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Actualizada: 2/III/01

Discurso del Presidente Bush ante Plenaria del Congreso


Señor presidente de la Cámara de Representantes, señor vicepresidente, miembros del Congreso:

Es un gran privilegio estar aquí para describir un nuevo presupuesto y un nuevo método de gobernar a nuestro gran país.

Les agradezco su invitación para hablar aquí esta noche. Quiero agradecerles a tantos de ustedes que han aceptado mi invitación de venir a la Casa Blanca a discutir asuntos importantes. Hemos tenido un buen comienzo. Seguiré reuniéndome con ustedes y pidiéndoles su opinión. Ustedes han sido bondadosos y accesibles, y les agradezco por haber hecho que un nuevo presidente se sienta bienvenido.

La última vez que visité el Capitolio vine a prestar juramento. En las escalinatas de este edificio, juré honrar nuestra Constitución y leyes, y les pedí que se unieran a mí para establecer un tono de cortesía y respeto en Washington. Espero que Estados Unidos se esté dando cuenta de la diferencia. Vamos progresando. Juntos, estamos cambiando el tono de la capital de nuestra nación. Y este espíritu de respeto y cooperación es vital porque, al final, seremos juzgados no solamente por lo que decimos o cómo lo decimos, sino por lo que podemos lograr.

Estados Unidos es hoy una nación con grandes desafíos, pero con recursos aún mayores. Un artista que use las estadísticas como pincel podría pintar dos cuadros muy diferentes de nuestro país. Uno tendría los signos de advertencia: despidos en aumento, subida del precio de la energía, demasiadas escuelas que fracasan, pobreza persistente, los vestigios obstinados del racismo. El otro cuadro estaría colmado de bienaventuranzas: un presupuesto equilibrado, grandes superávit, fuerzas armadas sin par, un país en paz con sus vecinos, tecnología que revoluciona el mundo y nuestra mayor fuerza, ciudadanos interesados que se preocupan por nuestro país y por el prójimo.

Ninguno de los cuadros es completo en sí mismo. Y esta noche los desafío e invito al Congreso a trabajar conmigo para usar los recursos de un cuadro para volver a pintar el otro, para dirigir las ventajas de nuestra época para resolver los problemas de nuestro pueblo. Algunos de estos recursos provendrán del Gobierno; algunos, pero no todos. En Washington, año tras año los debates sobre el presupuesto parecen reducirse a un argumento viejo y gastado: por un lado, los que quieren más gobierno, no importa lo que cueste; por el otro, los que quieren menos gobierno, sin importar las necesidades.

Deberíamos dejar esos argumentos para el siglo pasado y trazar un curso diferente. El Gobierno tiene una función, y es una función muy importante. No obstante, demasiado gobierno desplaza la iniciativa y el trabajo empeñoso, la caridad privada y la economía privada. Nuestra nueva visión del gobierno dice que éste debe ser activo, pero limitado; comprometido, pero no abrumador.

Mi presupuesto se funda en esa filosofía. Es razonable y es responsable. Satisface nuestras obligaciones y financia nuestras necesidades crecientes. Aumentamos el gasto el año próximo para el Seguro Social y el Medicare (el programa de asistencia médica para personas mayores de 65 años) y otros programas de prestaciones en US$81.000 millones. Hemos aumentado los gastos para programas discrecionales en un muy responsable 4%, por encima de la tasa de inflación. Mi plan amortiza un monto sin precedentes de nuestra deuda nacional, y cuando queda dinero, en primer lugar, mi plan lo devuelve a la gente que lo ha ganado.

El impacto de un presupuesto se cuenta en dólares, pero se mide en vidas. Escuelas excelentes, atención médica de calidad, una jubilación segura, un ambiente más limpio, una defensa más fuerte; todas estas son necesidades importantes y nosotros las financiamos. El porcentaje más alto de aumento en nuestro presupuesto debería ir a la educación de nuestros niños. La educación es mi prioridad máxima y, al apoyar este presupuesto, también será la de ustedes.

La lectura es la base de toda enseñanza, de manera que durante los próximos cinco años triplicaremos los gastos, al añadir otros US$5.000 millones para ayudar a que cada niño de Estados Unidos aprenda a leer. Los valores son importantes, de manera que hemos triplicado la financiación de la educación de carácter para enseñarles a nuestros niños no solamente a leer y escribir, sino también a diferenciar el bien del mal.

