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Actualizada: 01/VII/03

La agricultura de EE.UU.


El Departamento de Agricultura
Historia
El papel creciente del gobierno
Políticas agrícolas actuales
La agricultura de hoy
El futuro


Desde los primeros días, la visión de agricultores trabajando en el campo ha sido parte vital en la experiencia estadounidense. Si un observador hubiera explorado los bosques del este norteamericano poco antes de la llegada de los colonizadores europeos, se habría encontrado con claros diseminados en los cuales las comunidades de americanos nativos o "indios" cultivaban plantíos de maíz, fríjol y calabaza. Hoy, desde un avión que vuele a gran altura sobre las grandes planicies centrales del continente estadounidense, se pueden ver los vastos campos sembrados de trigo, maíz, soya y otros cultivos. Las formas externas han cambiado, pero no la importancia de la agricultura. Hoy, como entonces, la agricultura provee los alimentos con los que se resuelven las necesidades primarias de la gente. La agricultura y las industrias relacionadas son base de la vida económica y gran parte del producto nacional bruto. La agricultura representa un vínculo de continuidad entre el presente y el pasado, uniendo a las nuevas generaciones con los ritmos y sueños de las generaciones de antaño.

Desde los orígenes de la nación, los líderes han ensalzado las virtudes del vigoroso y autosuficiente agricultor como la persona más digna de emulación por el pueblo en general. Thomas Jefferson, tercer presidente de Estados Unidos, lo sintetizó de esta manera:

    "Tiempo de cosecha en el medio oeste de Estados Unidos, y una fila de segadoras-trilladoras avanza a través de un campo de trigo. Estados Unidos, que produce aproximadamente 70 millones de toneladas métricas de trigo y 195 millones de toneladas de maíz por año, es el mayor exportador del mundo de ambos productos. Los agricultores son los ciudadanos más valiosos, los más enérgicos, los más independientes, los más virtuosos y están atados a su país y unidos a sus intereses por los lazos más duraderos".
Los agricultores en realidad nunca han sido verdaderamente tan autosuficientes como se cree, estando sujetos como lo están, a los caprichos del clima y del mercado, así como a las políticas del gobierno. Sin embargo, los agricultores han mostrado un espíritu de independencia e igualdad que les ha ganado tal admiración de la sociedad, que sus méritos han sido adoptados y exaltados por ella.

La agricultura incorpora una variedad y riqueza difíciles de encontrar en el resto del mundo. Esto se debe en parte a lo vasto del país y a la generosidad de la naturaleza, ya que solamente en un área relativamente pequeña en el oeste existen desiertos debido a la escasez de lluvias y nevadas. En el resto del país, las lluvias van de escasas a abundantes y los ríos y aguas subterráneas permiten la irrigación cuando es necesario. Grandes zonas de terrenos planos o suavemente ondulados especialmente en las grandes planicies centrales proveen condiciones ideales pare la agricultura en gran escala. En la actualidad, la granja promedio tiene aproximadamente 180 hectáreas de superficie.

El salto desde las pequeñas granjas de subsistencia del pasado hasta la mezcla actual de pequeñas granjas familiares y las "mega-granjas" de alta tecnología, ha sido muy grande. Para entenderlo debemos conocer el desarrollo de la agricultura en Estados Unidos y explorar las virtudes y carencias de ésta tal como existe en la actualidad.


Historia

Los primeros agricultores americanos, los americanos nativos, ayudaron a los colonos europeos a adaptar sus métodos y cultivos al suelo y clima de Norteamérica. Los colonos lograron esta adaptación con relativa facilidad. Sin embargo, fue mucho más difícil trasplantar los sistemas europeos de propiedad de la tierra con los que estaban familiarizados. El sistema inglés, bajo cuyas reglas la aristocracia provinciana poseía vastas extensiones de tierra y la mayoría de los agricultores eran arrendatarios, simplemente no funcionó en las colonias, aun cuando terratenientes y funcionarios trataron de emularlo.

