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NAVEGACIÓN
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 Actualizada: 25/X/01

Palabras de la Embajadora Anne W. Patterson
ante la reunión anual de Fenalco:

Nuevas relaciones de los Estados Unidos y Colombia


Doctor Sabas Pretelt de la Vega; amigos e invitados:

Me honra estar con ustedes. El sector privado es una parte dinámica de Colombia. De hecho, es el motor de la prosperidad colombiana. A pesar de las difíciles condiciones que enfrentan, ustedes se mantienen comprometidos no sólo con su empresa, sino también con Colombia. Los felicito por su trabajo.

Me han pedido que hable hoy sobre las relaciones bilaterales en el cambiante ambiente internacional. Ese ambiente cambió el 11 de septiembre con los ataques terroristas al Pentágono y a las Torres Gemelas en Nueva York, en los cuales murieron más de seis mil personas, incluyendo a unos veinte colombianos. Ha sido abrumador el apoyo recibido de colombianos de toda índole y de todos los rincones de Colombia. El Presidente Pastrana habló varias veces con el Secretario Powell y con el Presidente Bush para expresar sus condolencias y ofrecer su apoyo. En la Embajada todos hemos quedado conmovidos con la reacción de los colombianos.

El impacto a largo plazo de esos ataques apenas lo estamos empezando a sentir. Todavía no podemos saber cómo cambiará nuestro mundo y nuestra forma de hacer negocios. Sabemos que la campaña contra el terrorismo será distinta de cualquier otra lucha que hayamos llevado a cabo. Nuestros enemigos son elusivos. Para tener éxito, esta campaña exigirá esfuerzos amplios y sostenidos. Dependerá tanto de información, la diplomacia y las alianzas como del uso directo del poderío militar. Más que nada, exigirá paciencia, pues la victoria no se definirá por importantes batallas sino por la acumulación de pequeños éxitos.

Los ataques terroristas del 11 de septiembre enfocaron nuestra atención en los nexos de la violencia internacional, que incluyen el terrorismo, el narcotráfico, el lavado de dinero y el crimen organizado. Hemos visto estos nexos claramente en Afganistán. El régimen talibán no sólo le proporcionó refugio a Osama ben Laden y a su organización terrorista, sino que hace años que ha suministrado gran parte de la heroína al mercado internacional. El régimen talibán y ben Laden han aprovechado las instituciones financieras internacionales para lavar dinero y continuar financiando sus actividades terroristas.

Existe un nexo similar en las actividades violentas de los tres grupos terroristas en Colombia. A diferencia de los terroristas en Afganistán, los grupos colombianos no tienen un alcance mundial directo. Sin embargo, cada uno de estos grupos ejerce terrorismo sobre los colombianos y debilita las bases de la democracia más antigua de América Latina. Cada uno de estos grupos en Colombia (AUC, FARC) está profundamente involucrado en el narcotráfico. Cada uno recibe enormes ganancias del narcotráfico. Y cada uno usa las instituciones financieras legales para lavar sus utilidades y ponerlas a disposición de otros tipos de actividades ilegales.

Desde el final de la Guerra Fría, para financiar sus operaciones terroristas, las FARC y el ELN han incrementado su participación en el narcotráfico y en actividades de delincuencia común. Últimamente las Autodefensas Unidas de Colombia han tomado el mismo camino. Expertos de Estados Unidos han calculado que el narcotráfico genera varios cientos de millones de dólares anualmente sólo para las FARC. Por lo menos en Putumayo, el centro de operaciones del Plan Colombia, entre más sabemos sobre la situación, es más claro que las FARC son una organización narcotraficante, nada más.

