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  Actualizada: 18/IV/02

El rezago en el libre comercio

Robert B. Zoellick, representante comercial de EE.UU.

Editorial publicado el 14 de abril de 2002 en el diario The New York Times.
Es del dominio público; no hay restricciones para su reimpresión

Estados Unidos se ha ido quedando atrás en relación con el resto del mundo en el logro de acuerdos comerciales. En el mundo hay 150 acuerdos regionales de libre comercio y aduaneros; Estados Unidos es miembro de apenas tres. Cada uno establece nuevas reglamentaciones, abre mercados para los firmantes, y crea obstáculos para quienes quedan fuera del acuerdo. La legislación comercial que podría ayudar a remediar este desequilibrio está a la espera de la consideración del Senado. Se necesita una acción inmediata para allanar el camino al liderazgo de Estados Unidos de América en el comercio internacional y sus intereses económicos.

El pasado 6 de diciembre la Cámara de Representantes aprobó una ley de Autorización para Promoción Comercial (TPA) que le permitiría al Presidente negociar acuerdos comerciales que luego el Congreso consideraría con un voto favorable o negativo. Una semana después de aprobarse la medida en la Cámara, la Comisión de Finanzas del Senado aprobó una ley similar en votación de 18 a 3, lo cual demostró un firme respaldo bipartidista. El 4 de enero, en un discurso sobre los nuevos desafíos económicos para Estados Unidos, el senador Tom Daschle destacó su apoyo a esa ley de comercio y su intención "de someterla a votación en la plenaria del Senado a principios de este año". A principios de mes, el Presidente Bush pidió al Senado proceder para el 22 de abril.

La Ley de Autorización para Promoción Comercial (TPA), aunque decisiva, no es la única legislación relacionada con el comercio estancada en el Senado. La Ley de Preferencia Comercial Andina (ATPA), luego de una década de ayudar a Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia para contrarrestar el comercio de narcóticos, vencerá a partir del 16 de mayo a falta de una acción decisiva por parte del Senado.

El Sistema Generalizado de Preferencias (GSP), el cual ha estado ayudando a los países más pobres a exportar al mercado estadounidense desde 1974, venció en septiembre de 2001 y espera su renovación en el Senado. Importantes enmiendas a la muy exitosa Ley de Crecimiento y Oportunidad Africanos (AGOA) han sido aprobadas por la Cámara de Representantes y ahora depende de una acción en el Senado.

El fracaso en proceder con estas medidas arruinará a miles de pequeñas empresas en democracias pobres que luchan para salir adelante. Mientras espera las medidas del Congreso, la Administración Bush ha recobrado el impulso en el comercio. El año pasado, en Doha, Qatar, la Administración revirtió el fracaso de la reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle en 1999, al iniciar nuevas negociaciones de comercio mundial: la Agenda de Doha para el Desarrollo, un nuevo tipo de ronda comercial que pretende asegurar el enlace entre desarrollo y comercio. La Administración desempeñó un papel decisivo para superar los obstáculos al ingreso de China y Taiwán a la Organización Mundial de Comercio (OMC). También vigorizó las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), con el objetivo de emprender acciones en el primer semestre de este año.

También estamos concluyendo acuerdos con Chile y Singapur y estamos dispuestos a iniciar nuevas negociaciones, comenzando con América Central. Sin embargo, necesitamos la decisión del Senado sobre la Ley de Autorización para Promoción Comercial antes de poder seguir adelante de una manera vigorosa que inspire confianza.

Esta Administración ha señalado sin ninguna duda que hará cumplir las leyes estadpunidenses contra las prácticas comerciales injustas. Hemos dado seguridades a los estdounidenses preocupados por el cambio, demostrando que la Administración, en cumplimiento de las reglamentaciones internacionales, utilizará las disposiciones de salvaguarda, como la reciente decisión de establecer aranceles temporales para el acero importado, en defensa de los intereses económicos estadounidenses. Y apoyaremos a los estadounidenses que enfrenten pérdidas de empleos, por medio de la ayuda ampliada y mejorada al ajuste comercial, que concede mayores beneficios a los desempleados y programas de readistramiento a los trabajadores.

Simplemente no hay razones para más postergaciones por parte del liderazgo del Senado. La mayor parte de los senadores (demócratas y republicanos) apoyan los proyectos bipartidistas la Ley de Autorización para Promoción Comercial, elaborada por los senadores Max Baucus, presidente de la Comisión de Finanzas del Senado, y Charles Grassley. La reactivación de esta autorización (que períodos legislativos del Congreso concedieron a cinco presidentes anteriores) contribuirá a nuestra recuperación económica al mejorar nuestra capacidad de abrir mercados a las exportaciones estadounidenses y reducir los costos de los bienes para las familias y empresas estadounidenses.

Mientras Estados Unidos se paralizaba en sus negociaciones de libre comercio, otros no lo hicieron. La Unión Europea tiene actualmente 29 acuerdos de libre comercio o acuerdos aduaneros especiales, 22 de los cuales se negociaron en la década pasada, y está en proceso de negociar con otros 12 países. México superó a Estados Unidos luego del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) para negociar nueve acuerdos de libre comercio con 29 países.

Japón ha concretado su acuerdo con Singapur y explora opciones con Canadá, México, Corea, Chile y los países del sudeste asiático. Incluso China, que acaba de convertirse en miembro de la Organización Mundial de Comercio (OMC), busca un acuerdo de comercio libre con los países del sudeste asiático.

Cada acuerdo en el que no participamos puede establecer nuevos reglamentos para los derechos de propiedad intelectual, los sectores emergentes de tecnología avanzada, las normas agrícolas, los procedimientos aduaneros o incontables diferentes áreas de la economía moderna globalizada, reglamentos que se redactarán sin tener en cuenta los intereses estadounidenses.

El costo de la inactividad la pagarán finalmente los consumidores y los trabajadores estadounidenses. Una de cada tres hectáreas de las granjas estadounidenses tiene cosechas destinadas a la exportación, lo cual le rindió alrededor de US$53.000 millones a agricultores y ganaderos el año pasado. Nuestras exportaciones generaron aproximadamente 12 millones de empleos y fueron responsables del 25% del crecimiento económico estadounidense durante la última década. Nuestros dos principales acuerdos económicos recientes (NAFTA y la Ronda Uruguay, la cual tiene alcance mundial) han tenido como resultado ingresos más elevados y precios más bajos, aportando un beneficio anual de entre US$1.300 y US$2.000 a la familia promedio estadounidense, de cuatro miembros.

El liderazgo económico internacional de Estados Unidos de América necesita que se acaben las trabas en el Senado, de manera que el comercio pueda moverse, ampliarse las redes económicas y la prosperidad fluir libremente tanto en el país como en el extranjero.



New York, NY
14 de abril de 2002