A fin de cuentas, había una gran cantidad de tierras y también escasez de mano de obra para que funcionara. Excepto los esclavos, el agricultor estaba en libertad de aceptar trabajos en la ciudad o de adquirir tierras propias, y muchos así lo hicieron. La agricultura estadounidense llegó a basarse en una multitud de pequeñas propiedades o granjas familiares con un muy pequeño porcentaje de renta de tierras. Excepto unas cuantas áreas densamente pobladas, las granjas estadounidenses tendían a estar diseminadas y aisladas, en lugar de rodear las aldeas, lo cual contribuyó al individualismo y la autosuficiencia de los granjeros.

Aun cuando la abundancia de tierras tuvo resultados sociales positivos, también tuvo su lado oscuro. Libres de seguir adelante cuando la tierra se agotaba, los agricultores frecuentemente araban más tierra de la que podían cultivar. Agotaban los elementos nutritivos sin reponerlos con fertilizantes; trazaban los surcos sin cuidado, incluso ladera abajo, de modo que cuando llovía copiosamente, el agua formaba arroyos profundos en el campo. A los agricultores negligentes, no les importaban las consecuencias de esto, ya que siempre podían emprender la marcha hacia el oeste, al sur, o a cualquier otra parte. Los más conscientes trabajaban con el peso de la competencia contra vecinos cuyos costos eran menores.

Una manera de competir era incrementando la eficiencia y la producción, por lo que muchos agricultores pusieron mucha atención en ellas. Grandes terratenientes (Thomas Jefferson, por ejemplo, era agricultor además de ser presidente) tuvieron suficiente tiempo libre para dedicarlo al estudio científico de la agricultura. Jefferson llevó a cabo cuidadosos registros climáticos y dejó anotaciones muy detalladas sobre diversos aspectos de la actividad agrícola.

Agricultores prominentes como Jefferson ayudaron a popularizar ideas con un mayor contenido científico pare impulsar y mejorar la agricultura, que las ofrecidas por los europeos. Prácticas tales como la rotación de cultivos o el agregar calizas a los campos (para reducir la acidez), fueron rápidamente asimiladas en los años que siguieron a la independencia. Dichas prácticas se facilitaron por el crecimiento de las sociedades agrícolas y el establecimiento de publicaciones especializadas en ese tema.

A nivel local, las ferias anuales daban oportunidad a las familias campesinas de intercambiar ideas y compartir sus éxitos (ya que ganaban premios por su pienso, ganado o los productos de sus cocinas) y así aprendían sobre el desarrollo de las técnicas agrícolas.

La tecnología tuvo un papel clave en el rápido crecimiento de la producción del campo. Durante el siglo XIX un nuevo invento o herramienta siguió a otro en rápida sucesión. La guadaña y la gavilla fueron sustituidas por la segadora en la recolección de granos y ésta a su vez, cedió terreno a la talladora mecánica de Cyrus McCormick al principio de 1840. El arado de hierro sustituyó al de madera y aquel a su vez fue remplazado (en 1845) por el arado de acero. Durante los años de la Guerra Civil (1861-1865) las máquinas se estaban usando en tareas tales como la recolección de heno, en la trilla, siega, cultivo y plantado. Una gran industria agrícola había surgido alrededor de la ciudad de Chicago, Illinois, en la región conocida como medio oeste. (Esta región comprende la parte norcentral de Estados Unidos, desde Ohio y el oeste de Michigan hasta las Montañas Rocosas. Aún hoy, esta región continúa siendo el principal centro productor de maquinaria agrícola.)

La producción agrícola de Estados Unidos aumentó su rendimiento a grandes saltos durante la segunda mitad del siglo XIX. Un factor importante fue la creciente corriente de colonizadores hacia el Oeste, a través del rio Mississippi, "abriendo" nuevas tierras al cultivo, o sustituyendo a agricultores nativos con agricultores no indígenas. El gobierno federal alentó esta migración hacia el Oeste en diversas formas. Por un lado, negoció tratados con los indios, o usó la fuerza militar para confinarlos en reservaciones (áreas destinadas a albergarlos) y también entregó gratuitamente tierras a los colonos y otorgó concesiones a los constructores de vías férreas para alentarlos a prolongar sus líneas con rapidez.

