Embajada de los Estados Unidos de América  |  Bogotá, Colombia Buscar:
 
La Embajada | Temas bilaterales | Prensa | Recursos electrónicos | Preguntas frecuentes | Sobre EE.UU. | Consular | Contáctenos
TEMAS BILATERALES
Abuso de drogas
Ambiente
Comercio internacional
Corrupción
Democracia
Derechos humanos
Desarrollo alternativo
Extradición
Lavado de dinero
Narcotráfico
Plan Colombia
Propiedad intelectual
Terrorismo

Página principal


  Actualizada: 14/III/02

Cinco ingredientes para tener éxito al competir en la economía mundial

English version

Por Robert B. Zoellick
representante comercial de EE.UU.
ante la Conferencia sobre Productividad y Competitividad

Palabras preparadas; sujetas a cambios al presentarlas.


Es un verdadero placer estar en Colombia, en la encantadora ciudad de Santa Marta. Sé que me encuentro en la segunda más antigua democracia del nuevo mundo y sé que esta democracia vencerá a aquellos que la atacan.

La ex Ministra de Comercio y actual Embajadora en Francia, Marta Lucía Ramírez, me importunó, amablemente, pero con insistencia, para que estuviese hoy con ustedes. Los que han trabajado con la Embajadora Ramírez saben perfectamente que es casi imposible decirle "no". Siento el más profundo respeto por la Embajadora Ramírez y la considero una buena amiga. He visto el impresionante dinamismo con que se ha desempeñado a nivel mundial, regional y bilateral. Ella cuenta entre sus logros haber sido una contribuyente clave al éxito de la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Doha (Qatar) y a la solución del largo conflicto con Europa relacionado con el banano. Es una gran defensora de los intereses de Colombia y sabe cómo resolver problemas. De todos mis colegas, ella fue de las más eficaces, y no me cabe duda de que se destacará entre los diplomáticos más formidables que París haya conocido desde Talleyrand, o por lo menos desde Tomás Jefferson y Bejamín Franklin.

También quisiera reconocer la labor de la nueva Ministra de Comercio Exterior colombiana, Angela Orozco, quien como Viceministra fue el arma secreta de Marta Lucía. Más recientemente, a la cabeza de Proexport, la Ministra Orozco promovió con dinamismo las exportaciones colombianas. No es una extraña para el Gobierno de EE.UU. De hecho, en los primeros años de su carrera la Ministra trabajó para la Embajada de EE.UU. en Bogotá. Estamos ansiosos por seguir trabajando estrechamente con ella y sus colegas colombianos.

Por último, me gustaría hacerle un homenaje especial al Presidente Pastrana, quien ve a Colombia como un país abierto al exterior y generador de buenos empleos gracias a las empresas que están dispuestas a competir en el mercado mundial. Tanto él como sus colaboradores han perseverado ante las amenazas de la crueldad y la violencia descontrolada. Ustedes merecen el apoyo de todos los pueblos del mundo amantes de la libertad. Durante nuestras reuniones en Washington, le he manifestado al Presidente Pastrana que Colombia es un socio clave de los EE.UU. ahora que trabajamos para abrir los mercados, promover la estabilidad regional y detener el narcotráfico.

Esta serie de conferencias "Colombia Compite" es una expresión de esa visión, que extiende la mano a centenares de empresas colombianas para proporcionarles orientación general y medios prácticos para aumentar la productividad y lograr la competitividad. Me han comentado que la respuesta del sector privado colombiano a esta serie de conferencias ha sido abrumadora. Por lo tanto, es un honor que me hayan invitado y estoy muy complacido de poder compartir con ustedes lo que pienso de la competitividad, con un enfoque en el aprovechamiento de las oportunidades que surgirán gracias al Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

Durante décadas, EE.UU. y Colombia han reconocido el valor de mantener fuertes relaciones. En 1921, el Presidente Suárez presentó la idea de Res Pice Polum (Sigamos a la Estrella Polar) que vinculaba el futuro de Colombia con EE.UU. mediante el aprecio de la geografía, el comercio y la democracia. El Presidente Herrera también estuvo de acuerdo con esta estrategia, y en 1940 nuestras dos naciones firmaron un acuerdo de comercio bilateral.

El compromiso de los EE.UU. con Colombia sigue en pie hasta la fecha. El Presidente Pastrana fue de los primeros jefes de estado y de gobierno con los que se reunió el Presidente Bush después de la toma de posesión. El Secretario Powell tenía planes de visitar Colombia el 11 de septiembre, y hubiera sido la primera visita de un Secretario de Estado a Colombia desde que lo hiciera el Secretario Baker, mi jefe en el Departamento de Estado, en 1990. Como ustedes sabrán, el Secretario Powell no pudo venir a Colombia y tuvo que regresar a Washington después de los ataques terroristas. Pero yo he salido favorecido; ahora tengo el honor de ser el primer miembro del gabinete del Presidente Bush que visita Colombia.

Estados Unidos está dispuesto a ayudar a Colombia a detener el flagelo del narcotráfico dentro de sus fronteras y a proceder con su desarrollo económico y social. En consulta con el Presidente Pastrana, EE.UU. está proporcionando US$1.300 millones para apoyar el Plan Colombia; una iniciativa audaz que consiste en una estrategia integral para promover el desarrollo y el crecimiento económico mediante la expansión comercial y la inversión, el fortalecimiento del imperio de la ley, la protección de los derechos humanos, nuevas oportunidades de educación, la promoción de la independencia judicial y el fomento de la paz.