Hemos aumentado los fondos para capacitar y reclutar maestros, porque sabemos que una buena educación comienza con un buen maestro. Y tengo una socia maravillosa en esta campaña. Me gustan tanto los maestros, que me he casado con una. Por favor, acompáñenme a saludar a nuestra amable primera dama, Laura Bush.

Laura ha iniciado un nuevo esfuerzo para atraer estadounidenses a la profesión que moldeará nuestro futuro: la enseñanza. Laura viajará por todo Estados Unidos para promover prácticas pedagógicas sólidas y la habilidad para el aprendizaje temprano de la lectura en nuestras escuelas y en los programas tales como Head Start.

Cuando se trata de nuestras escuelas los dólares no siempre cambian las cosas. La financiación es importante y también lo son las reformas. De manera que es preciso vincular la financiación con normas más elevadas y responsabilidad por los resultados. Creo en el control local de las escuelas: no debemos administrar y no administraremos nuestras escuelas públicas desde Washington. Sin embargo, cuando el Gobierno federal proporciona dinero proveniente de los impuestos, debemos insistir en los resultados.

Todos los años se debe examinar a los niños en lectura y matemáticas, desde el tercero hasta el octavo grado. La evaluación es la única forma de saber si todos nuestros niños están aprendiendo y yo quiero saberlo porque me niego a dejar a cualquier niño rezagado.

Quienes critican estos exámenes sostienen que distraen del aprendizaje. Hablan de "enseñar para el examen", pero sometamos esa lógica a prueba también. Si se examina al niño en su habilidad básica en matemáticas y lectura y se "le ha estado enseñado para el examen", se le han enseñado matemáticas y lectura. Y esa es la intención.

A medida que se elevan las normas, las escuelas de cada localidad necesitarán más flexibilidad para cumplir con ellas. Así que debemos reorganizar en cinco programas las docenas de programas federales de educación y dejar que los estados asignen los fondos a esas categorías como lo juzguen apropiado.

A las escuelas se les dará una oportunidad razonable de mejorar y el apoyo para hacerlo. Sin embargo, si no lo hacen, si continúan fracasando, debemos ofrecer opciones diferentes a los padres y los alumnos: una escuela pública mejor, una escuela privada, lecciones particulares con un tutor o una escuela especial autorizada. En resumen, a todo niño que se encuentre en una situación precaria debe dársele una opción mejor, porque cuando se trata de nuestros niños, el fracaso no es una opción.

Otra prioridad en mi presupuesto es cumplir con las promesas vitales del Medicare y del Seguro Social; juntos lo haremos. Para satisfacer las necesidades de sistemas de salud para todas las personas ancianas estadounidenses, duplicaremos el presupuesto del Medicare en el transcurso de los próximos 10 años.

Solamente para el próximo año, mi presupuesto dedica US$238.000 millones para el Medicare, lo cual es suficiente para financiar todos los programas actuales y comenzar un nuevo beneficio para cubrir las medicinas recetadas a los ciudadanos de mayor edad e ingresos bajos. Ningún anciano estadounidense debe encontrarse ante la situación de tener que escoger entre comprar alimentos o comprar medicinas.

Para garantizar que los ahorros para jubilación de las personas de mayor edad de Estados Unidos no se desvíen hacia ningún otro programa, mi presupuesto conserva todos los US$2,6 billones del superávit del Seguro Social exclusivamente para el Seguro Social.

Mi presupuesto asigna prioridad al acceso a sistemas de salud, sin indicarles a los estadounidenses cuál médico deben ir o cuál cobertura deben escoger.

Muchos de los estadounidenses que trabajan no tienen seguro de salud. Les ayudaremos a adquirir su propio seguro con créditos tributarios reembolsables. Durante los próximos cinco años duplicaremos el número de personas que reciben cuidado médico en los centros de salud comunitarios, a fin de suministrar salud de calidad en las comunidades de ingresos bajos.

Además, aliviaremos la inquietud de quienes, a pesar de tener seguro de salud, se preocupan por la indiferencia de las compañías aseguradoras y porque no saben si éstas pagarán. Juntos, este Congreso y este presidente, encontraremos un punto de confluencia para garantizar que sean los médicos quienes toman las decisiones médicas y que los pacientes reciban el cuidado de salud que merecen, mediante una Declaración de Derechos del Paciente.