La ley gubernamental que estableció la política de tierra libre fue conocida como Ley de Heredades. Fue aprobada en 1862 mientras estaba en su apogeo la Guerra Civil y en ella se ofrecÍa una granja de 85 hectáreas de tierra a cada familia de colonos. Cualquier jefe de familia que tuviera 21 años y fuera ciudadano de Estados Unidos (o estuviera por convertirse en ciudadano), podía adquirir gratuitamente una propiedad con sólo vivir durante cinco años en un pedazo de tierra pública. Pero si la familia tenía prisa, podía adquirir la tierra por US$1,25 el acre, después de seis meses de estar en ella. Años más tarde, el gobieRNo proveyó los medios para que las familias pudieran adquirir superficies aún mayores con poco o ningún costo. Estas políticas fueron posibles gracias a que el gobiemo de Estados Unidos se consideraba como el propietano de casi todos los territorios al oeste del Río Mississippi, ya fuera por compra o como resultado de la guerra.

La Ley de Heredades confirmó el modelo existente de pequeñas granjas familiares. Esto ayudó a reubicar a la población excedente de los estados del este, permitiendo el aumento de una sociedad de granjeros independientes. El número de personas que poseían o trabajaban el campo aumentó en el siglo XIX y principios del XX alcanzando un máximo de 13,6 millones de personas (14% de la población de Estados Unidos) en 1916.

En tanto que la tierra gratuita o barata ayudó a establecer la granja familiar, tuvo sin embargo consecuencias imprevistas, pues alentó los asentamientos en praderas que recibían pocas o eventuales lluvias (generalmente estas tierras se encuentran al oeste de lo que hoy es Oklahoma City), y la aprobación de la Ley de Heredades llevó a muchas familias a una situación de inestabilidad y subsistencia precaria. Muchas familias provenientes de los estados del este, quienes pensaron que 65 hectáreas eran una extensión excelente para vivir, al mudarse hacia el Oeste encontraron que difícilmente se podía sobrevivir en esa superficie. Sus cosechas de temporal eran muy escasas; su ganado pasaba hambre, lo cual los llevó a sembrar y cultivar en tierras marginales. Cuando las lluvias eran buenas, las cosechas saturaban los mercados y los precios se desplomaban; pero cuando el agua escaseaba, los vientos barrían los campos polvorientos, empobreciendo la tierra.

Al terminar la Guerra Civil en 1865, la sobreproducción pasó a ser un grave problema. No sólo se abrieron nuevas tierras al cultivo sino que con la mejora de la maquinaria, las granjas se hicieron mucho más eficientes. Los arados múltiples permitían hacer varios surcos simultáneamente. Gigantescas máquinas llamadas "combines" llevaban a cabo varias de las operaciones en la cosecha de granos. Al aumentar la producción por encima del consumo, los precios que recibían los granjeros por sus productos comenzaron a declinar. Así, los años entre 1870 y 1900 fueron sumamente difíciles para los agricultores.

El descontento entre los granjeros impulsó el crecimiento de grupos de acción política tales como los "Patrocinadores de la Agricultura" (1870) y el Partido Populista (1890). Los miembros del primer grupo, conocidos como "Grangers", hicieron campaña contra los precios altos y prácticas monopolistas de los ferrocarriles. Sus esfuerzos dieron por resultado la aprobación en muchos estados de leyes conocidas como "Leyes Granger" las cuales llevaron a la creación de cuerpos gubernamentales que reglamentaban, entre otras cosas, las tarifas de los ferrocarriles. Los Grangers también crearon sociedades cooperativas para administrar tiendas, almacenes y otros negocios que servían a las comunidades rurales. Aunque muchas de estas cooperativas fracasaron por la inexperiencia de sus dirigentes, otras sobrevivieron para sentar patrones que, en cierto modo, son seguidos hasta la fecha. Los citricultores de Califomia que comercializan sus productos con el nombre de "Sunkist", lo hacen en forma cooperativa, y en muchas comunidades las tiendas cooperativas compiten con las de propiedad privada en la compra y venta de productos agrícolas.

El Partido Populista agrupó a los Grangers y a muchos otros grupos básicamente rurales en un importante movimiento de protesta política que señalaba algunas de las desigualdades en la vida estadounidense. Los populistas alcanzaron el máximo de influencia durante las elecciones presidenciales de 1892 al obtener aproximadamente un 8% del voto popular. Las metas populistas, tales como la libre acuñación de monedas de plata para inyectar más dinero a la economía pasaron a ser tema de debate nacional y fueron adoptadas por el Partido Demócrata en 1896. Aunque este partido perdió las elecciones, los granjeros y sus aliados lograron hacer destacar algunos temas de su agenda política. Los políticos respetaban el poder político de los agricultores y continuarían poniendo atención a los problemas agrícolas.