Me siento optimista respecto al futuro económico de Colombia debido a su ubicación estratégica, al suministro abundante de recursos naturales y a una fuerza de trabajo bien capacitada. Desde 1990, se han aplicado varias reformas económicas fundamentales que han creado un ambiente favorable para el comercio y han ayudado a estimular la competitividad de Colombia.

Una de las prioridades hemisféricas del Gobierno del Presidente Bush es ayudar a Colombia a edificar sobre estas bases. Todos ustedes, en calidad de empresarios y líderes comerciales, están a la vanguardia del futuro económico de Colombia. Al crear mejores empleos, con mejores salarios, ayudan a elevar el nivel de vida de los colombianos y al mismo tiempo amplían sus oportunidades económicas y, por consiguiente, apoyan la democracia.

Como muchos de ustedes sabrán, un flujo libre de exportaciones (e importaciones) puede ayudar a impulsar la economía colombiana. La industria de las flores encarna el éxito del sector de exportaciones en Colombia. En 1965, las exportaciones de flores de Colombia llegaron apenas a US$20.000. Diez años después, superaron los US$20 millones. Y actualmente, esas exportaciones se calculan en casi US$600 millones. La industria de las flores genera 75.000 empleos directos en Colombia, y estos son buenos empleos que ofrecen beneficios de jubilación y salud y estabilidad durante todo el año.

Casi el 85% de las exportaciones de flores colombianas van hacia EE.UU., y esos envíos han contribuido a una creación impresionante de empleos en nuestro mercado nacional: 7.000 personas se desempeñan en trabajos relacionados con la importación de flores de Colombia. Las empresas de transporte terrestre y aéreo de flores colombianas emplean a una fuerza combinada de 3.600 personas. En las secciones de flores de los supermercados estadounidenses trabajan más de 24.000 personas y en las floristerías del país casi 125.000 personas.

Pero eso no es todo. Este salón está lleno de empresarios colombianos que han encontrado la manera de competir, no sólo en Colombia sino a nivel internacional. Leonisa, de la zona de Medellín, Antioquia, se ha concentrado en los mercados latinoamericanos para la venta de sus productos. Aproximadamente el 40% de sus 5.000 trabajadores se dedican a producir para la exportación. Las exportaciones de alimentos elaborados de la empresa Noel, también de Medellín, pasaron de US$8,5 millones en 1994 a US$36 millones en 1999, un aumento de más del 400% en cinco años. Tubocaribe, fabricante de acero y tuberías en la zona de Cartagena y que emplea a unas 1.000 personas, está exportando ahora el 80% de su producción, de la cual el 40% se envía hacia EE.UU.

Puesto que la competitividad es el tema de esta conferencia, pensé que podía compartir algunas ideas sobre lo que para mí son los cinco ingredientes fundamentales para construir economías más sólidas y países más fuertes: el libre comercio; la educación e innovación; el imperio de la ley, los derechos de propiedad y la gobernabilidad eficaz; una infraestructura moderna; y una economía abierta y sin restricciones. Muchos de estos ingredientes serán pertinentes para Colombia y otras naciones en vís de desarrollo, pero su aplicación es universal.


Comercio e integración con la economía mundial

En primer lugar, el libre comercio es un elemento fundamental para que avancen el desarrollo económico y la competitividad, y se produzcan beneficios considerables y duraderos. Como dijera el ex presidente de México, Ernesto Zedillo, "Cada vez que una nación pobre ha superado considerablemente su pobreza, lo ha logrado dedicándose a la producción para los mercados de exportación y abriendo sus puertas al flujo de bienes extranjeros, inversiones y tecnología".

El Presidente Zedillo habla por experiencia propia, ya que gobernó México durante el proceso de integración con EE.UU. y Canadá mediante el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA). Durante los últimos cinco años, la economía de México ha crecido a una tasa promedio del 5,5% anual y más de la mitad de los 3,5 millones de empleos creados en México desde 1995 están relacionados con el comercio. La inflación ha bajado a menos del 10% (un gran alivio para los pobres de México) y el déficit fiscal sálo representa el 1% del PIB. El NAFTA también ayudó a la recuperación de México en medio de los retos de la globalización. Después de la crisis del peso en 1982, México tuvo que esperar siete años para poder solicitar nuevos préstamos en los mercados financieros internacionales; después de la crisis financiera de 1994 y 1995, con ayuda del NAFTA, sólo le tomó siete meses.

El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es una oportunidad para que Colombia y el resto de América Latina se beneficien de los principios progresistas que respaldan el NAFTA. Cuando se haya completado, el ALCA será el área de libre comercio más extensa del mundo, que abarcará a 800 millones de personas con un producto nacional bruto combinado de más de US$10 billones. Colombia ha demostrado sistemáticamente un liderazgo valioso al ayudar a promover el proceso del ALCA. Cartagena fue la sede de la segunda reunión ministerial del ALCA en marzo de 1996, y Colombia ha presidido un grupo de negociación en cada ciclo del ALCA.

Los beneficios comerciales son bien conocidos por muchos en Colombia, ya que el país ha obtenido ganancias considerables gracias a la Ley de Preferencias Arancelarias Andina (ATPA). Como ustedes sabrán, esta ley permite el acceso libre de impuestos al mercado estadounidense de una serie de productos de Colombia y de otras naciones andinas. Reconocemos que el vencimiento de esa Ley está causando verdaderas dificultades en toda la región andina; el Presidente Bush y su equipo estamos presionando al Congreso para que sea renovada y ampliada lo más pronto posible.

