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  Actualizada: 26/III/02

Ashcroft dice que el terrorismo vuelve más urgente el problema de las drogas

John Ashcroft
Secretario de Justicia de EE.UU.

Presentación DEA/Aplicación de la ley

Muchas gracias. Tengo el honor de estar hoy aquí con los hombres y mujeres de la Administración para Control de Drogas. El servicio público es un privilegio y un honor en cualquier circunstancia, pero estos últimos seis meses han profundizado la dedicación que todos tenemos a proteger la salud y la seguridad de los estadounidenses. Estos meses nos han recordado lo que habíamos prometido servir y proteger cuando asumimos las responsabilidades de nuestros cargos. Servimos a mucho más que un gobierno o a un pueblo. Somos los servidores y protectores del conjunto de valores que, unidos, crearon una nación.

Cuando la nación fue atacada el 11 de septiembre, fueron atacados estos valores. Para los hombres y mujeres de la Administración para Control de Drogas, desde luego, la tarea de proteger nuestros valores viene desde antes del 11 de septiembre. Nada incide más para reducir nuestro potencial, como individuos y como nación, que el consumo ilegal de drogas. La de ustedes es la tarea diaria, peligrosa y continua de reducir la invasión de las drogas ilegales a nuestra nación.

La captura a comienzos de este mes de Benjamín Arellano Félix, el jefe de una de las organizaciones más grandes y violentas de tráfico de drogas, es un ejemplo de la buena labor de ustedes. Arellano Félix se encontraba en la lista de los "Diez más buscados" por la FBI. Su organización es responsable de más del 20% de la cocaína que entra a Estados Unidos por la frontera sur. La captura de Arellano Félix prueba que cuando identificamos mejor a las principales redes de abastecimiento de drogas, aislamos a su liderazgo y dirigimos nuestros recursos a desmantelar las raíces y ramas de estas redes, podemos reducir la disponibilidad de drogas en nuestras calles. En nombre de una nación reconocida, agradezco al Director Asa Hutchinson, a los hombres y mujeres de la DEA, así como a las autoridades mexicanas, a la FBI y a nuestra oficina del Departamento de Justicia para el Distrito del Sur de California, su valentía y dedicación para lograr esta captura.

La prioridad del Departamento de Justicia de reducir la adicción a drogas ha adquirido una nueva urgencia debido a los ataques terroristas de hace seis meses. Los organismos policiales han conocido desde hace mucho tiempo los vínculos entre el terrorismo y el narcotráfico. El 11 de septiembre ayudó a que un público estadounidense más amplio viera que con frecuencia la amenaza terrorista que enfrentamos y la amenaza de las drogas son la misma.

El terrorismo y las drogas van juntos igual que las ratas y la peste bubónica: prosperan en las mismas condiciones, se apoyan recíprocamente y se alimentan unos de otros. Los traficantes de drogas se benefician de las capacidades paramilitares, del acceso a las armas y de los vínculos con otros grupos clandestinos que pueden proporcionar los terroristas. Los terroristas, por su parte, obtienen de los narcotraficantes una fuente de ingresos y experiencia en el lavado de dinero.

Algunas veces los terroristas y los narcotraficantes facilitan las operaciones de los otros brindando protección o servicios de transporte. Otras veces, los terroristas y los narcotraficantes de son los mismos, y usan los ingresos de las drogas para financiar sus campañas de terrorismo. Hoy, casi la mitad de las organizaciones terroristas internacionales identificadas por el Departamento de Estado están vinculadas con actividades ilícitas de drogas.

Por ejemplo, es bien conocida la dependencia del régimen talibán de sus ingresos del opio y la heroína. Y apenas ayer, he anunciado la presentación de cargos por narcotráfico contra uno de los comandantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, un grupo guerrillero colombiano. El Departamento de Estado ha calificado a las FARC del grupo terrorista internacional más peligroso del Hemisferio Occidental. Durante décadas las FARC se han dedicado a una campaña de terror contra ciudadanos colombianos y estadounidenses: han asesinado a 13 estadounidenses y secuestrado a más de 100 desde 1990. El Departamento de Estado estima que esta actividad se financia con los aproximadamente US$300 millones que las FARC reciben anualmente de la venta de drogas. El 90% de la cocaína que consumen los estadounidenses proviene de Colombia, y las FARC han controlado durante las últimas dos décadas las regiones de cultivo primario de coca y elaboración de cocaína en Colombia.

De manera que hay noticias buenas y malas en la campaña para proteger a nuestra sociedad de las amenazas a su salud y su bienestar. La buena noticia es que ahora vemos más claramente que antes que los narcotraficantes son los principales soportes del terrorismo. La mala noticia es que nosotros, el público estadounidense, somos el principal sostén de los narcotraficantes. El consumo de drogas en Estados Unidos hoy genera mayores ingresos que las grandes empresas. En el 2000 los estadounidenses gastamos casi US$63.000 millones en drogas ilegales. Para poner eso en perspectiva, los ingresos totales del gigante de las comunicaciones AOL-Time Warner en el año 2000 fueron de US$36.200 millones, un poco más de la mitad de lo que los consumidores estadounidenses de drogas echaron en los cofres de grupos como las FARC. Los drogadictos estadounidenses están financiando al terrorismo contra Estados Unidos.