El papel creciente del gobierno

Los granjeros hicieron campañas a favor de una gran variedad de políticas gubernamentales, aun cuando no siempre se ponían de acuerdo sobre cuál apoyar. Los primeros granjeros de tierras fronterizas establecieron un sistema nacional de caminos que les permitiera llevar sus cosechas al mercado. También pugnaron por mejoras regionales tales como canales de riego, dragado de ríos y eventualmente concesiones de tierra a las empresas ferrocarrileras. Las políticas agrícolas representaron la mayor divergencia de opinión entre los agricultores de zonas fronterizas y aquellos ubicados en zonas más céntricas del país. Los primeros querían tierras baratas o gratuitas para poder extenderse, mientras que los segundos, ya bien establecidos, preferían dejar las cosas como estaban ya que podrían padecer la baja en precios si la expansión agrícola inundaba el mercado con un exceso de producción.

Hasta 1860 eran pocas las políticas federales dirigidas a los agricultores. Todos los asuntos agrícolas caían bajo la jurisdicción del comisionado de patentes, quien recopilaba las estadísticas del ramo y llevaba a cabo un limitado número de experimentos agrícolas. Pero en 1862, el Congreso creó la Secretaría de Agricultura, elevándola a rango de gabinete en 1889. Tal rango implicaba que al jefe del Departamento se le confería el título de Secretario de Agricultura y se convertía en uno de los asesores principales del presidente. A partir de entonces, el gobierno del país participó directamente en asuntos del campo.

En un principio, la Secretaría de Agricultura tuvo pocos tratos directos con los agricultores. Sus actividades se limitaron a impulsar la investigación y al acopio de estadísticas. Después de 1900 el Congreso le confirmó nuevas responsabilidades, tales como la protección de los bosques y la imposición de normas adecuadas y seguras para los alimentos.

Pocas semanas después de ser creada la Secretaría de Agricultura, el Congreso aprobó la histórica Ley Morrill, con la cual se otorgaron miles de hectáreas de tierra de cultivo al gobierno de cada estado con la finalidad de dotar a una red de escuelas superiores técnicas y agrícolas. En los años siguientes fueron creadas 69 instituciones de esta naturaleza conocidas como "escuelas superiores de tierra donada" ("Land grant colleges"). Estas escuelas han sido de vital importancia en el avance de la investigación agrícola y en la enseñanza de sucesivas generaciones de agricultores.

Alrededor de 1900 los dirigentes agrícolas comenzaron a inquietarse porque los resultados de las investigaciones del gobiemo no llegaban a los granjeros que las podían aplicar. Muchos desconfiaban del consejo gubernamental; se empecinaban en continuar practicando los métodos aprendidos de sus padres y abuelos, despreciando esas nuevas ideas de rotación de cultivos y selección de semillas. Para demostrar la bondad de las nuevas técnicas se estableció un número limitado de granjas modelo y junto con negociantes locales y grupos de agricultores, contrataron a un grupo de agentes demostradores cuya misión era ir de granja en granja para mostrar cómo con las nuevas ideas podían ayudar al granjero a mejorar su producción e ingreso. En 1914 el Congreso dio carácter nacional a estos programas al instituir un servicio de extensión agrícola. Con fondos provistos por el gobierno federal y las escuelas agrícolas, el servicio contrató agentes para establecer oficinas en cada condado (distritos con gobierno local) que proporcionaran consejo a los granjeros y sus familias.

El servicio de extensión agrícola comenzó en una época de prosperidad para los granjeros. Los precios se fueron incrementando entre 1900 y 1914, y continuaron un ascenso más rápido conforme la Primera Guerra Mundial creaba una gran demanda de productos agrícolas. Lejos de los campos de batalla y beneficiándose con la relativa abundancia que daba el equipo agrícola, los granjeros estadounidenses no tuvieron problemas para incrementar su producción. Los precios se duplicaron entre 1914 y 1918 y continuaron elevándose hasta 1920.