Es indudable que el historial del ATPA representa un gran respaldo. Ha suministrado alternativas económicas diferentes al narcotráfico, apoyando la creación de 140.000 empleos entre 1992 y 1999, mientras promueve el desarrollo y la democracia. El ATPA puede ser un camino al ALCA, ayudando a impulsar y apoyar más la liberalización del mercado. Ya ha ayudado a fortalecer nuestra relación de comercio bilateral; las importaciones estadounidenses procedentes de Colombia han aumentado el 155% desde que el ATPA fue aprobado hace una década, y EE.UU. es el principal socio comercial de Colombia.

El comercio y la integración con la economía mundial fomentan la competitividad y el desarrollo económico a largo plazo. Un estudio reciente del Banco Mundial hizo un examen de los países en vías de desarrollo que abrían sus puertas a la competencia mundial, y de los que no lo hacían. El estudio llegó a la conclusión de que el ingreso per cápita en los países en vías de desarrollo, partidarios de la globalización, había aumentado tres veces y media más rápidamente que el de los países en vís de desarrollo que no la practicaban. Las tasas de pobreza absoluta de los países en vís de desarrollo con una economía abierta tuvo un fuerte descenso en los últimos 20 años, y los niveles de ingresos de los hogares de más bajos ingresos aumentaron al ritmo de la economía en general.

El Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ha dicho suscintamente que los países en vís de desarrollo deben participar más activamente en la economía mundial: "Los pobres son pobres no porque haya demasiada globalización sino porque hay muy poca."

Un estudio realizado por Joseph François, de la Universidad Erasmus en Rotterdam, indica que las nuevas negociaciones comerciales mundiales podrían generar aproximadamente de US$90 a US$190 millardos al año en ingresos más elevados para las naciones en vías de desarrollo. En particular, se puede decir que la liberalización del mercado agrícola mundial (uno de los mandatos de negociación acordados en la reunión ministerial de la OMC en Doha el pasado mes de noviembre) es la mayor contribución que las nuevas negociaciones pueden hacer para reducir la pobreza y mejorar la competitividad en el mundo en vías de desarrollo. Colombia y EE.UU. trabajaron estrechamente en la reunión ministerial de la OMC en Doha para insistir en una agenda de liberalización agrícola. La labor de la Ministra Ramírez y de su equipo fue fundamental para que pudiésemos llegar a un consenso con otros países miembros de la OMC.

La liberalización comercial introducida por la Ronda de Uruguay subraya el potencial de un mayor volumen comercial para los países en vías de desarrollo. En los seis años siguientes a la conclusión de la Ronda, las exportaciones de los países en vías de desarrollo aumentaron en casi US$1 billón, ascendiendo a un nivel de $2,4 billones. En 2000, los países en vías de desarrollo exportaron US$73 millardos en informática hacia EE.UU., que es un aumento del 43% desde 1996, el año anterior a la aplicación del Acuerdo Multilateral sobre la Tecnología de la Información (ATI). Colombia todavía no ha firmado ese Acuerdo, e instamos a que lo haga. El ATI elimina los aranceles sobre el sector de la informática, el cual tiene potencial para generar empleos y grandes inversiones directas extranjeras, al mismo tiempo que contribuye a la competitividad regional y mundial de las empresas colombianas al darles mayor acceso a equipos de informática. La mitad de los miembros de la OMC, los cuales representan más del 90% del comercio mundial, pertenecen al ATI.

En resumen, estos beneficios comerciales no se valoran únicamente en dólares. El libre comercio promueve la reforma política, aumenta el número de empresas independientes y ayuda a reducir el grado de intervención gubernamental en las economías nacionales en todo el mundo. Ofrece incentivos y recompensas a los gobiernos que realizan reformas económicas difíciles. También envía una señal muy valiosa (una señal de confianza) a los posibles inversionistas, en el sentido de que los países han convenido en ajustarse a reglas comunes que rigen el comercio, para crear un verdadero mercado hemisférico. Acuerdos comerciales como el NAFTA y el ALCA promueven el buen gobierno al obligar la trasparencia en el sector público y la adherencia al imperio de la ley.


Educación e innovación

El segundo ingrediente crítico de la fórmula para la competitividad es la inversión privada y pública en educación y capacitación. Es necesario elevar los niveles educativos para que los ciudadanos estén mejor preparados para participar en el capitalismo mundial y explotar sus beneficios. El aumento en los niveles educativos también es importante para que el país pueda aprovechar la economía de la información y adaptarse rápidamente a los constantes cambios de la economía moderna.

El Gobierno del Presidente Pastrana ha sido innovador en materia de educación para apoyar la competitividad. Tengo entendido que ha hecho todo lo posible para que todas las universidades en Colombia ofrezcan un curso de comercio internacional, y que altos funcionarios colombianos encargados del comercio participen en calidad de conferencistas invitados.

La educación de alta calidad, junto con la promoción saludable de la competencia comercial, es fundamental para la innovación. Ayuda a crear nuevos productos, nuevos métodos y nuevos paradigmas, que les permite a los países y empresas desarrollar nuevos productos y servicios que mejoran la competitividad en general. La innovación constante es fundamental para avanzar con respecto a la productividad y la competencia. De hecho, gran parte del aumento en la productividad laboral de EE.UU. durante los últimos años se debe a la reacción, a una mayor competencia comercial, de trabajadores, planificadores y gerentes capacitados que tienen una mentalidad abierta al exterior. Por ejemplo, la empresa Wal-Mart, la cual co-patrocinó una conferencia cumbre instructiva sobre oportunidades comerciales en Brasil a la que asistí a principios de esta semana, ha triunfado en un sector supremamente competitivo (el de ventas al por menor) al adoptar economías de escala en la logística de almacenamiento y las compras, el intercambio de datos electrónicos y la lectura inalámbrica de los códigos de barras.