No me hago ilusiones sobre el esfuerzo y la dedicación que harán falta para poner fin a esta autodestrucción. Pero rechazo el fatalismo que impulsa los llamados a rendirse ante la degradación y la deshumanización de la adicción a drogas. Rechazo la idea de que una nación fundada en la idea de la libertad (de que cada uno de nosotros es libre para maximizar el potencial que Dios nos ha dado) rinda a sus ciudadanos a la esclavitud de la adicción a las drogas. Rechazo la idea de que Estados Unidos, en el momento de nuestro mayor poderío y de nuestra mayor prosperidad, abandone voluntariamente a millones de personas a una dependencia destructora y letal de las drogas.

En una era en la cual conocemos más que nunca los estragos de la adicción a las drogas, la rendición no es, ni puede ser, una opción. En un momento en el cual vemos claramente la interdependencia maligna entre los terroristas que matan estadounidenses y las drogas ilegales que roban el potencial estadounidense, rendirse a cualquiera de estas amenazas es rendirse a ambas.

El Departamento de Justicia está dedicado a la libertad, no a rendirse ante la esclavitud de la adicción a las drogas. Hoy estamos anunciando una nueva estrategia para reducir el abastecimiento de drogas ilegales, la cual tiene una visión clara sin ser fatalista, es ambiciosa sin ser inalcanzable. Es un enfoque equilibrado que comprende que las drogas ilegales son tanto una fuerza destructiva en las vidas de los individuos como una fuerza destructiva para la seguridad de nuestra nación.

El Secretario de Justicia Adjunto Thompson, quien como ex fiscal federal de casos de drogas en Georgia será el coordinador de este aspecto de la campaña de aplicación de la ley, brindará los detalles de esta estrategia en sus declaraciones. Antes de que él hable, me gustaría tomar unos pocos minutos para destacar algunos de los componentes de nuestra estrategia para reducir el abastecimiento de drogas ilegales, a la cual seguirá en las próximas semanas nuestra estrategia para reducir la demanda de drogas ilegales.

  • Primero, la misión de los organismos federales de aplicación de la ley será cortar el abastecimiento de drogas disponibles en Estados Unidos. Para establecer un punto de referencia para nuestro progreso, estamos desarrollando cálculos fidedignos de las cantidades de cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas disponibles en Estados Unidos. Estos cálculos interdepartamentales de drogas darán la medida de nuestro éxito.

  • Segundo, el gobierno federal creará la primera lista nacional unificada de organizaciones de narcotráfico seleccionadas como objetivo. He dado órdenes a los organismos federales de aplicación de la ley para que colaboren en el desarrollo de esta lista de organizaciones.

  • Tercero, concentraremos los recursos federales en identificar y eliminar las raíces y ramas de estas importantes organizaciones de drogas. Como hemos hecho en los casos de Arellano Félix y las FARC, nos concentraremos en el nivel de liderazgo y, a través del mecanismo de colaboración del Grupo de Trabajo de Aplicación de la Ley contra el Crimen Organizado de las Drogas (OCDETF), actuaremos simultáneamente contra las diferentes partes de las organizaciones seleccionadas a fin de eliminar su capacidad de proveer drogas ilegales a los estadounidenses.

  • Cuarto, a través del grupo de trabajo interdepartamental conocido como OCDETF, estamos coordinando en el más alto nivel del Departamento de Justicia, bajo la dirección del Secretario de Justicia Adjunto Thompson, los vastos talentos y recursos de los organismos federales de aplicación de la ley para identificar y seleccionar a las principales organizaciones de narcotraficantes.

  • Quinto, el OCDETF hará más hincapié en la conducción de investigaciones financieras para eliminar la infraestructura de las organizaciones de drogas y quitarles las ganancias a esas organizaciones mediante la confiscación de bienes.

  • Sexto y último, nuestra estrategia identifica los "puntos calientes" de importación y distribución de drogas al por mayor y, reajusta los recursos de manera conmensurada con la amenaza de las drogas. Con nuestra estrategia, esperamos por primera vez en los 20 años de existencia del OCDETF, un reajuste muy importante de recursos.

Cuando el presidente Bush anunció el mes pasado la Estrategia nacional de control de drogas, estableció las siguientes metas para la nación: una reducción del 10% durante los próximos dos años en el consumo de drogas entre adolescentes y adultos y una reducción del 25% en el consumo nacional durante los próximos cinco años.

Estas son metas grandes y ambiciosas, dignas de una nación grande y ambiciosa. La estrategia de reducción del abastecimiento de drogas que he explicado hoy, junto con la estrategia de reducción de la demanda que será anunciada en las próximas semanas, es la contribución del Departamento de Justicia para alcanzar esas metas. Es nuestro programa para el cambio. Y es también nuestro llamado a unir la batalla contra el consumo de drogas con la guerra contra el terrorismo para una defensa histórica de la libertad que valoramos.

El nuestro no es solamente un llamado a la acción, es también un llamado a los valores. Porque sin libertad no podemos tener éxito. Con libertad, no podemos fracasar.

Muchas gracias. Que Dios los bendiga y que bendiga a Estados Unidos de América.



Washington, D.C.
19 de marzo de 2002