Cuando se trata de la salud, las personas quieren recibir la atención médica que necesitan y no verse forzadas a recurrir a los tribunales porque no la recibieron. Garantizaremos el acceso a los tribunales para quienes tengan reclamos legítimos, pero primero pongamos en marcha una revisión profunda e independiente, de manera que promovamos la calidad en el sistema de salud y no las frívolas demandas.

Mi presupuesto también aumenta la financiación para la investigación médica, la esperanza de muchos que luchan con enfermedades graves. Nuestras plegarias esta noche se elevan por uno de los miembros de esta Cámara, quien libra su propia batalla contra el cáncer; un representante excelente, una buena persona, el congresista Joe Moakley. Que Dios lo bendiga, Joe. Creo que no hay otro homenaje a Joe más apropiado que hacer que el Congreso complete la tarea de duplicar el presupuesto para los Institutos Nacionales de Salud.

Mi nueva iniciativa de libertad para los estadounidenses incapacitados financia nuevas tecnologías, amplía las oportunidades de empleo y hace a nuestro sociedad más acogedora. Es preciso que continuemos derribando las barreras de la desigualdad para los estadounidenses incapacitados; más de 50 millones de ellos.

El presupuesto que propongo ofrece apoyo a quienes mantienen nuestro país fuerte y libre, los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Solicito US$5.700 millones para aumentos de sueldos y prestaciones, sistema de salud y vivienda para los militares. Nuestros hombres y mujeres de las fuerzas armadasa prestan el mejor servicio que les es posible a Estados Unidos y nosotros les debemos nuestro apoyo.

Los veteranos estadounidenses cumplieron su compromiso con nuestro país con su servicio militar. Yo cumpliré nuestro compromiso con ellos con un aumento de US$1.000 millones para asegurar mejor acceso a sistemas de salud de calidad y decisiones más rápidas sobre reclamos por prestaciones.

Mi presupuesto mejorará el ambiente mediante la aceleración de la limpieza de terrenos contaminados por sustancias tóxicas de las industrias. Propongo que hagamos una inversión considerable en la conservación financiando a cabalidad el Fondo de Conservación de Tierras y Aguas.

Nuestros parques nacionales tienen un lugar especial en la vida de nuestro país. Nuestros parques son lugares de gran belleza natural e historia. Como buenos administradores debemos dejarlos mejor de lo que los encontramos, así que propongo proporcionar US$4.900 millones en recursos, durante un período de cinco años, para el mantenimiento de estos tesoros nacionales.

Y mi presupuesto adopta un enfoque nuevo y esperanzador para ayudar a los pobres y a los que están en desventaja socioeconómica. Debemos alentar y apoyar la labor de las organizaciones caritativas y los grupos de base religiosa y comunitarios que ofrecen ayuda y amor individualmente. Estos grupos trabajan en todos los vecindarios de Estados Unidos para combatir el desamparo, la adicción y la violencia doméstica, para proporcionar a nuestros niños una comida caliente, un mentor o un refugio seguro. El Gobierno debe darles la bienvenida a estos grupos cuando solicitan fondos y no discriminar contra ellos.

Las organizaciones caritativas o los voluntarios no pueden reemplazar al Gobierno. Y el Gobierno no puede financiar actividades religiosas. Pero nuestra nación debe apoyar las buenas obras de esta buena gente que ayuda a sus vecinos necesitados.

De modo que propongo permitirles a todos los contribuyentes, hagan o no deducciones en sus declaraciones de renta, deducir sus contribuciones caritativas. Los estimados demuestran que eso podría estimular nuevas donaciones caritativas por hasta US$14.000 millones anuales; dinero que salvará y cambiará vidas.

Nuestro presupuesto proporciona más de US$700 millones durante los próximos 10 años para un Fondo de Capital Compasivo que se concentrará en una misión noble: proporcionar mentores a más de un millón de niños que tienen uno de sus padres en prisión, y apoyar otros esfuerzos locales para combatir el analfabetismo, el embarazo entre las adolescentes, la adicción a drogas y otros difíciles problemas.