Sin embargo, este período de gran prosperidad terminó, y el agricultor estadounidense entró en crisis, los precios cayeron en los años 20 y el futuro se ensombreció. En 1932 el precio promedio de las granjas cayó a menos de un tercio del de 1920. Miles de granjeros fracasaron en sus intentos por pagar sus hipotecas y vieron cómo los bancos y otros acreedores se posesionaban de sus tierras. Pero los agricultores no estaban solos. La Gran Depresión de los años treinta estaba expandiéndose por la economía mundial, dando lugar al desempleo de cientos de miles de trabajadores y obreros, y encarando a los líderes del país con urgentes problemas políticos y económicos.

La respuesta del gobierno a la Gran Depresión dio lugar a una nueva época en la vida agrícola estadounidense. Muchas de las políticas agrícolas actuales encuentran su origen en la desesperada década de los30, y en los programas del Presidente Franklin D. Roosevelt quien sirvió a su país desde 1933 hasta su muerte en 1945. Estos programas fueron parte de lo que Roosevelt llamó el "Nuevo Trato" para el pueblo.


Políticas agrícolas actuales

Una gran cantidad de leyes rigen las polítical agrarias del gobierno de Estados Unidos. El Congreso debate y aprueba "leyes agrícolas" básicas cada cuatro años. Además, muchos aspectos de la política agrícola emergen como subproductos de legislaciones que apuntan a otras metas. Las leyes tributarias, por ejemplo, ayudan a canalizar dinero de inversiones privadas a aspectos específicos de la agricultura.

  • Limitación de la superficie. Apoyándose en la teoría de que la sobreproducción es la causa principal de los bajos precios agrícolas, el gobierno induce a los campesinos a sembrar superficies menores. Esta política comenzó con la Ley de Ajuste Agrícola de 1933, pieza clave en el Nuevo Trato, que ofreció subsidios especiales a los agricultores que accedieran a retirar de la producción parte de sus tierras.

  • Apoyo de precios. Algunos productos básicos son objeto de apoyo en forma de préstamo de una agencia gubernamental. He aquí cómo funciona: el Congreso estipula un precio, como US$2,55 por "bushel" de maíz (1 bushel=35,2 litros), el cual representa el supuesto valor de una cosecha. Los que cultivan maíz y que están de acuerdo con la restricción de superficies, solicitan US$2,55 en préstamo por cada bushel cosechado y entregado al gobiemo. En realidad los prestatarios ofrecen sus cosechas al gobierno como garantía. Si el precio del maíz sube por encima del precio estipulado, el agricultor puede recuperar su cosecha, venderla en el mercado libre, pagar su deuda y conservar la diferencia. Si por el contrario el precio cae, el agricultor puede dejar de pagar el préstamo, sin consecuencias, ya que el gobierno se limita a tomar posesión del grano, y conservarlo o venderlo con pérdida. No existe ningún límite al apoyo de precio para cualquier agricultor.

  • Pagos por deficiencia. Más importantes aún que los préstamos para apoyar precios, son los pagos por deficiencia, los cuales constituyen una forma directa de apoyo al ingreso de los agricultores. El Congreso fija un "precio tope" a diversas cosechas, y nuevamente, para recibir algún beneficio, los granjeros deben dejar sin cultivo algunas tierras. Si los precios que recibe el agricultor por su cosecha en el mercado libre caen por debajo del precio tope, reciben un pago del gobierno para cubrir la diferencia. Estos pagos por deficiencia tienen un tope de US$50.000 anuales. Los pagos por apoyo y deficiencia son aplicables solamente a la producción de granos básicos, productos lácteos y algodón. Muchos otros cultivos carecen de subsidio federal. A pesar del atractivo de US$20.000 millones en subsidios federales (cantidad total en un año reciente), gran cantidad de agricultores prefieren no solicitar la ayuda federal. Solamente uno de cada cinco toma parte en los programas de subsidio.

  • Ordenes de mercado. Algunos cultivos, que incluyen al limón y la naranja, están sujetos a restricciones definitivas en el mercado. Las llamadas "órdenes de mercado" limitan el volumen de la cosecha que un agricultor puede enviar semanalmente al mercado. Al restringir las ventas, tales órdenes tienen como meta incrementar los precios que reciben los granjeros. Dichas restricciones son adoptadas por comités de productores en una región o estado en particular. Los arreglos de comercialización son iniciados sólo después de haber sido votados por los productores participantes. Una vez que se tiene la certificación del Secretario de Agricultura, los arreglos adquieren plena vigencia, y cualquier agricultor que haga caso omiso a las restricciones de mercado puede ser juzgado en los tribunales.