Hay todavía otra similitud entre los grupos terroristas de Afganistán y los de Colombia: su hipocresía moral y su falta de ideas. El régimen talibán y Osama ben Laden no representan al Islam, una religión dedicada a la paz, la compasión y el bienestar. De la misma forma, los grupos terroristas y narcotraficantes en Colombia demuestran su cinismo e hipocresía cuando afirman que buscan la justicia social para los colombianos. La injusticia social no se puede acabar secuestrando a inocentes con fines extorsivos; ni reclutando a menores como combatientes; ni enterrando minas que matan indiscriminadamente; ni atacando la infraestructura energética o los oleoductos, para ir destruyendo poco a poco los nervios económicos de la sociedad organizada.

También estamos preocupados por el impacto de la guerra en Afganistán sobre la producción de amapola en Colombia y la exportación de heroína. En los últimos meses habíamos visto un aumento en heroína colombiana de alta pureza y bajo precio que se incautaba en la costa este de Estados Unidos. Sabemos que los cargamentos de heroína desde Afganistán hacia Estados Unidos ahora van a detenerse. Sin embargo, los proveedores podrían dirigirse a Colombia para continuar manteniendo a sus clientes. Estamos elaborando una estrategia para combatir esa amenaza.

Un elemento del ambiente internacional que ha cambiado desde el 11 de septiembre es la dedicación del mundo civilizado a combatir estos nexos del terrorismo. El Gobierno colombiano ha brindado su apoyo total en nuestra lucha contra el terrorismo. La ayuda de Colombia, como miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, fue fundamental para la adopción de la Resolución 1373, por medio de la cual la comunidad mundial se comprometió a la persecución agresiva de los fondos de los terroristas. La creación de una alianza que actúe contra la financiación del terrorismo y del crimen organizado, es tan importante como cualquier campaña militar. Reconocemos la ayuda de Colombia y agradecemos su apoyo.

Es importante entender cómo este nuevo enfoque sobre el terrorismo afectará nuestras relaciones con Colombia. El Plan Colombia sigue siendo la estrategia anti-terrorista más efectiva que podríamos diseñar. El Plan Colombia privará a la guerrilla y a las autodefensas de los grandes recursos del narcotráfico. Antes de tener la financiación casi ilimitada del narcotráfico, las FARC había constituido grupos rurales fastidiosos. Si logramos reducir la financiación de esos grupos, una vez más se convertirán en grupos de bandoleros que pueden ser atacados por la policía y los militares de maneras convencionales. La piedra angular del Plan Colombia es la erradicación, la cual va bien. La Policía Antinarcóticos ha erradicado más de 75.000 hectáreas de coca este año. Vamos a doblar el área erradicada el año pasado. Nuestros recursos para el Plan Colombia ya han empezado a llegar en gran parte. El año próximo es clave. Con recursos y aeronaves adicionales que suministraremos, Colombia tiene una verdadera oportunidad de reducir los cultivos de coca y los ingresos ilegales que éstos generan. Muchos colombianos me preguntan si la aspersión funciona. Sí funciona y va a funcionar aún más efectivamente en los próximos meses. Tenemos aeronaves adicionales y podemos atacar los cultivos nuevos inmediatamente, no sólo en Putumayo sino también en el sur de Bolívar y en el Norte de Santander.

Las fuerzas especiales de Estados Unidos empezaron a capacitar al Primer Batallón Antinarcóticos en 1999 y en mayo de 2001 concluyeron el entrenamiento del Tercer Batallón Antinarcóticos. Los 2.250 miembros de la Brigada Antinarcóticos probablemente son los soldados mejor entrenados hoy en día en Suramérica. Han recibido el entrenamiento más extenso y riguroso de cualquier tropa del mundo sobre protección de derechos humanos. Para asegurar la protección total de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, en sus operaciones van acompañados por fiscales y funcionarios de derechos humanos.