Está con nosotros esta noche el alcalde de Filadelfia. Por favor, únanse a mí para darle la bienvenida al Alcalde John Street. El Alcalde Street ha estimulado a las organizaciones de base religiosa y comunitaria para que las cosas cambiaran en Filadelfia, y me ha invitado a visitar su ciudad este año, para ver la compasión en acción.

Estoy personalmente al tanto de cuán efectivo es el Alcalde. El Alcalde Street es Demócrata. Recordemos que yo perdí en su ciudad. Pero algunas cosas están por encima de la política. De modo que espero con interés ir a su ciudad para ver en acción sus programas de base religiosa.

Así como el Gobierno promueve la compasión, también debe promover la justicia. Demasiados ciudadanos tienen motivos para dudar de la justicia de nuestra nación cuando la ley señala con el dedo de la sospecha a grupos, en lugar de individuos. Todos nuestros ciudadanos han sido creados iguales y deben ser tratados con igualdad. Hoy le pedí al Secretario de Justicia Ashcroft que prepare recomendaciones específicas para terminar con los perfiles raciales. Es una práctica injusta y debemos terminarla.

Al hacerlo, no entorpeceremos la labor de los valientes oficiales de policía de nuestra nación. Ellos nos protegen cada día, a menudo corriendo gran peligro. Pero al detener los abusos de unos pocos, aumentaremos la confianza pública que nuestros oficiales de policía se ganan y merecen.

Mi presupuesto financia un aumento responsable de nuestras operaciones en curso, financia importantes prioridades de nuestra nación, protege el Seguro Social y el Medicare y nuestros superávit son lo bastante grandes como para que todavía haya dinero sobrante. Muchos de ustedes han hablado de la necesidad de pagar nuestra deuda nacional. Los he escuchado, y estoy de acuerdo.

Mi propuesta presupuestal paga una cantidad sin precedentes de la deuda pública. Les debemos a nuestros hijos y nietos proceder ahora, y espero que ustedes se unan a mí para pagar US$2 millardos de la deuda durante los próximos 10 años. Al final de esos 10 años, habremos pagado toda la deuda que puede cancelarse. Eso significa más deuda pagada, y pagada más rápidamente que cualquier nación en cualquier momento de la historia.

Debemos también prepararnos para lo inesperado, para las incertidumbres del futuro. Debemos enfocar el presupuesto de nuestra nación como lo haría una familia prudente, con un fondo de contingencias para emergencias o necesidades de gastos adicionales. Por ejemplo, luego de un examen estratégico, podemos necesitar aumentar nuestros gastos de defensa, podemos necesitar dinero adicional para nuestros agricultores, o dinero adicional para reformar al Medicare. Y, en ese orden de cosas, mi presupuesto separa casi US$1 millardo durante 10 años para las necesidades adicionales, lo cual representa un millardo de razones adicionales por las cuales ustedes pueden sentirse cómodos al apoyar este presupuesto.

Hemos aumentado nuestro presupuesto un responsable 4%; hemos financiado nuestras prioridades; hemos pagado toda la deuda cancelable; nos hemos preparado para las contingencias y todavía nos queda dinero sobrante.

Yogi Berra dijo una vez: "Cuando llegue a una bifurcación en el camino, siga adelante". Ahora hemos llegado a una bifurcación en el camino. Tenemos dos opciones. Puesto que ya hemos cubierto nuestras necesidades, podríamos gastar el dinero en aumentar y agrandar el Gobierno. Ese es el camino que nuestra nación ha seguido en los últimos años. Eso es mucho más que lo que creció nuestra economía, mucho más que lo que creció nuestro ingreso personal y mucho más que la tasa inflacionaria. Si se sigue por ese camino, se gastará el superávit y habrá que recurrir al Seguro Social para pagar otras cuentas.

El gasto gubernamental irrestricto es un camino peligroso hacia los déficit, de modo que debemos tomar un sendero diferente. La otra alternativa es dejarle al pueblo estadounidense que gaste su propio dinero para satisfacer sus propias necesidades, que financie sus propias prioridades y pague sus propias deudas. Espero que ustedes se unan a mí y se coloquen con firmeza del lado del pueblo. El creciente superávit existe porque los impuestos son demasiado altos y el Gobierno cobra más que lo que necesita. Al pueblo de Estados Unidos se le ha cobrado en exceso y, en su nombre, estoy aquí para pedir un reembolso.

