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  Actualizada: 13/X/04

Palabras del Embajador William B. Wood en la Ceremonia de entrega de los detectores de minas antipersonal

Embajada Americana,
Bogotá, D.C.,
5 de Octubre de 2004


Las minas antipersonal representan un capítulo brutal en el actual conflicto colombiano. Estas han tenido un impacto devastador en la ciudadanía con serios efectos sociales y económicos a largo plazo. Una vez sembrada, una mina antipersonal puede tardar hasta 20 años en ser activada sin perder su capacidad destructiva.

Las minas son económicas de producir y difíciles de detectar. Cuando una persona entra en contacto con una mina antipersonal, resulta herida de muerte o terriblemente mutilada. Las minas son un arma mortal, que se utiliza de forma indiscriminada y siempre lista a herir o matar.

Tanto soldados como civiles han sido víctimas de las minas antipersonal. Cuando un niño pisa un campo minado lo más común es que se produzca su muerte. Si sobrevive, son tan severos los daños a su integridad física que debe enfrentar múltiples cirugías reconstructivas a lo largo de toda su vida.

Las estadísticas sobre heridas y muertes causadas por el uso de minas antipersonal en Colombia son particularmente alarmantes. Desde 1990, 253 civiles han muerto y 887 han resultado heridos a causa de la explosión de minas antipersonal. Sólo en este año, 30 civiles y 88 miembros de la fuerza pública han muerto por esta causa.

Esta situación se extiende a lo largo de todo el país. A la fecha, se han detectado campos minados en 31 de los 32 departamentos de Colombia. El número exacto de minas antipersonal es muy difícil de determinar. Sin embargo, el Ejercito colombiano calcula que los grupos armados ilegales han sembrado por lo menos 80.000 minas en las zonas rurales, cifra que crece a diario.

Nosotros sabemos que los grupos armados ilegales en Colombia utilizan este tipo de minas para proteger sus zonas de influencia y bloquear los caminos de acceso a la Fuerza Pública. Los terroristas no guardan registros de los lugares donde siembran las minas. Aún cuando el conflicto se ha trasladado a otra región, las minas permanecen en los campos.

Estas dificultan hoy el retorno de personas y mercancías a las antiguas zonas de conflicto. Comunidades quedan aisladas social y económicamente y sus pobladores, que un día fueron desplazados, sienten miedo de regresar a su hogar. Años después de que los grupos terroristas siembran las minas en muchas zonas del país, las minas antipersonal siguen destruyendo vidas e impidiendo el sustento a miles de campesinos colombianos.

Tomará décadas dejar los campos de Colombia libres de minas antipersonal que representan un serio peligro para los colombianos. Sin embargo, aún no es tarde para empezar a liberar a este país de esa atroz amenaza.

Estos detectores de minas que están frente a ustedes, fueron especialmente escogidos por nuestros técnicos antiexplosivos y son una herramienta compacta y efectiva para detectar minas antipersonal. Los detectores le proporcionarán a las instituciones, presentes hoy acá, una herramienta para identificar minas y campos minados. Esto se traduce en vidas salvadas.

Las fuerzas militares y de policía aquí presentes comparten un rol en este determinante esfuerzo. Los técnicos en explosivos arriesgan sus vidas a diario en la lucha contra los artefactos explosivos utilizados por los grupos terroristas. Admiramos la valentía de estos hombres del ejército, la armada, y la policía. Es su compromiso con el deber lo que nos permitirá ganar la batalla contra las minas antipersonal.

Limpiar los campos minados es un trabajo arduo y muy peligroso. La erradicación de minas debe hacerse de forma manual y generalmente en zonas remotas y peligrosas de conflicto. Cuando se encuentra una mina, esta debe ser destruida "in situ". Estos detectores son, para los técnicos antiexplosivos, una herramienta muy valiosa en la búsqueda de esta amenaza que está escondida.

Las minas antipersonales son una plaga en los campos colombianos. Los grupos terroristas utilizan estas armas con desprecio y total indeferencia por la humanidad. Es por eso que estos detectores de minas, simples y compactos, no sólo servirán para recobrar la seguridad de muchas comunidades rurales, también permitirán salvar la vida de muchos colombianos.



Bogotá, D.C.
5 de octubre de 2004