sopas (bisque de langosta, y de cebolla francesa), ensaladas (césar y griega), entradas (bacalao malvo con papitas fritas, jamón glaseado con miel), entradas de la parrilla (filete miñón a la Óscar, camarones gigantes, y vieiras) y postres (torta de mousse de praliné con salsa de caramelo, pot de chocolate con crema batida, pudín de pan de masa agria Yukon, armonía de chocolate con salsa de brandy).

Entre comidas, era posible (mucho más posible al inicio del viaje que al final) caminar alrededor de la cubierta del barco (3.5 alrededor de la cubierta equivalía a una milla) o ir de un bar o café a otro (con la opción de tomar el elevador en lugar de las escaleras) y la Terrace Grill, la que servía tacos y pizza al lado de la piscina. El crucero se detuvo en puertos tres veces, pero noté que la mayoría de pasajeros se las arreglaron para volver al barco a tiempo para el almuerzo o la cena. Para los que no estuvieron a tiempo para la cena, siempre había servicio en la habitación. Y por si fuera poco, cada noche colocaban un chocolate en la almohada.

Ahora que estoy en tierra firme, mis ropas sólo me aprietan un poco más que antes del crucero. Pienso que es debido a que los siempre complacientes chefs estaban dispuestos a preparar mi bacalao malvo al vapor y porque elegí siempre las opciones de postre sin azúcar (gelatina, pudín de caramelo, helado de vainilla) y los panecillos para diabéticos en el desayuno.

O tal vez porque hay un límite al daño que uno se puede causar a sí mismo en una semana.

El Zandaam, parte de la línea de cruceros Holland-America, es ahora un crucero de tres semanas a través del Canal de Panamá y al Caribe. Estoy feliz de no estar a bordo. No sé por cuánto tiempo hubiera seguido eligiendo gelatina en vez de torta de chocolate con salsa de Grand Marnier de naranja.

Más Información

Los U.S. Centers for Disease Control and Prevention tienen más información sobre la obesidad. Artículo por HealthDay, traducido por HispaniCare


HealthDay

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