El imperio de la ley, los derechos sobre la propiedad y la gobernabilidad eficaz

Un tercer requisito previo para fomentar el crecimiento económico y la competitividad es que las instituciones rectoras sean eficaces e incorruptas. Para decirlo de la manera más sencilla, si bien los estados necesitan de los mercados para poder funcionar, los mercados sólo pueden funcionar en los estados eficaces, legítimos y cumplidores de las leyes.

Por supuesto que la seguridad pública es fundamental, como lo es también un buen sistema jurídico que pueda solucionar controversias contractuales y garantizarle a los inversionistas nacionales y extranjeros que la ley los tratará de manera justa, equitativa y con prontitud. Los gobiernos deben establecer y hacer cumplir reglamentos justos y bien definidos para los negocios, ya sea que se relacionen con las normas de la propiedad privada, el comercio o la contabilidad. Y debe haber transparencia en el cumplimiento de esas normas y reglamentos.

En la economía moderna basada en la información, los derechos efectivos sobre los bienes deben extenderse al campo del trabajo intelectual. Las patentes fomentan las innovaciones y éstas, a su vez, impulsan la investigación y el desarrollo, así como la creación de nuevas aplicaciones. Como la mayoría de las empresas que van a la vanguardia pueden prosperar sólo mediante la innovación constante, la falta de protección a la propiedad intelectual equivaldría a colocar un aviso con la palabra "Váyanse" dirigida a las inversiones y empresas que impulsarán el futuro.

Ciertamente, vale la pena observar que en el siglo XVIII, los redactores de la Constitución de EE.UU., uno de los tratados políticos y económicos más exitosos de toda la historia, se tomaron su tiempo para añadir a ese breve documento un poder federal específico: "Promover el progreso de la ciencia y las artes útiles, al garantizar por un plazo limitado a los autores e inventores el derecho exclusivo a sus respectivas obras y descubrimientos". Y más tarde, en 1790, el nuevo Gobierno de EE.UU. encargó la administración de sus nuevas leyes sobre patentes a nadie menos que Tomás Jefferson. No hay duda de que desde el principio EE.UU. ha reconocido la relación entre propiedad intelectual y desarrollo.

Todos los factores que acabo de mencionar influyen en lo atractivo que resulte cada país como lugar de inversión para las empresas extranjeras, que es un incentivo principal de la competitividad, el crecimiento económico y el desarrollo. El fortalecimiento del imperio de la ley y del gobierno efectivo en Colombia, causas en las cuanles ustedes han trabajado con tanto esmero, reafirmará la confianza de los inversionistas extranjeros para invertir aún más en este país, y ayudará a atraer nuevos inversionistas.


Una infraestructura moderna

Un cuarto factor para la competitividad es la construcción y el mantenimiento de una infraestructura moderna, para que los canales comerciales se conserven fuertes y despejadas. Para sustentarse, el comercio requiere carreteras, vías férreas, puertos marítimos, aeropuertos y fuentes confiables de energía eléctrica a precios razonables. Si esos medios no son adecuados, las mercancías no se pueden transportar rápidamente, la cadena de abastecimiento se desintegra y la economía sufre.

El mismo requisito es pertinente para la infraestructura del futuro: las telecomunicaciones. Un sistema de comunicaciones que funcione bien es un requisito previo para las inversiones; en los actuales mercados mundiales, si las empresas no tienen comunicaciones confiables, no pueden funcionar.

Por otro lado, una buena infraestructura de comunicaciones puede impulsar otras reformas. En las elecciones presidenciales que se celebraron en Senegal el año pasado, los periodistas y los observadores locales utilizaron teléfonos celulares para trasmitir rápidamente el número de votos a las nuevas estaciones de frecuencia modulada (FM) del país, las cuales ofrecían datos actualizados periódicamente. Cuando se hizo evidente que el presidente titular había perdido, éste no pudo impugnar de manera fidedigna los resultados y accedió a entregar el poder a su adversario, poniendo fin a 40 años de gobierno unipartidista.

Hay que cumplir varias condiciones para que Colombia tenga un sistema de comunicaciones de talla mundial: la adhesión a sus obligaciones comerciales multilaterales para abrir el mercado básico de telecomunicaciones; unos procedimientos justos y trasparentes para la acreditación de los proveedores del servicio de telecomunicaciones; y un ambiente estable y seguro para los inversionistas. Las empresas que lleguen a Colombia deben confiar en que se les pagará pronta y justamente por sus bienes y servicios.


Una economía abierta / Liberalización de normas

Finalmente, un ambiente económico abierto ayuda a crear un círculo positivo: competencia, inversión, sistemas financieros más fuertes, mayor productividad, aumento del nivel de vida y ampliación de los recursos para hacer más innovaciones. La competencia, nacional y extranjera, es la clave para que las empresas incrementen su propia competitividad.