  • Crédito agrícola. Tener acceso a dinero prestado siempre ha sido visto por los agricultores como algo vital para poder operar. Desde 1916 el gobierno federal comenzó a prestar ayuda a diversos programas privados y cooperativos de crédito agrícola. Las leyes del Nuevo Trato, en especial la Ley de Crédito Agrario de 1933, aceleraron el papel gubernamental. Hoy, los granjeros tienen acceso a un número de fuentes de crédito, particulares, cooperativas y gubernamentales. Uno de los principales grupos es conocido como Sistema Federal de Crédito Agrícola, el cual contiene en sí tres tipos de bancos que sirven fines específicos: hacer préstamos hipotecarios, hacer préstamos de avío, tales como la compra de semilla y fertilizantes, y hacer préstamos a cooperativas. El país está dividido en 12 distritos y cada uno tiene tres bancos federales, uno para cada uno de los fines descritos. Estos bancos financian sus operaciones vendiendo bonos a inversionistas, tal y como lo hacen las empresas comerciales. Dado que los bancos por tradición cuentan con un alto margen de crédito, pueden obtener préstamos a tasas de interés muy bajas, lo cual ha servido para mantener bajos los costos del crédito para el agro. Otra fuente de crédito para los agricultores es la Administración Agrícola local, una especie de "prestamista de último recurso", a la cual acuden los granjeros que no tienen otra fuente de ayuda crediticia.

  • Conservación de suelos. Algunos programas federales están específicamente dirigidos a la preservación de suelos. En uno de ellos, por ejemplo, el gobierno comparte con el agricultor el costo de sembrar pasto o leguminosas en los suelos no cultivados para evitar el peligro de erosión.

  • Suministro de agua para riego. Un sistema federal de presas y canales de irrigación proporciona agua a precios subsidiados a los agricultores en 16 estados del Oeste. Con esta agua se cosechan el 18% del algodón del país, así como el 14% de su cebada, el 12% del arroz y el 3% del trigo.

Los programas agrícolas de amplio espectro del gobierno han sentado una fuerte base de apoyo a través de los años. Los miembros del Congreso oriundos de estados agrícolas, obtienen con regularidad aprobación legislativa para todo tipo de programas que satisfagan una variedad de intereses del campo. Pero aún así, algunos de estos programas se han visto atacados por los críticos que arguyen que algunos proyectos funcionan en contra de otros. Dicen, por ejemplo, que el gobierno paga a algunos granjeros por no cultivar un pedazo de tierra, mientras le da alicientes en impuestos para arar y plantar otro. Algunos legisladores y presidentes han urgido al Congreso a disminuir la participación del gobiemo en la agricultura y a llevar a cabo una reducción gradual de los subsidios agrarios y la eventual cancelación de los programas para almacenar excedentes de las cosechas, así como a seguir haciendo préstamos directos a los agricultores. Hay quienes sienten que estos programas significan una indebida interferencia del gobierno en el funcionamiento de un mercado libre. Sin embargo, importantes intereses económicos defienden muchos de los aspectos de la presente política agrícola, y por eso las propuestas para modificar el actual sistema han provocado enérgicos debates en el Congreso.


La agricultura de hoy

Al acercarse el fin del siglo XX, muchos estadounidenses han observado los éxitos y fallas de la agricultura del país. Han encontrado mucho para enorgullecerse, pero también han elevado protestas insistentes. Los éxitos de la agricultura estadounidense son fáciles de ver, y muchos agricultores se jactan de ellos. En algunas zonas del medio oeste, se encuentran letreros que dicen, "Un campesino alimenta a 75 personas". Gracias a la generosidad de la naturaleza y al uso efectivo de maquinaria, fertilizantes y productos químicos, los agricultores no conocen rival en la producción de cosechas copiosas y baratas. El país produce la mitad de la producción mundial de soya y maíz, y del 10% al 25% del algodón, trigo, tabaco y aceites vegetales.