Las operaciones que comenzaron en diciembre de 2000 con los dos primeros batallones antinarcóticos colaborando de cerca con unidades de la Policía Nacional y de la Fiscalía, han tenido excelentes resultados, destruyendo muchos campamentos de narcotraficantes, casi todos relacionados con las FARC o los paramilitares. Pero es importante recordar que apenas estamos comenzando. La destrucción de plantas de coca, base de coca y clorhidrato de cocaína significa que más de 100 toneladas de cocaína no llegarán a las calles de Estados Unidos o Europa, ni van a financiar a los grupos violentos.

Un gran número de cabecillas ha sido extraditado hacia Estados Unidos, lo cual ha sido crítico en la reducción de sus organizaciones.

El año próximo es clave a medida que continúa el apoyo de Estados Unidos. Desde el 23 de julio hemos suministrado seis nuevos helicópteros Blackhawk al Ejército colombiano y a la Policía Nacional. Entregaremos 10 más para finales de este año y esperamos suministrar 25 helicópteros HueyII a principios del año entrante. Todos estos recursos van a darle a las fuerzas de seguridad de Colombia una mayor movilidad y capacidad de reacción rápida. Si podemos mantener este ritmo de actividad, las fuerzas de seguridad de Colombia van a lograr una reducción histórica de la producción de narcóticos en Putumayo y en los demás departamentos del sur colombiano, bastante antes de la fecha programada.

El componente social del apoyo de Estados Unidos no ha recibido mucha atención pública en el primer año de la ejecución del Plan Colombia. Pero quiero darles algunas cifras: Estados Unidos está invirtiendo directamente más de US$100 millones en Putumayo, el cual tiene una población de menos de 400.000 habitantes.

El apoyo de Estados Unidos al desarrollo alternativo se concentra en las 18.000 familias que cultivan aproximadamente 40.000 hectáreas de coca en sus pequeñas parcelas.

Estos pequeños cultivadores firman pactos de desarrollo social, por medio de los cuales se comprometen a erradicar manualmente, en un año, sus cultivos de coca a cambio de asistencia para el desarrollo alternativo. El Gobierno se compromete a no usar la erradicación aérea mientras se estén erradicando los cultivos manualmente.

Pero, indudablemente, después de los ataques del 11 de septiembre, es necesario evaluar más ampliamente el terrorismo en el Hemisferio y especialmente en Colombia. Voy a mencionar algunos de los detalles de la estrategia antiterrorista que estamos desarrollando con el gobierno de Colombia y nuestros colegas en Washington.

Primero, queremos ayudar al gobierno de Colombia a mejorar su capacidad en ejecución de la ley; por ejemplo, para combatir el secuestro. El secuestro causa enorme sufrimiento a las familias y destruye la confianza de los inversionistas. Las empresas no sólo se preocupan por la seguridad de sus ejecutivos sino también por los costos de su protección. Es vitalmente importante controlar el secuestro antes de cualquier desmovilización, para evitar que los miembros de los grupos armados vuelvan a esa práctica después de firmarse la paz. Vamos a ayudar al gobierno colombiano con mejor capacitación para las unidades anti-secuestro, con mejor equipo y con mejor inteligencia. Estados Unidos y Colombia colaborarán en el desarrollo de un programa a largo plazo para combatir el secuestro.

Vamos a incrementar la capacitación de la Policía, la Fiscalía y los militares, en otras áreas, como la detección de explosivos, la recolección de inteligencia y la capacidad de investigación antiterrorista. Bajo el Plan Colombia, por ejemplo, estamos patrocinando un sofisticado laboratorio forense para la Fiscalía, lo cual se compagina con nuestra estrategia antiterrorista.

También estamos analizando maneras de ayudar al gobierno colombiano a mejorar la protección de la infraestructura vital. Esto es de importancia decisiva. Cuando el oleoducto no funciona, el país pierde diariamente US$2 millones. El daño ambiental ha sido severo. Los ataques a la infraestructura desaniman la inversión; y sin inversión no aumentará la oferta de empleo. Colombia tiene enorme potencial en gas y petróleo, el cual podría ser explotado incrementando la seguridad en áreas rurales.

