Una señal de una economía sana es su capacidad de crear empleos - - empleos que estén bien pagados y brinden beneficios adecuados para mejorar la calidad de vida de los individuos y la población en general.

A medida que el siglo XX se aproxima a su fin, los mercados laborales se caracterizan cada vez más por el rápido progreso tecnológico, la creciente competitividad mundial, las tasas de natalidad declinantes y una fuerza laboral envejeciente, de lo que a menudo resulta un alto desempleo o una creciente desigualdad de remuneraciones. Entre los retos que encaran todas las naciones se encuentran el de cómo ofrecer una transición sin tropiezos de la escuela al trabajo, de un empleo al siguiente y del desempleo al trabajo.

El crecimiento macroeconómico, por sí solo, ya no parece adecuado para ponerse a la altura de estos retos. Los mercados laborales excesivamente regulados tampoco cumplen ese cometido, a medida que la reducción de la flexibilidad favorece la inversión en capital físico en desmedro del capital humano. Los economistas argumentan cada vez más a favor de un nuevo equilibrio entre la flexibilidad en el lugar de trabajo y la seguridad, y entre ofrecer servicios de empleo y dar apoyo financiero a los desempleados.

El 22 de febrero, los ministros de finanzas y trabajo de los siete principales países industrializados y Rusia se reunieron en Londres para discutir soluciones de los problemas generales de desempleo y salarios bajos. Este número de Perspectivas Económicas examina a fondo políticas que crean incentivos de trabajo, que brindan a los trabajadores las destrezas que necesitan para enfrentar las cambiantes demandas tecnológicas, y que realzan la seguridad de empleo sin reducir la flexibilidad de las compañías.

Perspectivas Económicas
Publicación Electrónica de USIS, Vol. 3, No. 1, febrero de 1998