Como quiera que sea, la agricultura es un gran negocio en Estados Unidos. De hecho, la palabra "agroindustria" fue creada para reflejar la naturaleza a gran escala de los negocios agrícolas en la moderna economía estadounidense. El término abarca todas las facetas del complejo de los negocios relacionados con la agricultura, desde el granjero hasta el fabricante multinacional de productos químicos para la agricultura. La agroindustria incorpora a cooperativas agrícolas, empresas fabricantes de equipo, bancos rurales, transportadores de productos agrícolas, comerciantes, industrias procesadoras de alimentos, cadenas de supermercados, y muchos otros negocios.

Tanto los consumidores estadounidenses como los extranjeros se benefician de la producción a bajo precio de los granjeros del país. Los consumidores pagan menos por su comida que los pueblos de muchos otros países industrializados. Más aún, un tercio de las tierras de cultivo en Estados Unidos están dedicadas a producir cosechas destinadas a la exportación a Europa, Asia, Africa, y América Latina. Las exportaciones alcanzaron un valor de US$42,6 millardos en 1993, y en cambio las importaciones están muy por debajo, dejando un superávit en la balanza comercial agrícola. Sin embargo, para mayo de 2002 las exportaciones llegaron a : $4,097 millardos, mientras las importaciones totalizaron casi $3,614 millardos.

El nivel de vida de los granjeros es generalmente alto. El promedio de sus ingresos equivale a las tres cuartas partes de los de otros grupos sociales, pero como los gastos de las familias granjeras son menores, su nivel de vida está muy cerca del promedio nacional. Aunque la vida rural de antaño implicaba estar aislado de las comodidades de la vida moderna, hoy ya no sucede.

La celeridad de muchos granjeros para adoptar nuevas tecnologías ha sido uno de los puntales de la agricultura en Estados Unidos. Las computadoras son sólo la última de la larga lista de innovaciones que han ayudado a los granjeros a reducir sus costos e incrementar la productividad. Pero aún así, los granjeros son conocidos por ser tradicionales a la vez que innovadores. Su arraigada tendencia conservadora, como su respeto por la tradición, son lo que ha permitido a las comunidades rurales tener estabilidad en tiempos de cambios acelerados.

Sin embargo, la agricultura tiene un lado oscuro así como uno brillante. Los granjeros de Estados Unidos pasan por períodos alternos de prosperidad y de recesión, de manera que algunas prácticas agrícolas han dado lugar a preocupaciones de tipo ambientales y otras. Mientras la alta productividad de los campos ha mantenido bajos los precios a los consumidores, los agricultores han sido quizá demasiado exitosos. Los excedentes de cosechas y los precios bajos han sido obstáculo para que los agricultores se beneficien. El costo de los productos que los granjeros adquieren: tractores, fertilizantes, y pesticidas, se ha elevado más rápidamente que los precios que reciben por sus cosechas. Por otro lado, las altas tasas de interés han incrementado la carga económica de los granjeros.

A principio de los años 80 se inició un período de dificultades económicas. Declinaron las exportaciones agrícolas, debido a la sobrevaluación del dólar, lo cual elevó el precio de los productos del país en los mercados extranjeros. Cayeron los precios de las cosechas y se elevaron las tasas de interés. Muchos granjeros se vieron en dificultades para pagar sus préstamos e hipotecas adquiridas cuando los precios e ingresos eran mayores. Al igual que en los años 30, algunos granjeros perdieron sus tierras y equipos, los cuales fueron vendidos para cubrir sus deudas. En docenas de comunidades rurales la crisis causó el cierre de bancos, cooperativas agrícolas y pequeñas empresas. Una diversidad de programas gubernamentales así como particulares ayudaron a aliviar el sufrimiento, pero muchos agricultores se preguntaban si los tiempos buenos habían llegado a su fin.

Hay observadores que dicen que la pequeña granja familiar ya no tiene cabida en Estados Unidos. Las granjas se han hecho cada vez más grandes, mientras la población rural ha decrecido. Hoy, con una población total de más de 248 millones, únicamente hay un poco más de 2 millones de granjas.