Mi Gobierno también está bastante preocupado por el uso de la Zona de Distensión como base para actos terroristas. La presencia de extranjeros con vínculos a varios grupos terroristas es especialmente preocupante. Por esa razón aplaudimos y apoyamos al Presidente Pastrana por la ejecución de mejores controles en la zona de despeje. Eso permitirá que la zona de despeje se utilice verdaderamente como lugar para negociaciones de paz y no como refugio de terroristas y de un extraño surtido de extranjeros.

Estados Unidos tiene que hacer más por combatir el terrorismo en Colombia.

En las últimas semanas las masacres de las Autodefensas Unidas de Colombia han sido especialmente brutales e indiscriminadas. La Embajada ya tiene información sobre unos 50 ciudadanos que están colaborando con las Autodefensas. Sabemos que cinco de ellos tienen visa estadounidense. Esas visas serán revocadas inmediatamente. Probablemente hay muchos más, pero necesitamos información más precisa sobre ellos. Los otros 45 individuos asociados con las Autodefensas, de los cuales tenemos conocimiento, nunca podrán obtener una visa estadounidense, y quien trate de entrar a Estados Unidos con pasaporte de un tercer país, será arrestado. Estamos solicitándoles a nuestros colegas europeos tomar acciones similares.

Quiero hablar brevemente sobre los vínculos financieros con los grupos terroristas. No es fácil rastrear las finanzas de los grupos terroristas en Estados Unidos. El periódico The Wall Street Journal ha publicado una serie de artículos sobre la financiación de los ataques del 11de septiembre. Según un banquero citado en un artículo, no hubo nada en el comportamiento de los terroristas que los distinguiera de cualquier otro cliente pequeño del banco. El sistema financiero de Estados Unidos es enorme. Sin embargo, soy optimista de poder conseguir información en Estados Unidos sobre la financiación de los grupos paramilitares. Muchos de ustedes vieron los cheques publicados en la prensa local que dan información sobre cuentas bancarias en Estados Unidos.

Al haberse designado a las Autodefensas como grupo terrorista, la recolección de fondos en Estados Unidos es un crimen. No sólo podemos congelar las cuentas, sino, lo que es más importante, podemos afectar la residencia del individuo y de su familia en Estados Unidos. Los incidentes del 11 de septiembre han demostrado que tenemos que controlar mejor el dinero disponible en Estados Unidos. La persecución de la financiación de los grupos terroristas ahora es de alta prioridad para nuestro gobierno. Aquí en Colombia ya existe bastante información sobre vínculos financieros con grupos guerrilleros. Trabajaremos de cerca con el gobierno de Colombia para identificar y perseguir esas cuentas. Eso exigirá mayor análisis e investigación, pero, repito, esto es de alta prioridad para nosotros desde el 11 de septiembre.

Indudablemente, la reducción del crecimiento económico en Estados Unidos debido a los ataques terroristas, va a tener un efecto inmediato en Colombia. De todos los efectos en Colombia, éste es el más dramático. Las exportaciones hacia Estados Unidos fueron responsables en gran parte de la recuperación de la economía colombiana. Muchos empleados de origen latinoamericano, en la industria turística en Estados Unidos, están perdiendo sus empleos, causando incertidumbre en todo el Hemisferio por la reducción en sus remesas. Esta reducción del crecimiento económico es algo que ya había empezado antes de los ataques del 11 de septiembre. Varias industrias han sufrido duros golpes debido a los ataques terroristas. El impacto inmediato lo han sentido las industrias aeronáutica y aseguradora, causando aumentos en las tarifas y en las primas en Colombia. Para el 1º de octubre, las aerolíneas en Estados Unidos habían sufrido una baja del 50% al 60% en pasajeros. Ha habido gigantescos despidos. Es probable que haya algunas quiebras entre las aerolíneas.

