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Actualizada: 17/I/03
El Departamento de Agricultura se refiere a la biotecnología agrícola
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¿Qué es la biotecnología? La biotecnología agrícola es un conjunto de técnicas científicas, entre ellas la ingeniería genética, que se utilizan para crear, mejorar o modificar plantas, animales y microorganismos. Empleando técnicas convencionales, como la reproducción selectiva, los científicos han procurado durante cientos de años mejorar las plantas y los animales para el beneficio humano. Las técnicas modernas permiten ahora a los científicos movilizar los genes (y por lo tanto sus características favorables) en formas que antes no eran posibles, y con mayor facilidad y precisión.
El gobierno federal tiene un sistema bien coordinado para asegurar que los nuevos productos biotecnológicos de la agricultura sean innocuos para el ambiente y para la salud animal y humana. Si bien estas agencias actúan independientemente, mantienen una estrecha relación de trabajo.
APHIS es la principal agencia del gobierno que regula las pruebas innocuas, bajo circunstancias controladas, de nuevas variedades de plantas derivadas de la biotecnología. Una compañía, una institución académica o de investigación, una organización sin ánimo de lucro o un científico del sector público, que desea realizar pruebas en el campo o trasladar (por medio de la importación o transporte interestatal) una planta derivada de la biotecnología, por lo general debe obtener la autorización de APHIS antes de proceder.
Los candidatos piden la autorización de APHIS para realizar pruebas en el campo (una exención ambiental). Proporcionan información acerca de la planta, incluso sobre todos los genes y productos genéticos nuevos, su origen, el propósito de la prueba, cómo se realizará la prueba, y sobre las precauciones específicas que se adoptarán para evitar escapes de polen, plantas, o partes de planta del lugar donde se realizará la prueba. Un científico de APHIS evalúa los posibles impactos ambientales de la prueba propuesta. Se considera el posible impacto de las nuevas variedades de plantas en las especies amenazadas o en peligro de extinción. También se toman en cuenta las especies no afectadas, aquellas que no serán impactadas directamente por la nueva planta. Para agilizar el trámite de los permisos, la mayoría de los solicitantes pueden usar ahora un procedimiento simplificado, por medio del cual notifican a APHIS antes de que procedan a trasladar o probar en el campo un cultivo biotecnológico. APHIS tiene entonces 30 días para examinar la notificación antes de que se realice cualquier prueba. Estas pruebas en el campo deben satisfacer las mismas normas de seguridad que los ensayos que se aprueban mediante el proceso de permisos.
Si se autoriza la prueba, personal de APHIS y funcionarios estatales de agricultura pueden inspeccionar el lugar de la prueba antes, durante, o después de la prueba para garantizar que la misma sea realizada y administrada en forma segura.
Por lo general, antes de que pueda producirse una planta genéticamente modificada a gran escala y se la pueda vender comercialmente, sus creadores deben solicitar de APHIS una "determinación de condición no reglamentada", la cual requiere que se someta más información que la exigida para una solicitud de permiso para una prueba en el campo. Se debe proporcionar a APHIS detalles científicos de la genética de la planta, la naturaleza y el origen del material genético empleado, información acerca de los efectos indirectos sobre otras plantas, informes de las pruebas de campo, y hasta información no favorable para la solicitud. Todas las peticiones se publican en el Federal Register y se otorga al público tiempo para comentar. APHIS aprueba la solicitud solamente si determina que la planta no representa ningún riesgo ambiental significativo para otras plantas y su uso es tan innocuo como el de las variedades más tradicionales.
Es una determinación de APHIS en el sentido de que debe tratarse a la planta nueva como a cualquier otra planta y, por lo tanto, se la puede cultivar, probar o usar para la reproducción tradicional sin ninguna medida adicional de parte de APHIS. Esencialmente, esta determinación permite que se cultive extensamente y se comercialice la planta.
Se requiere también autorización para el transporte hacia Estados Unidos o interestatal de cualquier organismo genéticamente modificado que pueda ser una peste potencial para otras plantas. Asimismo, algunos creadores de las muy pocas plantas biotecnológicas que no están reglamentadas por APHIS pueden conseguir un permiso de cortesía voluntario, el cual puede facilitar el traslado o la prueba de campo de la planta.
Con la aprobación de APHIS, a partir de 1987 se llevaron a cabo innocuamente más de 5.000 ensayos de campo. Unos 40 productos agrícolas nuevos cumplen todos los requisitos regulatorios federales (de todas las agencias pertinentes) y pueden ser vendidos comercialmente. Estos abarcan desde el tomate de mayor duración hasta el maíz resistente a pestes. El Servicio Nacional de Estadísticas Agrícolas (NASS) del Departamento de Agricultura mantiene estadísticas sobre todos los cultivos en Estados Unidos, incluso de los cultivos biotecnológicos. A partir de junio de 2002, los datos del NASS indican que de todo el maíz, el algodón y la semilla de soya cultivados en Estados Unidos, el 34%, 71% y 75%, respectivamente, son variedades biotecnológicas. Un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA) calcula el total de hectáreas dedicadas a cultivos trasgénicos por país. El ISAAA estima que en 2001 se cultivaron en Estados Unidos 35.613 hectáreas de cultivos trasgénicos. Mundialmente, el número calculado de hectáreas dedicadas a cultivos trasgénicos en 2001 fue de 52.610 hectáreas.
La EPA aprueba las nuevas sustancias herbicidas y pesticidas. La EPA otorga también permisos para pruebas a gran escala de herbicidas y plantas derivadas de la biotecnología que contienen nuevas sustancias pesticidas. Al decidir sobre si registrará un pesticida nuevo, la EPA considera la seguridad humana, el destino que la sustancia tendrá en el ambiente, su innocuidad para los seres humanos, su efectividad sobre la plaga contra la debe actuar, y cualquier efecto sobre otras especies que no son blanco de éste.
La FDA garantiza que los alimentos derivados de las nuevas variedades de plantas son innocuos al ser consumidos, exigiendo para ellos las mismas normas altas de seguridad que para cualquier producto alimenticio más tradicional.
Algunas personas pueden no sentirse cómodas con la nueva tecnología. Puede que les preocupen las consecuencias ambientales, sociales y económicas; reales o simplemente temidas. Particularmente en Europa, esta preocupación de los consumidores ha llevado a una resistencia a las plantas y los alimentos derivados de la biotecnología, aunque no a las medicinas. Las preocupaciones de los consumidores europeos pueden ser también agravadas por una desconfianza histórica en la capacidad de sus gobiernos de asegurar la innocuidad de los abastecimientos alimenticios después del susto de las "vacas locas" y más recientemente, la contaminación por la dioxina. Por consiguiente, los gobiernos europeos procedieron lentamente con su aprobación y permisos para la importación de productos derivados de la biotecnología, aunque se ha comprobado que éstos son innocuos para la salud humana y animal y para el ambiente. Esto ha creado fricción con Estados Unidos y otros socios comerciales, quienes creen que los sistemas regulatorios deben basarse en procesos científicos bien fundados. El fracaso de otros países en desarrollar procesos regulatorios consistentes, con bases científicas para regir la biotecnología, puede potencialmente frenar la innovación científica y alterar el comercio. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos reconoce y aprecia las diferencias que existen en las situaciones políticas, sociales y culturales de otros países. Pero los procesos regulatorios deben ser previsibles y trasparentes para que la industria y el público puedan comprenderlos y confiar en ellos.
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