Como lo ha señalado Michael Porter de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, "La vida tranquila es enemiga de la ventaja comparativa. Las industrias florecen cuando se ven obligadas a superar un elevado costo laboral o la falta de recursos naturales, cuando sus clientes no aceptan productos inferiores o pasados de moda, cuando sus competidores locales son muchos y agresivos, y cuando el gobierno no las protege de la competencia justa y establece normas técnicas y fiscales severas".

Los gobiernos también pueden estimular la competitividad mediante la conservación de mercados laborales abiertos y flexibles donde los impuestos son bajos y las reglamentaciones no sean muy rigidas. Los políticos deben resistir las exigencias de los grupos de interés que procuran imponer reglamentaciones fiscales a los empleadores con el pretexto de proteger a los trabajadores. Los mercados laborales rígidos incluso contribuyen a los déficits presupuestales: muchos empleadores tratan de evadir los reglamentos laborales al contratar a empleados que no figuran en los registros de personal y así privan al gobierno de los ingresos debidos.

Una economía abierta ayudará también a apoyar el dinamismo de los mercados de capital. El capital es un cobarde. No va a donde no se siente seguro. Cuando se combinan con buenas políticas reglamentarias y comerciales a nivel nacional, los mercados de capital que marchan sobre ruedas ayudan a garantizar que los ahorros internos y externos se inviertan en sectores con altas tasas de rendimiento públicas y privadas, lo cual contribuye a la competitividad, al crecimiento y a niveles de vida más elevados.

Los mercados de capital también pueden adquirir una nueva vitalidad, y los países pueden llegar a ser más competitivos, con la liberalización de los servicios financieros relacionados con las telecomunicaciones y la tecnología de la información. Esos servicios abren las puertas al incremento de la productividad, la reducción de los costos y los servicios adaptados al cliente a medida que las empresas aprenden cómo utilizar eficazmente la información en tiempo real. Más aun, esa desreglamentación es una "fuerza multiplicadora" para las reformas estructurales y la liberalización. A medida que los mercados financieros se liberan y los intermediarios se multiplican, se debilita el poder tradicional de los bancos como el único canal para la mediación y se desatan nuevos agentes de cambio: los administradores de activos financieros, ya sean en las modalidades de fondos de pensiones, compañías de seguros, fondos mutuos de inversión u otros.

Los administradores de capital, sin importar el país, hacen hincapié en medidas comunes: el rendimiento del capital, el valor para los accionistas, la trasparencia y un mejor gobierno de la empresa. Ellos desean comparaciones más claras y directas entre las empresas de un sector. Estas normas hacen que las empresas se reestructuren, se concentren en las competencias básicas y las líneas de negocios limpias, y establezcan operaciones conexas. Esta tendencia estimulará la demanda de una mayor eficacia y liberalización de las normas.

Hemos observado el efecto transformador de esa desreglamentación en las perspectivas de una nueva generación de ejecutivos empresariales en Europa. Asimismo, esa transformación será la clave de renovación del Japón; también ofrece grandes posibilidades para Colombia y el resto de América Latina.


Conclusión

Todos los países, hoy, se enfrentan a las mismas opciones austeras a medida que luchan por una mayor competitividad mundial: ¿volverán a tener miedo, a retroceder, a estancarse y a las ideologías obsoletas que tratan de proteger a sus grupos electorales cortos de visión? ¿O abrazarán los principios empresariales y de gobierno del siglo XXI basados en los mercados, los reglamentos y la apertura?

Recientemente, Colombia ha elegido avanzar por el sendero del progreso, bajo condiciones extremadamente difíciles, y los felicito por ello. Ahora el desafío consiste en seguir por ese camino en los años venideros. Al hacerlo, pueden ayudar a crear una economía más competitiva y dinámica en la cual el pueblo de Colombia disfrute de nuevas oportunidades, de una nueva seguridad económica a través de la flexibilidad y de nuevas libertades. La democracia colombiana necesita de este firme principio económico. Espero colaborar estrechamente con todos ustedes para que esta promesa sea una realidad. Por eso hoy quería estar aquí con ustedes.

Muchas gracias.



Santa Marta, Magdalena
14 de marzo de 2002




(As Prepared for Delivery)

Competing in the Global Economy:
Five Ingredients for Success

Versión en español

By Robert B. Zoellick
U.S. Trade Representative
before the Conference on Productivity and Competitiveness


I am pleased to be here in Colombia, in the lovely town of Santa Marta. I know I am in the second oldest democracy in the New World and I know this democracy will overcome those that attack it.

Former Trade Minister and current Ambassador to France Marta Lucia Ramirez importuned me (ever politely but persistently) to come here to be with you today. Those of you here who have worked with Ambassador Ramirez are aware that she is a difficult person to whom to say "no"! I have the greatest respect for Ambassador Ramirez and consider her a good friend, having seen her in impressive action on the global, regional, and bilateral stages. Among other accomplishments, she was a key contributor to the success of the World Trade Organization (WTO) Ministerial meeting in Doha, Qatar and in the resolution of the longstanding banana dispute with Europe. She is both a forceful advocate for Colombia's interests and a problem-solver. Of all of my colleagues, she was one of the most effective, and I have no doubt that she will be one of the most formidable diplomats in Paris since Talleyrand, or at least Thomas Jefferson and Benjamin Franklin!

I would also like to recognize Colombia's new Trade Minister, Angela Orozco, who as Vice Minister was Marta Lucia's secret weapon. More recently, as head of Proexport, Minister Orozco was a strong force in promoting Colombian exports. She is no stranger to the U.S. Government. In fact, very early in her career the Minister assisted for the U.S. Embassy in Bogota. We look forward to continuing to work closely with her and her Colombian colleagues.