El impacto de los ataques terroristas en la industria aseguradora también será enorme. Los cálculos actuales, del costo en dólares para las compañías de seguros, van desde US$50 millardos hasta de US$72 millardos. Los mercados de valores probablemente continuarán siendo volátiles.

Pero hay razones para ser optimistas a mediano plazo. Las bases de la economía estadounidense continúan siendo fuertes. Durante la última década, nuestra economía se ha venido adaptando a las sacudidas. La desreglamentación de los mercados financieros, la mayor flexibilidad en los mercados laborales, y los grandes avances en la tecnología de la información, han aumentado nuestra capacidad de absorber los golpes y recuperarnos. El gobierno de Estados Unidos ha prometido US$5 millardos en asistencia federal a las aerolíneas, incluyendo a las empresas de carga.

Los precios internacionales del petróleo y del gas natural continúan siendo bajos, ayudando a controlar las presiones inflacionarias y permitiendo que los bancos centrales de todo el mundo puedan mantener su capacidad de control sobre las tasas de interés.

En el ambiente de incertidumbre económica, podría ser más difícil sostener el apoyo al libre comercio. El libre comercio siempre es menos popular en tiempos de menor crecimiento económico. Aún más importante, el Congreso y la Administración no tienen tiempo para dedicarle a los temas comerciales. Hace un par de semanas yo no sentía optimismo por la expansión la Ley de Preferencias Arancelarias Andina (ATPA) a otros productos, especialmente a los textiles, pero estaba segura de que la ley sería renovada. Gracias en gran parte a los esfuerzos ante el Congreso de mi colega, Luis Alberto Moreno, han mejorado las perspectivas para la inclusión de otros productos. Esperamos que el Congreso apruebe la renovación del ATPA antes de finalizar este año.

Después del 11 de septiembre, el apoyo de Estados Unidos a Colombia es tan fuerte como lo era anteriormente. Ese apoyo continúa enfocando la eliminación de la producción y tráfico de narcóticos. Pero, ciertamente, por los ataques terroristas del 11 de septiembre, el tema del terrorismo ha adquirido mayor importancia. Y los ataques lograron que los ciudadanos de Estados Unidos sean más conscientes de, y comprendan más a los países que enfrentan sus propias amenazas terroristas. Nuestro apoyo a Colombia continuará.

Para extender nuestra asistencia a toda la región andina, la administración Bush ha recomendado al Congreso de Estados Unidos una Iniciativa Regional Andina. Esta propuesta solicita US$882 millones de financiación para Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela, Perú, Brasil y Bolivia. La administración Bush ha solicitado la mitad de estos fondos para Colombia y la otra mitad para los demás países de la región. Aproximadamente la mitad de los US$882 millones será para asistencia en programas de aplicación de la ley y seguridad, el resto será para actividades de desarrollo social y democrático.

El proyecto de ley para financiar la Iniciativa Regional Andina está todavía haciendo su curso en el Congreso. Hasta ayer tarde el Senado había aprobado US$698 millones para la Iniciativa Regional Andina. Anteriormente la Cámara de Representantes había aprobado US$826 millones para la Iniciativa. Ahora será necesario que el Congreso resuelva las diferencias entre las dos versiones. Confío en que la financiación para la Iniciativa Regional Andina sea aprobada rápidamente, y que pronto tendremos los fondos necesarios para ampliar nuestras actividades.

Finalmente, seguimos creyendo que la única solución permanente a los problemas de Colombia es una paz perdurable. Continuaremos apoyando al Presidente Pastrana en sus esfuerzos por lograr esa paz. Nadie ha sido más valeroso en la búsqueda de la paz que el Presidente Pastrana. Pero es hora de que las otras partes en el proceso de paz respondan de buena fé para que el proceso avance y se logre una Colombia de paz, prosperidad y justicia para todos los colombianos.

Gracias.



Bogotá, D.C.
25 de octubre de 2001