Algunos dicen que mi plan fiscal es demasiado grande, otros dicen que es demasiado pequeño. Estoy respetuosamente en desacuerdo. Este alivio fiscal es exactamente lo justo.

No escogí al azar una cantidad para el alivio fiscal. No llevé a cabo un sondeo de opinión, ni preparé una fórmula arbitraria que pudiera parecer buena. Consideré los problemas que hay en el código fiscal y calculé el costo de corregirlos.

Una tasa fiscal del 30% es excesiva para quienes ganan salarios bajos, por lo tanto, hemos reducido la tasa más alta al 10%. Nadie debe pagar en impuestos federales sobre la renta más de una tercera parte del dinero que gana, por lo tanto, hemos reducido la tasa más elevada al 33%. Esta reforma será una ayuda bien recibida por la pequeña industria de Estados Unidos. la cual, con frecuencia, paga impuestos a la tasa más alta, y una ayuda para la pequeña industria significa empleo para los estadounidenses.

Hemos simplificado el código fiscal mediante la reducción del número de tasas fiscales de las cinco actuales a cuatro más bajas: 10%, 15%, 25% y 33%. Mi plan no está orientado a nadie en particular y no excluye a nadie; quien paga impuestos se beneficiará con un alivio fiscal.

Nuestro Gobierno no debe gravar y, por consiguiente, desalentar, el matrimonio, por tanto, hemos reducido la multa por matrimonio. Quiero que las familias críen y mantengan a sus hijos, por tanto, hemos doblado el crédito para cada hijo a US$1.000. No es justo gravar dos veces los mismos ingresos, una vez cuando se ganan y una vez más al morir, por tanto, debemos revocar el impuesto a la herencia.

Estos cambios combinados suponen una ayuda considerable. Una familia común con dos hijos ahorrará US$1.600 al año en impuestos federales sobre la renta; eso tal vez no le parezcan gran cosa a algunos, pero es mucho para muchas familias. Con US$1.600 se paga la gasolina que consumen dos automóviles durante todo un año, se paga la matrícula de un año en una universidad comunitaria y se paga la canasta familiar promedio durante tres meses. Eso es dinero.

Con nosotros esta noche, en representación de muchas familias estadounidenses, están Steven y Josefina Ramos. El matrimonio Ramos es de Pennsylvania, pero podría ser del distrito de cualquiera de ustedes. Steven es administrador de red de un distrito escolar, Josefina es maestra de español en una escuela. Tienen una hija de dos años, Lianna. Steven y Josefina me dicen que pagan casi US$8.000 al año en impuestos federales sobre la renta; con mi plan ahorrarán más de US$2.000. Permítanme que les repita lo que dice Steven: "Dos mil dólares al año son mucho para mi familia. Si tuviéramos este dinero, nos ayudaría a alcanzar nuestra meta de liquidar nuestras deudas personales en dos años". Después de pagar sus deudas, Steven y Josefina quieren empezar a ahorrar para la educación de Lianna en una universidad. El Gobierno no debe ser un obstáculo para el logro de los ideales de las familias. El superávit no es dinero del Gobierno, es dinero del pueblo.

Para las familias de bajos ingresos, mi plan de alivio fiscal restaura la justicia básica. Ahora, complicadas normas fiscales penalizan a quienes trabajan con ahínco. Una camarera que tiene que mantener a dos hijos con US$25.000 dólares al año puede perder casi la mitad de cada dólar adicional que gana. Sus horas extraordinarias, las más duras, se gravan a casi el 50%. Esto envía un mensaje terrible: "Nunca saldrás adelante". Pero el mensaje estadounidense debe ser diferente: "Debemos respetar el trabajo duro, nunca penalizarlo".

Con el alivio fiscal, las horas extraordinarias de trabajo no se le sobregravarán a la camarera. Las personas que perciben los ingresos más bajos se beneficiarán del grado más alto de reducciones. Y millones de familias estadounidenses más dejarán de pagar impuestos completamente.

El alivio fiscal es justo, y el alivio fiscal es urgente. La prolongada expansión económica que comenzó hace casi 10 años está tambaleándo. La reducción de las tasas de interés ayudará a la larga, pero no podemos esperar que resuelva la situación por sí sola.

