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Actualizada: 15/XI/01

Colombia y Estados Unidos:
economía y política exterior
en un nuevo ambiente internacional


Palabras de la Embajadora Anne W. Patterson
ante la Asociación Nacional de Exportadores, ANALDEX


Señor Ronald Bakalarz, Presidente de la Junta de ANALDEX, Señor Javier Díaz Molina, Presidente de ANALDEX, miembros de ANALDEX; amigos e invitados:

Es un gran placer reunirme con ustedes y tener la oportunidad de dirigirme a esta organización tan importante en la vida nacional colombiana. Las empresas que son miembros de ANALDEX son esenciales para la proyección internacional de Colombia. Por eso es totalmente apropiado que ANALDEX haya preparado este foro en el cual tratamos de comprender el impacto de los eventos del 11 de septiembre.

Ya es común decir, "El mundo ha cambiado". Pero eso ciertamente es la realidad. Los ataques a las Torres Gemelas y al Pentágono sólo ocurrieron hace dos meses. Como estadounidense, quedé impresionada con la rápida y bien analizada respuesta emprendida por mi Gobierno, así como con el nivel de apoyo mundial que obtuvo. Muchos países se nos han unido en una amplia coalición internacional contra el terrorismo.

Los eventos en Afganistán han empezado a avanzar rápidamente, con la captura esta semana de centros estratégicos por parte de la Alianza del Norte. Sin embargo, debemos reconocer que sólo estamos empezando una larga campaña en la cual, para lograr el éxito, es necesario coordinar los elementos diplomáticos, militares, de inteligencia, de ejecución de la ley, y de relaciones públicas.

Ha habido mucho debate sobre el impacto que tendrá la nueva prioridad antiterrorista en las relaciones entre nuestros dos países. Esta nueva prioridad indudablemente afectará la manera como Estados Unidos ve a los demás países, incluyendo a Colombia. Pero la premisa básica de las relaciones bilaterales entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia sigue igual: los actores violentos de Colombia (las FARC, el ELN, y las Autodefensas) se han beneficiado tremendamente de las ganancias del cultivo, el procesamiento y la distribución de narcóticos. Al mismo tiempo, la presencia de esos grupos armados ilegales en áreas rurales de Colombia, ha permitido el enorme aumento en la producción de narcóticos. Este círculo vicioso ha convertido a Colombia en la víctima de ataques a poblaciones rurales, de secuestro y extorsión.

El Plan Colombia busca romper este círculo vicioso, proporcionando los recursos para un vigoroso programa de erradicación de coca y amapola, así como un programa igualmente vigoroso de desarrollo alternativo, y el fortalecimiento de los sectores público y judicial. Este proceso apenas está comenzando.

Otra premisa fundamental en la política exterior de Estados Unidos no ha cambiado: el apoyo continuo para el proceso de paz en Colombia. Sabemos muy bien que la única solución permanente para los problemas de Colombia es una paz duradera. Nadie ha demostrado más valor que el Presidente Pastrana en la búsqueda de la paz, aunque no ha habido reciprocidad de parte de las FARC. Continuamos apoyando sus esfuerzos. Y, recibimos con agrado la noticia de una posible renovación del diálogo entre el Gobierno y el ELN.

En Colombia, nuestra fuerte política anti-narcóticos es la mejor política anti-terrorismo. En el nuevo ambiente en el cual vivimos, mi Gobierno busca maneras más directamente relacionadas con el anti-terrorismo para colaborar con Colombia. Eso incluye asistencia adicional para las unidades anti-secuestro (el GAULA de la Policía y del Ejército) la cual atacará una importante fuente de financiación.

Queremos utilizar todas las herramientas del sistema legal de Estados Unidos, como lo demostró la reciente decisión de revocar o negar visas a las personas asociadas con las Autodefensas Unidas de Colombia.

Necesitamos pensar en el impacto económico, tanto inmediato como a más largo plazo, de los eventos del 11 de septiembre. En muchas formas el impacto será tan duradero como el de cualquier consecuencia política.

La economía colombiana está muy ligada a la de Estados Unidos, su mayor socio comercial. Este vínculo se ha acentuado porque las exportaciones han tenido un papel preponderante en la recuperación de la economía colombiana de su fuerte recesión. Por eso los colombianos se preguntan para dónde va la economía estadounidense. Aun antes del 11 de septiembre, ya se había notado una reducción en el crecimiento económico, después de un largo período de crecimiento económico sostenido. Entonces ocurrieron los ataques a Nueva York y Washington y los ataques con ántrax.