Finally, I would like to pay a special tribute to President Pastrana, whose courage and vision for Colombia is of an outward-looking country, generating good jobs through firms prepared to compete in the global marketplace. He and his colleagues have persevered in the face of threats cruelty, and senseless violence. You deserve the support of all freedom-loving peoples around the world. As I have told President Pastrana during our meetings in Washington, Colombia is a key partner of the U.S. as we work to open markets, defend democracy, promote regional stability, and curb drug trafficking.

This "Colombia Competes" conference series is one expression of that vision, reaching out to hundreds of Colombian firms to provide them both general guidance and practical tools for increasing productivity and achieving competitiveness. I am told that the response of the Colombian private sector to this conference series has been tremendous. Therefore, I am honored to be invited and delighted to be able to share with you my thoughts on competitiveness, with a focus on seizing the opportunities that will open through the Free Trade Area of the Americas (FTAA).

For decades, the U.S. and Colombia have recognized the value of maintaining strong relations. In 1921, President Suarez advanced the idea of Res Pice Polum. Follow the North Star, which linked Colombia's future to the U.S. through appreciation of geography, trade, and democracy. President Herrera endorsed this strategy as well, and in 1940 our two nations signed a bilateral trade accord.

The U.S. commitment to Colombia continues today. President Pastrana was among the first heads of state President Bush met with after taking office. Secretary Powell was planning to visit Colombia on September 11; he would have been the first Secretary of State to come here since my boss at the State Department, Secretary Baker, visited in 1990. As you know, Secretary Powell did not make it to Colombia, returning instead to Washington following the terrorist attacks. But there is an offsetting benefit for me: Now I have the honor of being the first member of President Bush's Cabinet to visit you.

The U.S. is dedicated to helping Colombia stop the scourge of drug trafficking within its borders and move forward with its economic and social development. In consultation with President Pastrana, the U.S. is providing $1.3 billion to support Plan Colombia: a bold initiative that provides an integrated strategy to promote economic growth and development through expansion of trade and investment, strengthen the rule of law, provide new protections for human rights, offer new educational opportunities, enhance judicial independence, and foster peace.

I am optimistic about Colombia's economic future, given its strategic location, abundant supply of natural resources, and well-educated workforce. Since 1990, a number of vital economic reforms have been implemented, creating a favorable climate for commerce and helping to boost Colombia's competitiveness.

One of the Bush Administration's top hemispheric priorities is to help Colombia build on this foundation. As business leaders and entrepreneurs, you are on the front lines of Colombia's economic future. By creating quality, high-paying jobs, you are helping to raise the living standards of the Colombian people, while expanding economic opportunities and thereby supporting democracy.

As many of you know, a free flow of exports (and imports) can help to inject new energy into the Colombian economy. The Colombian flower industry embodies the success of Colombia's export sector. In 1965, Colombia exported just $20,000 worth of flowers. Ten years later, flower exports were valued at more than $20 million. And today, these exports total nearly $600 million. The flower industry generates 75,000 direct jobs in Colombia, and these are good jobs, offering year-round stability and health and retirement benefits.

Nearly 85% of Colombia's flower exports go to the U.S., and these shipments have contributed to impressive job creation in our home market: 7,000 people work in jobs connected to the imports of Colombia's flowers; aviation and trucking companies that transport Colombian flowers employ some 3,600 people; U.S. supermarkets employ more than 24,000 people in their flower departments; and U.S. flower shops employ nearly 125,000 people.

But that is not the whole story. This room is filled with Colombian entrepreneurs who have found ways to compete, not just in Colombia but internationally. Leonisa from the Medellin, Antioquia area has targeted all Latino markets for its apparel. Approximately 40% of its 5,000 person workforce is engaged in production for export. Noel, also from Medellin, saw its exports of processed foods grow from $8.5 million in 1994 to $36 million in 1999, an increase of over 400% in five years. Tubocaribe, a steel and pipes manufacturer in the Cartagena area that employs one thousand people, now exports about 80% of its production, of which 40% goes to the U.S.

Since competitiveness is the theme of this conference, I thought I would offer some ideas on five key ingredients in the recipe for building stronger economies and stronger countries: open trade; education and innovation; the rule of law, property rights, and effective governance; a modern infrastructure; and an open, deregulated economy. Many of these ingredients will be relevant to Colombia and other developing nations, but they have universal application.


Trade & Integration with the Global Economy

First, open trade is a critical element in advancing economic development and competitiveness, offering big and lasting dividends. As Mexico's former President, Ernesto Zedillo, has said, "In every case where a poor nation has significantly overcome its poverty, this has been achieved while engaging in production for export markets and opening itself to the influx of foreign goods, investment, and technology."

President Zedillo speaks from experience, having governed Mexico as it was deepening its integration with the U.S. and Canada through the North American Free Trade Agreement (NAFTA). Over the past five years, Mexico's economy has grown at an average annual rate of 5.5%, and more than half of the 3.5 million jobs created in Mexico since 1995 are connected to trade. Inflation has dropped to single digits (a major breakthrough for Mexico's poor) and the government's budget deficit is just 1% of GDP. NAFTA also helped Mexico's resilience amidst the challenges of globalization. Following the 1982 peso crisis, it took Mexico seven years to be able to borrow again in international financial markets; after the financial shock of 1994-95, with the help of NAFTA, it took just seven months.