Hace 40 años y hace 20 años, dos presidentes, uno Demócrata y otro Republicano, John F. Kennedy y Ronald Reagan, propusieron la reducción de impuestos para (según dijo el Presidente Kennedy) "poner este país de nuevo en marcha". Entonces sabían lo que ahora debemos hacer nosotros: para crear crecimiento económico y oportunidades, tenemos que poner el dinero una vez más en manos de los ciudadanos, para que compren bienes y creen empleo.

Tenemos que actuar con rapidez. El Presidente de la Reserva Federal ha declarado ante el Congreso que los recortes fiscales a veces llegan demasiado tarde para estimular la recuperación económica. Por consiguiente, quiero trabajar con ustedes para dar un vigoroso impulso a nuestra economía al disponer la retroactividad del alivio fiscal.

Tenemos que actuar ahora, porque es lo que se debe hacer. Tenemos que actuar ahora, porque tenemos otras cosas que hacer. Tenemos que mostrar coraje para hacer frente y superar estas dificultades: reestructurar nuestra defensa nacional, atender a nuestras crecientes necesidades energéticas, y reformar al Medicare y al Seguro Social.

Estados Unidos tiene en este momento una oportunidad de extender y asegurar la paz de que disfrutamos actualmente al promover un internacionalismo claramente estadounidense. Trabajaremos con nuestros aliados y amigos para actuar como fuerza para el bien y campeón de la libertad. Trabajaremos en pro de mercados libres y libertad frente a cualquier forma de opresión. Los países que avancen hacia la libertad encontrarán en Estados Unidos a un amigo.

Promoveremos nuestros valores y promoveremos la paz. Para mantener la paz necesitamos unas fuerzas militares poderosas. Pero nuestras fuerzas militares están configuradas para hacer frente a los problemas del pasado. Por tanto, he pedido al Secretario de Defensa que revise el estado de las fuerzas armadas de Estados Unidos y se prepare a trasformarlas para hacer frente a las nuevas amenazas. Mi presupuesto cubriría la cuota inicial de lo que será necesario para investigación y desarrollo . Sin embargo, en nuestra tarea más amplia de trasformación, la estrategia se debe considerar en primer lugar, luego el gasto. Nuestro concepto de defensa será el que defina nuestro presupuesto de defensa, no al contrario.

Nuestro país necesita una estrategia clara para enfrentarse a las amenazas del siglo XXI. Estas amenazas van desde los terroristas que nos amenazan con bombas, hasta los tiranos y los países sin escrúpulos que no cejan en su intento de acumular armas de destrucción en gran escala. Para proteger a nuestro propio pueblo, a nuestros aliados y amigos, debemos producir y desplegar defensas antimisiles eficaces.

Y al trasformar nuestras fuerzas militares, podemos desechar las reliquias de la guerra fría y reducir nuestras propias fuerzas nucleares para reflejar las necesidades de hoy.

Un Estados Unidos fuerte es la mayor esperanza del mundo respecto de la paz y la libertad. Pero la causa de la libertad descansa en algo más que en nuestra capacidad de defendernos a nosotros y a nuestros aliados. Exportamos libertad todos los días, al enviar bienes y productos que mejoran la vida de millones de personas. El libre comercio trae mayor libertad política y personal.

Cada uno de los cinco presidentes anteriores ha podido negociar acuerdos comerciales de gran alcance. Esta noche les pido que me den la mano fuerte de la autorización presidencial de vía rápida para promover el comercio, y que lo hagan rápidamente.

En estos momentos en que estamos reunidos, muchos ciudadanos luchan con el elevado costo de los recursos energéticos. Tenemos un grave problema de energía, el cual exige una política energética nacional. Nuestra región del oeste enfrenta una grave escasez de recursos energéticos que ha resultado en precios altos y en incertidumbre. He pedido a los organismos federales que trabajen con los funcionarios de California para ayudar a acelerar la creación de nuevas fuentes de energía. Y he ordenado al Vicepresidente Cheney, al Secretario de Comercio Evans, al Secretario de Recursos Energéticos Abraham, y a otros miembros principales de mi Administración, que recomienden una política energética nacional.

Nuestra demanda de energía excede nuestra oferta. Podemos producir más energía en nuestro país y proteger al mismo tiempo nuestro ambiente, y debemos hacerlo. Podemos producir más electricidad para satisfacer la demanda, y debemos hacerlo. Podemos promover las fuentes de energía alternativas y la conservación, y debemos hacerlo. Estados Unidos debe ser más independiente en cuanto a los recursos energéticos.