Los efectos a corto plazo, incluyendo la reducción en la industria aérea, ya se han empezado a sentir. Las estadísticas iniciales para el tercer trimestre de 2001 muestran un crecimiento negativo del producto interno bruto. No se sabe si eso se extenderá al siguiente trimestre, causando una recesión.

Pero, como ustedes en Colombia saben por experiencia, el terrorismo tiene profundo efecto sobre la opinión pública, y eso puede afectar la sicología del consumidor, creando menor demanda. Lamentablemente, tendremos que enfrentar un complicado panorama económico por algún tiempo. Sin embargo, como observadores interesados de la economía estadounidense, deben tener en cuenta unos factores que ayudarán a superar las actuales dificultades económicas. El esfuerzo de los últimos años para controlar nuestro déficit, le ha dado a la Junta de la Reserva Federal espacio para una serie de recortes en las tasas de interés. También ha proporcionado estímulo fiscal en la forma de reducciones de impuestos, y para gastos de reconstrucción, de mayor seguridad y de apoyo a la industria aeronáutica.

Claro que, aun en el ambiente actual de cooperación bipartidista, habrá un animado debate sobre la mejor forma de estructurar cualquier estrategia de gastos o de alivio fiscal. Pero ahora estamos en mejor posición para enfrentar las consecuencias económicas de los ataques, de lo que hubiéramos estado hace seis u ocho años.

Pero, confío en que mis compatriotas se adaptarán a las circunstancias cambiantes, manteniendo su firmeza en la lucha contra el terrorismo. Van a volver a su estilo de vida, incluyendo sus gastos y sus inversiones, y nuestros socios comerciales, entre ellos Colombia, se beneficiarán.

Mientras tanto, Colombia, como otros países en vías de desarrollo, afrontará nuevos desafíos que exigirán nuevos esfuerzos.

En más de un año que he estado en Colombia, me ha impresionado la alta calidad de los administradores económicos, tanto en los ministerios, como en el Banco de la República y, especialmente, en el sector privado. Confío en que se pondrán a la altura de las circunstancias. Pero, al mismo tiempo, no debemos ilusionarnos. En tiempos de crisis, los prestamistas, los inversionistas, los compradores y los vendedores, se tornan cautelosos y proteccionistas. Será necesario convencerlos de que Colombia es un mercado que no pueden ignorar.

Quisiera comentar brevemente sobre los desafíos que existen en los campos financiero, de inversiones y comercial.

Primero, por el lado financiero, Colombia afortunadamente tiene un buen historial. La política del Presidente Pastrana y del Ministro de Hacienda Santos, de seguir las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional y de los mercados crediticios mundiales, ha pagado dividendos. Es fácil hablar; pero los mercados quedaron impresionados por sus obras. Con una serie de presupuestos austeros, una reforma fiscal, y progreso hacia una legislación que frene las trasferencias territoriales, Colombia se ha convertido en estrella entre los mercados latinoamericanos, y la diferencia que tienen que pagar los bonos colombianos sobre los del Tesoro de Estados Unidos (o "spread") es supremamente baja. Vale la pena mencionar también el manejo inteligente de la emisión de su deuda.

Pero nada es inevitable. La opinión de los mercados puede cambiar radicalmente de la noche a la mañana. El riesgo del contagio financiero en la región no se puede ignorar, mientras observamos los eventos en Argentina y en otros países. Colombia es particularmente vulnerable al "riesgo de los titulares", o sea, a la tendencia de los mercados a sobredimensionar los informes de prensa, especialmente los relacionados con la inseguridad. Con la popularidad de la palabra "terrorismo", esto es especialmente preocupante.

En ese contexto, mi único consejo es que Colombia mantenga su rumbo. Los mercados sobredimensionan las malas noticias, pero también se corrigen cuando reconocen unas bases sanas. Si las administraciones del Presidente Pastrana y de su sucesor mantienen políticas macroeconómicas prudentes, como las que han caracterizado el manejo económico de Colombia durante el último siglo, Colombia podrá sobrevivir, y aun prosperar, hasta en ese nuevo e incierto mundo, resultado del 11 de septiembre.

La inversión directa extranjera generalmente es reconocida como esencial para el crecimiento de Colombia a largo plazo. Yo sé que el Presidente Pastrana ha estado dedicado a vender a Colombia ante los inversionistas potenciales. Desde el principio de su administración tomó la decisión de hacer derogar la disposición constitucional que permite la expropiación sin compensación de inversiones extranjeras. Ha habido importantes inversiones estadounidenses en el pasado reciente por compañías como Bellsouth y Clorox. Pero la mayoría de las compañías de Estados Unidos habían sido cautelosas sobre la ampliación de su presencia en Colombia antes del 11 de septiembre, así que esos eventos indudablemente aumentarán su cautela.

