Embajada de los Estados Unidos de América  |  Bogotá, Colombia Buscar:
 
La Embajada | Temas bilaterales | Prensa | Recursos electrónicos | Preguntas frecuentes | Sobre EE.UU. | Consular | Contáctenos
NAVIGATION
Main page
Press Bulletins
Documents

NAVEGACIÓN
Página principal
Comunicados
Documentos

  Actualizada: 24/IV/02

El daño oculto de las drogas

John P. Walters, director de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP)

Sabemos que las drogas ilegales hacen un enorme daño: a nuestros cuerpos, a nuestras mentes y a nuestras comunidades. Pero existe otro daño asociado con las drogas ilegales que los estadounidenses están empezando a entender cada vez más: los millones de dólares que los estadounidenses gastan en drogas cada año están perjudicando los eco-sistemas más frágiles y diversos del planeta.

Reflexionemos sobre las regiones de los Andes y el Amazonas en Sur América. En países como Colombia y Perú, sorprende la abundancia de riqueza ambiental. La región del Huallaga en Perú puede ser la más rica en todas las formas de fauna en el mundo, con números record de especies entre mariposas, anfibios, reptiles, pájaros y mamíferos. Colombia contiene aproximadamente el 10% de la biodiversidad de la Tierra, segundo país en el mundo, después de Brasil.

Pero esa biodiversidad está siendo destruida rápidamente. La periodista de ambiental Stephanie Joyce de la revista “International Wildlife”, describe las escenas que ella presenció en la región andina: "un paisaje devastado... un acordeón cicatrizado de laderas rojas punteado por troncos podridos. El bosque ha desaparecido hasta el horizonte".

¿Quién taló el bosque, acabó con la frágil vida silvestre, agotó la tierra, y dejó una cicatriz química venenosa donde alguna vez hubo bosque tropical? Es una trágica historia de codicia y dependencia. Pero el culpable aquí no es una compañía inhumana. Es nuestra propia demanda de drogas ilícitas. Es hora de darnos cuenta de las verdaderas consecuencias, de largo alcance, de nuestro uso de drogas y del daño que nos hacemos a nosotros mismos y a nuestro mundo.

Nuestro gobierno y los países anfitriones han intentado reducir la producción de cocaína, fumigando los campos sembrados de coca con glifosato (compuesto químico que ha sido usado por millones de estadounidenses sin riesgos durante años). Pero la erradicación aérea no es el motor que conduce a esta destrucción ambiental; es el cultivo y el procesamiento de la cocaína. Los fabricantes de drogas ilícitas, obviamente, no siguen normas de seguridad ni ambientales.

Estados Unidos actualmente consume cada año alrededor de 260 toneladas métricas de cocaína, cultivada y procesada químicamente en frágiles ambientes de Sur América. El cultivo de coca cultivada depende del uso destructivo de "la tala y quema". Los bosques son quemados, después la coca es sembrada, y cuando los campos se vuelven estériles, se talan nuevos bosques selva dentro. La cosecha de coca es producida principalmente por agricultores a escala industrial, quienes en su búsqueda de ganancias, causan enorme daño ambiental en áreas vírgenes. El resultado ha sido la destrucción de 2,4 millones de hectáreas del frágil bosque tropical en la región andina durante los últimos 20 años. En Perú, el 10% de la destrucción de los bosques tropicales en el último siglo ha sido debido a las drogas ilícitas.

Además, los poderosos agentes químicos aplicados por los cultivadores progresivamente destruyen el suelo. Se estima que anualmente se usan 600 millones de litros de precursores químicos en América del Sur para la producción de cocaína. Los cultivadores de coca usan herbicidas y pesticidas muy venenosos (incluso el paraquat) para aumentar la producción. Al desechar indiscriminadamente las enormes cantidades de gasolina, querosén, ácido sulfúrico, amoníaco, bicarbonato de sodio, carbonato de potasio, acetona y éter, afectan la tierra y las fuentes de agua. La Universidad Agraria Nacional de Perú informó que "los ríos y los arroyos del Valle del Huallaga se inundan, año tras año, con inmensas cantidades de desechos tóxicos. La pesca y toda forma de vida ha sido totalmente destruida en los arroyos pequeños”.

El tráfico de coca ha sido especialmente perjudicial para Colombia, país que ha perdido aproximadamente 3 millones de acres de bosque tropical. Cada año los procesadores de coca vierten más de 370.000 toneladas al entorno y los laboratorios en la selva vierten más de 20 millones de litros de toxinas a los afluentes que alimentan los ríos Amazonas y Orinoco. Las vías fluviales han sido despojadas casi completamente de muchas especies de plantas acuáticas y de fauna.

Existen también apremiantes consecuencias humanas. Los campesinos pobres fumigan los campos acompañados por sus hijos descalzos. Sus esposas, muchas de ellas aún lactando, limpian el equipo de fumigación, exponiéndose a esos químicos tan tóxicos.

Pero la cocaína de las naciones lejanas no es nuestro único problema. Laboratorios de metanfetaminas aquí en Estados Unidos dejan huellas venenosas, agotando el presupuesto de limpieza ambiental de muchas municipalidades. Cada libra de metanfetamina producida genera cinco o seis libras de desechos tóxicos. Los desechos de estos laboratorios a veces son vertidos a los pozos de agua extendiéndose así al agua potable y a los sistemas de irrigación agrícola.

Los estadounidenses son personas acaudaladas que consumen una enorme porción de los recursos de la Tierra. Pero los estadounidenses también son personas idealistas. Hoy, en el Día de la Tierra, celebramos ese idealismo enfocando nuestro papel como administradores ambiente. Las personas pueden aprender a preocuparse por las consecuencias de sus hábitos y a volverse más sensibles al impacto de su estilo de vida en el planeta. Reducir la demanda de drogas ilícitas es una de las formas en que podemos aliviar la presión que generamos en los ambientes naturales más frágiles.



Washington, D.C.
22 de abril de 2002