Quizás la prueba más grande de nuestra prudencia y denuedo será reformar Medicare y el Seguro Social.

La situación financiera del Medicare es precaria y su cobertura es anticuada. El 99% de los planes de salud ofrecidos por los empleadores proporcionan alguna forma de cobertura para medicinas de prescripción médica. Medicare no lo hace. Los senadores Frist y Breaux y el Representante Thomas, han desarrollado una estructura para la reforma y, ahora es el momento de actuar. Medicare debe ser modernizado. Y debemos asegurar que cada persona mayor en Medicare pueda escoger un plan de salud que ofrezca medicinas de prescripción médica.

En siete años, la generación nacida después de la II Guerra Mundial empezará a reclamar los beneficios del Seguro Social. Cada uno en este salón sabe que el Seguro Social no está preparado para financiar totalmente su jubilación. Y sólo disponemos de un par de años para prepararnos. Sin una reforma, este país se despertará un día ante una alternativa dura: un aumento drástico del impuesto sobre los salarios, o un recorte radical de los beneficios de jubilación. Pero hay una manera mejor.

Este semestre constituiré una comisión presidencial para reformar el Seguro Social. La Comisión hará sus recomendaciones a finales del año. La reforma deberá basarse en estos principios: Debe preservar los beneficios de todos los jubilados actuales y de aquellos próximos a jubilarse. Debe restablecer la base financiera sólida del Seguro Social. Y debe ofrecer cuentas de ahorro personales a aquellos trabajadores más jóvenes que deseen tenerlas.

El Seguro Social ofrece ahora a los trabajadores un rendimiento menor del 2% sobre el dinero que invierten en el sistema. Para salvarlo, debemos aumentar esto permitiendo que los trabajadores más jóvenes hagan inversiones seguras y prudentes con tasas de rendimiento más altas.

La posesión de propiedades, el acceso a riqueza, y la independencia no deben ser privilegios de unos pocos. Son la esperanza de todo estadounidense y debemos lograr que sean los cimientos del Seguro Social.

Al confrontar el difícil reto de la reforma, al actuar en forma responsable con nuestro presupuesto, podemos ganarnos la confianza del pueblo estadounidense. Y, podemos aumentar esta confianza, promulgando reformas electorales y de financiación de campañas electorales justas y equilibradas.

El programa que les he presentado esta noche es digno de un gran país. Estados Unidos es un país en paz, pero no un país en reposo. Mucho se nos ha dado, y mucho se espera de nosotros. Convengamos en superar nuestras viejas divisiones. Pero convengamos también en dedicar nuestra buena voluntad a grandes metas. El bipartidismo es más que buenos modales, es cumplir con nuestro deber.

Nadie puede hablar en este Capitolio sin sentir reverencia por su historia. En tantos momentos decisivos, los debates en estas cámaras han reflejado la conciencia colectiva o dividida de nuestro país. Y cuando atravesamos el Salón de Estatuas, y vemos esos hombres y mujeres de mármol, recordamos su valor y de sus realizaciones.

Pero el propósito de Estados Unidos no está nunca únicamente en las estatuas o en la historia. El propósito de Estados Unidos está siempre delante de nosotros.

Nuestra generación debe demostrar valor en un tiempo de bonanza, tal como nuestra nación siempre lo ha demostrado en tiempos de crisis. Y nuestro valor, paso a paso, puede llevarnos a la grandeza y servir a nuestro país. Este es el privilegio y la responsabilidad que compartimos. Y si colaboramos, podremos demostrar que hay nobleza en el servicio público.

Todos vinimos aquí por una razón. Todos tenemos cosas que deseamos lograr, y promesas que deseamos cumplir. Juntos podemos hacerlo. Podemos hacer que los estadounidenses se enorgullezcan de su Gobierno. Juntos, podemos compartir el mérito de lograr que nuestro país sea más próspero, generoso y justo. Y ganar de nuestra conciencia y de nuestros conciudadanos, el mejor elogio posible: "Bien hecho, fieles y diligentes servidores".

Muchas gracias. Buenas noches. Que Dios bendiga a Estados Unidos.



Washington, D.C.
27 de febrero de 2001