Me preguntarán, ¿qué puede hacer Colombia? Como en el área financiera, en el área de inversiones no hay sustituto para las políticas consistentes, a largo plazo. Si los inversionistas potenciales ven que los inversionistas en Colombia tienen éxito, tarde o temprano se unirán a ellos. En general, Colombia ofrece políticas sanas para la inversión extranjera en materia fiscal y en repatriación de utilidades.

Sin embargo, nuestros dos países tienen una nueva oportunidad de poner en claro que el clima inversionista en Colombia es de puertas abiertas. Durante la visita del Presidente Pastrana a Washington en febrero, nuestros gobiernos acordaron colaborar para lograr un tratado bilateral de inversión. Tales tratados ofrecen a los inversionistas extranjeros un alto nivel de protección legal comparable al de los inversionistas nacionales. Además enviaría una señal a las empresas de Estados Unidos, de que Colombia está comprometida con los inversionistas extranjeros. Espero que nuestros dos gobiernos preparen este tratado para su firma, lo más pronto posible.

Aunque el clima de inversiones es favorable en muchos aspectos, como ustedes saben, los problemas de inseguridad causados por el conflicto interno, abastecido por la cocaína, crean muchas dificultades. La extorsión, el secuestro y la violencia han evitado que muchos inversionistas potenciales se acerquen, y le han costado a Colombia muchos buenos empleos.

Un sector que ha sufrido mucho es el energético. Esta es un área de grandísimo potencial. Ahora que hay conmoción en el Medio Oriente, el Hemisferio Occidental se ve bien como fuente de petróleo. Se han encontrado importantes depósitos de petróleo anteriormente y los geólogos dicen que se puede esperar más. Colombia ha modernizado su estructura de regalías. Ecopetrol ha trabajado arduamente para ofrecer el mercado colombiano a las compañías exploradoras. Pero el valor de todo este arduo trabajo se disminuye cuando el oleoducto deja de funcionar varios meses por ataques de la guerrilla. La guerrilla dice actuar en nombre del pueblo, pero, es irónico que el efecto de sus acciones es evitar que lleguen los fondos que de otra manera irían a las escuelas y hospitales de Colombia. Yo sé que el gobierno colombiano reconoce la necesidad de una solución integral a la seguridad de la infraestructura energética. Esa solución incluiría una presencia estatal establecida, de los militares, la Policía, el poder judicial y la Fiscalía, en áreas claves de producción energética. Como parte del compromiso de mi Gobierno en Colombia, tenemos planeado proporcionar capacitación en protección de infraestructura, similar a la que estamos ofreciendo en los países de la antigua Unión Soviética.

A medida que Colombia trata de fomentar la inversión directa extranjera en un ambiente internacional cada vez más exigente, también les sugeriría a los colombianos analizar normas sectoriales que, tal vez involuntariamente, desaniman la inversión. Colombia ha logrado gran progreso en la protección de los derechos de propiedad intelectual. Felicito especialmente a la Ministra de Comercio Exterior por su compromiso en este campo. Sin embargo, creo que se puede hacer más para crear un régimen de protección de propiedad intelectual al nivel de los mejores del mundo, especialmente respecto de la protección de las patentes farmacéuticas, y de la lucha contra la piratería en esa y otras áreas como el "software" y los productos audiovisuales.

Al considerar el atractivo de Colombia para los inversionistas extranjeros, necesitamos recordar que el campo del capital internacional es muy pequeño, y que si una empresa tiene una experiencia negativa aquí, sus problemas harán la ronda de los círculos comerciales. Cuando una de las principales empresas de telecomunicaciones y una de las grandes empresas de generación eléctrica enfrentan problemas para recibir el pago concedido por un arbitraje, eso hace noticia. También se nota cuando una empresa importante de generación eléctrica considera que debe sacar su equipo e irse del país porque la estructura tarifaria no le permite obtener lo que considera un buen retorno sobre su inversión. Me doy cuenta que en casos que involucran a empresas individuales hay cuestiones complejas de carácter legal y de políticas. Pero las decisiones de políticas envían señales a los inversionistas extranjeros. Y, a quienes verdaderamente nos importa Colombia, nos gustaría que esas señales fueran las apropiadas.

Para terminar, me gustaría examinar la relación comercial entre nuestros países, en el ambiente posterior a los ataques terroristas. Como dije anteriormente, eventualmente la situación macroeconómica se estabilizará y el comercio bilateral aumentará. Lo que necesitamos hacer mientras tanto es continuar trabajando arduamente para remover las barreras comerciales y asegurarnos de estar bien posicionados para aprovechar la recuperación económica cuando llegue.