The FTAA presents an opportunity to extend the progressive principles underpinning NAFTA to Colombia and the rest of Latin America. Once completed, the FTAA will be the largest free trade zone in the world, encompassing 800 million people with a combined gross domestic product of more than $10 trillion.

Colombia has consistently demonstrated valuable leadership in helping to drive the FTAA process forward. Cartagena hosted the second FTAA Ministerial in March, 1996, and Colombia has chaired a negotiating group in every cycle of the FTAA.

The benefits of trade are well-known to many in Colombia, as the country has realized impressive gains from the Andean Trade Preference Act (ATPA). As you know, the ATPA provides duty-free access to the U.S. market for a range of products from Colombia and the other Andean nations. We recognize that the expiration of ATPA is causing real hardship throughout the Andean region; the President and his team are pressing the Congress to renew and expand the ATPA as soon as possible.

The ATPA's record certainly warrants support. It has helped to provide economic alternatives to the narcotics trade, supporting the creation of 140,000 new jobs from 1992 to 1999, while promoting development and democracy. The ATPA can serve as a bridge to the FTAA, helping to build momentum and support for market liberalization. It has already helped to strengthen our bilateral trading relationship; U.S. imports from Colombia have increased 155% since ATPA's passage a decade ago, and the U.S. is Colombia's leading trading partner.

Trade and integration with the global economy boosts long-term economic growth and competitiveness. A recent World Bank study examined developing countries that opened themselves to global competition, and those that did not. It concluded that the income per person in globalizing developing countries grew more than three-and-a-half times faster than it did in non-globalizing developing countries. The absolute poverty rates for globalizing developing countries fell sharply over the past 20 years, and the income levels of the lowest income households grew in line with the overall economy.

United Nations Secretary-General Kofi Annan has succinctly spoken to the need for developing nations to become more active participants in the global economy: "The poor are poor not because of too much globalization, but because of too little."

A study by Joseph Francois, of Erasmus University in Rotterdam, reports that new global trade negotiations could generate approximately $90-$190 billion a year in the form of higher incomes for developing nations. In particular, liberalization of the global agriculture market, one of the negotiating mandates agreed to at the WTO Ministerial meeting in Doha, Qatar last November, is arguably the single greatest contribution that the new negotiations can make to reducing poverty and enhancing competitiveness in the developing world.

Colombia and the U.S. worked in a close partnership at the WTO Ministerial meeting in Doha, Qatar to press an agenda of agricultural liberalization. The work of Minister Ramirez and her team was critical to our ability to forge a consensus with other WTO members.

The trade liberalization ushered in by the Uruguay Round highlights the potential of more trade for developing nations. In the six years following the round's completion, exports from developing nations grew by nearly $1 trillion, to a level of $2.4 trillion.

In 2000, developing countries exported $73 billion worth of information technology to the U.S., a 43% increase since 1996, the year before the multilateral Information Technology Agreement (ITA) had been implemented. Colombia has yet to sign the ITA; I would urge it do so. The ITA eliminates tariffs on information technology, a sector that offers the potential of generating extensive foreign direct investment and job creation, while contributing to the regional and global competitiveness of Colombian firms by giving them improved access to IT equipment. Half of all WTO members, representing over 90% of global trade, belong to the ITA.

In sum, these benefits from trade are not denominated in dollars alone. Open trade advances political reform, swells the ranks of independent businesses, and helps to reduce the level of government intervention in national economies throughout the world. It provides incentives and rewards for governments pursuing difficult economic reforms. It also sends a valuable signal (a signal of confidence) to potential investors that nations have agreed to abide by common rules governing trade, to create a truly hemispheric marketplace. Trade agreements such as NAFTA and the FTAA also promote good governance by creating obligations for transparency in government and adherence to the rule of law.


Education & Innovation

The second critical ingredient in the recipe for competitiveness is private and public investment in education and training. Enhancement of education levels better prepares citizens to participate in, and seize the benefits of, global capitalism. Increasing educational attainment levels is also important for a country's ability to capitalize on the information economy and quickly adapt to the waves of new changes constantly washing up on the shores of the modern economy.

The Pastrana Administration has been innovative in the area of education to support competitiveness. I understand it has even ensured that universities throughout Colombia offer a course in international trade, and that senior Colombian trade officials participate as guest lecturers.

High-quality education, along with the healthy ferment of commercial competition, is vital to innovation. It helps create new products, new methods, and new paradigms; enabling countries and companies to develop service and product niches that enhance overall competitiveness.

Constant innovation is fundamental to gains in productivity and competitiveness. Indeed, much of the increase in U.S. labor productivity in recent years arose from the responses of educated and outward-oriented workers, entrepreneurs, and managers to heightened commercial competition. For example, Wal-Mart, which co-hosted an illuminating summit on commercial opportunities in Brazil that I attended earlier in the week, has gained in the fiercely competitive retail sector by adopting economies of scale in warehouse logistics and purchasing, global sourcing, electronic data interchange, and wireless bar code scanning.


The Rule of Law, Property Rights, and Effective Governance

A third prerequisite for enhancing economic growth and competitiveness is effective governing institutions that are free of corruption. In the simplest terms, while states need markets to function, markets cannot function without effective, legitimate, and law-abiding states.

Public safety is of course fundamental. So is the existence of a sound legal system capable of adjudicating contractual disputes and assuring both domestic and foreign investors of fair, equitable, and timely treatment before the law. Governments must set and enforce fair and clear rules for commerce, whether this relates to private property, trade, or accounting standards. And there must be transparency in how these rules and regulations are enforced.