Alrededor de una tercera parte de los granjeros son agricultores sólo parcialmente pues simultáneamente tienen otros empleos con los cuales complementan sus ingresos. Mientras tanto, un mayor número de granjas están pasando a manos de las empresas, desde pequeños negocios unifamiliares hasta gigantescos conglomerados. Aproximadamente una quinta parte de todo el ingreso agrícola pertenece a corporaciones.

Los defensores de la granja familiar lamentan la tendencia que existe hacia las grandes granjas corporativas. Arguyen que en ellas lo único que interesa es la ganancia neta y que, al contrario de los pequeños agricultores, usan técnicas de producción que pueden hacerle daño al ambiente. El pequeño agricultor tiene respeto por la tierra y un sentido de administración de los cuales carecen las corporaciones. Hay, sin embargo, quienes defienden las agroindustrias. Señalan que las empresas por regla general, cuentan con mayores recursos de capital que el pequeño agricultor y, por lo tanto pueden permitirse tomar medidas de conservación que rendirán beneficios sólo a largo plazo.

Los críticos acusan tanto a los granjeros como a las empresas de dañar el medio ambiente. Desde los años 40 los granjeros han aumentado el uso de fertilizantes artificiales, así como de herbicidas y plaguicidas químicos para proteger de plagas los cultivos. Tales auxiliares de la agricultura han jugado un papel importante en el incremento de la producción, pero también han causado problemas. El agua de las lluvias que se filtra o que escurre de las tierras, lleva consigo los fertilizantes al subsuelo, ríos y lagos dañando la calidad del agua y ayudando al crecimiento indeseable de la flora acuática. Los productos químicos tóxicos, algunos de ellos ligados al cáncer y a otros males, han hecho su aparición en el agua, en el aire, y en los alimentos de la nación aun cuando se mantiene una vigilancia constante de los funcionarios del gobierno a nivel federal y estatal para proteger estos recursos. Algunos han hecho daño a los granjeros y trabajadores agrícolas a pesar de los argumentos de las empresas fabricantes que insisten que sus productos son inocuos cuando son usados conforme a las instrucciones de aplicación. Al paso de los años, muchas plagas agrícolas han desarrollado resistencia a productos suaves, de modo que los granjeros han tenido que recurrir a productos más potentes y caros.


El futuro

Conforme encaran el futuro, de lo único que pueden estar seguros los granjeros, es que habrá más cambios. Existen programas de investigación y desarrollo muy ambiciosos, que se están llevando a cabo en universidades, laboratorios de gobierno y empresas que prometen continuar las tendencias de años recientes.

Hay muchas innovaciones que deben ser tomadas en cuenta. Una de ellas es la "agricultura sin arado", en la cual el agricultor procede a plantar directamente entre el rastrojo del cultivo anterior sin haber previamente volteado la tierra con el arado. Este sistema depende en gran medida de los herbicidas químicos y por eso ha sido criticado. Sin embargo, puede reducir la erosión y los costos de mano de obra y combustibles, por lo que muchos granjeros lo han adoptado con entusiasmo.

Otras novedades se han originado en la biotecnología, es decir, la aplicación de las ciencias biológicas a fines prácticos. Un cierto número de empresas ha tomado la iniciativa en el uso de dichas técnicas, entre las que destaca el "empalme genético" diseñado para producir nuevas plantas y animales, con las características deseadas. Esta técnica consiste en la alteración artificial de los genes que llevan las características hereditarias de los organismos. Tal vez en el futuro se conozcan plantas más productivas, que requieran menos fertilizantes, con mayor resistencia a las enfermedades y a los insectos. Los biotecnistas así lo creen, y predicen que su trabajo permitirá a los granjeros reducir su dependencia de los químicos tóxicos, conservando intacto el ambiente.

Es más difícil predecir los cambios sociales y demográficos. Tal vez no está sentenciada a desaparecer la granja familiar como temen algunos. Un posible indicio es que el número de granjas pequeñas ha crecido en años recientes conforme la población en áreas rurales ha dejado de disminuir y ha empezado a crecer. (El número de granjas pequeñas y grandes crece conforme disminuye el número de las medianas.)

Respondiendo a las innovaciones y evolucionando al paso del tiempo, la agricultura queda como la base sobre la cual se apoyan el bienestar y la prosperidad. Este lazo que une al pasado, al presente y al futuro, es fundamental al sistema de vida de Estados Unidos.