Nuestros dos países ya están colaborando multilateralmente. Ambos participaron en la cumbre de ministros de hacienda en Doha esta semana. Esperamos una nueva ronda de negociaciones dentro del marco de la Organización Mundial de Comercio, para llegar a un nuevo acuerdo mundial. Ese acuerdo promoverá nuevo crecimiento internacional, como cada acuerdo similar lo ha hecho desde que terminó la Segunda Guerra Mundial.

Colombia y Estados Unidos también están colaborando de cerca en las negociaciones para crear un área de libre comercio de las Américas. Se ha progresado y hay un borrador único con el cual todas las partes pueden trabajar mientras continúan las negociaciones, para lograr nuestro objetivo de tener un acuerdo listo para finales de 2005. Y, a medida que trabajamos multilateralmente hacia el libre comercio, siempre debemos buscar oportunidades de eliminar las barreras comerciales bilaterales. Me gustaría ver el día en que Colombia abandone sus restricciones al comercio agrícola, como los acuerdos de absorción, bajo los cuales las exportaciones hacia Colombia de ciertos productos, están amarradas a compras estadounidenses de proveedores colombianos. Y les puedo asegurar que Estados Unidos continuará tratando de eliminar (siempre bajo la rúbrica científica), cuando sea posible, las barreras sanitarias a las exportaciones agrícolas colombianas, como ya se logró con la pitahaya.

Obviamente, la cuestión comercial de más interés inmediato para Colombia es la renovación del la Ley de Preferencias Arancelarias Andina (ATPA). En los diez años desde que entró en vigor esa ley, ha tenido gran impacto en ciertos sectores de Colombia, especialmente en la industria de las flores. Esa industria ha proporcionado miles de empleos, muchos de ellos a obreros con pocas destrezas, y ha contribuido a la estabilidad social y económica de Colombia. Durante los últimos dos años Colombia ha trabajado arduamente para convencer al Congreso de Estados Unidos de que esta ley no sólo debe ser renovada sino también ampliada. Tal acción proporcionaría acceso adicional a ciertos sectores en los cuales Colombia tiene ventaja comparativa, como son el de confecciones y el de productos de cuero. La administración Bush está de acuerdo en que sería conveniente un mayor acceso al mercado.

Las perspectivas para la renovación y ampliación del ATPA han estado en un continuo sube y baja. Antes del 11 de septiembre las perspectivas de ampliación eran muy buenas. El Gobierno de Colombia, a través del trabajo incansable de su Embajador en Washington, presentó un caso muy convincente del ATPA como la contraparte económica de los esfuerzos anti-narcóticos, de desarrollo alternativo, y de derechos humanos bajo el Plan Colombia. Cuando congresistas de Estados Unidos visitan Bogotá, yo siempre he aprovechado la oportunidad para recordarles de la importancia del ATPA.

Inmediatamente después de los ataques del 11 de septiembre, las perspectivas del ATPA disminuyeron. Nuestro Congreso parecía totalmente absorto en el desafío de la guerra anti-terrorista y la necesidad de una respuesta al daño económico causado por los ataques. Desde entonces, el interés en el ATPA ha revivido. Actualmente hay proyectos de ley sobre el ATPA en ambas cámaras del Congreso. El proyecto de ley de la Cámara es más generoso, con gran acceso al mercado para confecciones producidas localmente. El del Senado es más limitado, y principalmente le da a Colombia y a otros países andinos, el mismo acceso que se le dio el año pasado a las maquilas de los países bajo la Iniciativa para la Cuenca del Caribe. Ya estamos llegando al final de las sesiones del Congreso. La administración Bush también está tratando de lograr su otra prioridad comercial mundial para llevar a cabo las negociaciones comerciales: la autorización para promoción comercial (anteriormente conocida como "autorización de vía rápida"). No es posible saber si la aprobación de la autorización para promoción comercial ayudaría o no a que se apruebe el ATPA. En el momento sólo puedo decir que debemos continuar tratando de lograrlo.

El 11 de septiembre trazó una línea divisoria. No podemos desbaratar el daño que se hizo. Pero podemos seguir hacia delante en forma constructiva. Nuestros dos países han conocido las siniestras consecuencias del terrorismo. Y, a pesar de éste, ambos continúan firmes en su determinación de conseguir la paz y la prosperidad para sus pueblos. Espero con interés colaborar con ustedes a medida que contribuimos a esta formidable tarea.

Gracias.



Bogotá, D.C.
15 de noviembre de 2001