In the modern knowledge-based economy, effective property rights must extend to the fruits of intellectual labor. Patents encourage innovation. A climate of innovation encourages research and development, as well as new applications. Since most cutting-edge businesses can only prosper through continuous innovation, a failure to protect intellectual property is like putting up a "Keep Away" sign to the investments and businesses that will drive the future.

It is certainly worth noting that the 18th Century drafters of the U.S. Constitution (one of the most successful political and economic compacts of all time) took time to add to that very sparse document a specific federal power: "To promote the Progress of Science and useful Arts, by securing for Limited Times to Authors and Inventors the exclusive Right to their respective Writings and Discoveries." In 1790 the first U.S. Government entrusted the administration of its new patent laws to none other than Thomas Jefferson. There is no doubt that from the start the U.S. recognized the connection between intellectual property and development.

All of the factors I have just cited influence the appeal of individual countries as places of investment by foreign companies, a key driver of competitiveness, economic growth and development. Strengthening the rule of law and effective governance in Colombia, causes for which you have worked so diligently, will strengthen the confidence of foreign investors in Colombia to invest even more and will help to attract new investors as well.


A Modern Infrastructure

A fourth factor for competitiveness is building and maintaining modern infrastructure, so that the arteries of commerce remain strong and clear. The lifeblood of commerce requires roads, rail lines, sea ports, airports, and reliable sources of energy at reasonable prices. If they are not adequate, goods cannot be transported rapidly, production is interrupted the supply chain collapses, and the economy suffers.

The same requirement holds for the infrastructure of the future: telecommunications. A well-functioning communications system is a prerequisite for investment; in today's global markets, if companies lack reliable communications, they cannot operate.

The flip side is that a healthy communications infrastructure can drive other reforms. In Senegal's presidential election last year, journalists and local election observers used cell phones to rapidly convey vote counts to the country's new FM radio stations, which provided regular updates. When it appeared the incumbent president had lost, he could not credibly challenge the results and conceded to his opponent, ending 40 years of one-party rule.

Several conditions need to be met in order for Colombia to have a world-class telecommunications system: adherence to its multilateral trade obligations to open the basic telecommunications market; fair and transparent procedures for the licensing of telecommunications service providers; and a stable, certain climate for investors. Businesses that come to Colombia need to have confidence that they will be paid promptly and fairly for their goods and services.


An Open Economy / Deregulation

Finally, an open economic environment helps create a virtuous circle: competition; investment; stronger financial markets; improved productivity; rising living standards; and expanding resources for further innovation. Competition, domestic and foreign, is the key for companies elevating their own competitiveness.

As Michael Porter of Harvard Business School has pointed out, "The quiet life is an enemy of comparative advantage. Industries thrive when they are forced to overcome high labor costs or a lack of natural resources, when their customers won't accept inferior or outmoded products, when their local competitors are many and fierce, and when government offers no protection from fair competition and sets tough technical and regulatory standards."

Governments can also boost competitiveness through the maintenance of open, flexible labor markets in which taxes are low and burdensome regulations are absent. Politicians need to resist the demands of interest groups that seek to impose taxing regulations on employers under the guise of worker protection. Rigid labor markets even contribute to budget deficits: Many employers seek to evade labor regulations by hiring employees off the books, thus depriving governments of necessary revenues.

An open economy will also help to support dynamism in capital markets. Capital is a coward. It does not go where it does not feel safe. When combined with sound domestic regulatory and trade policy, smoothly flowing capital markets help to assure that domestic and foreign savings are invested in areas with high private and public rates of return, contributing to competitiveness, growth, and higher living standards.

The capital markets can also take on new vibrance, and countries can become more competitive, with the deregulation of financial services connected to telecom and information technology. These services open the way for productivity increases, cost reductions, and customized services as firms learn how to use real-time information effectively.

Moreover, this deregulation is a "force multiplier" for structural reforms and liberalization. As financial markets deregulate and intermediaries proliferate, the traditional power of banks as the sole channel for intermediation is undermined, and a new agent of change is unleashed: financial asset managers; whether in the form of pension funds, insurance companies, mutual funds, or others.

Asset managers, regardless of country, stress common measures; return on equity; shareholder value; transparency, and improved corporate governance. The asset managers want more direct and clear comparisons among companies in a sector. These standards lead companies to restructure, focus on core competencies and clean lines of business, and spin off other operations. This trend will stimulate demands for efficiency and further deregulation. We have seen the transforming effect of such deregulation in the outlook of a new generation of global business executives in Europe. This transformation will also be key to Japan's renewal, and it also holds out tremendous potential for Colombia and the rest of Latin America.


Conclusion

Today, all countries face the same stark choice as they strive to enhance their global competitiveness: Will they revert to fear, retreat, stasis, and obsolete ideologies that seek to protect narrow political constituencies? Or will they embrace 21st Century business and governing principles grounded in markets, rules, and openness?

In recent years, Colombia has chosen to travel down the path of progress, under extremely difficult conditions, and I salute you for doing so. The challenge now is to continue down this path in the years ahead. By doing so, you can help create a more competitive, more vibrant economy in which the people of Colombia enjoy new opportunities, new economic security through flexibility, and new freedoms. Colombia's democracy needs this firm economic foundation. I look forward to working closely with all of you to fulfill this promise. And that's why I wanted to be here with you.

Thank you.



Santa Marta, Colombia
March 14, 2002