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  Actualizada: 12/VIII/02

Derribar las barreras

Robert Zoellick, Representante Comercial de EE.UU.,
Artículo publicado en Financial Times el 25 de julio de 2002

Este artículo es del dominio público. No hay restricciones para su reimpresión.


Estados Unidos presentó el jueves un paquete de reformas, amplias y de largo alcance, para la agricultura mundial. El lunes presentaremos esta iniciativa a otros países en la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Ginebra.

En noviembre pasado, en Doha, Estados Unidos presionó intensamente con el Grupo Cairns de naciones exportadoras de productos agrícolas y muchos países en vías de desarrollo, para establecer un mandato enérgico y liberalizar el comercio agrícola. La nueva propuesta de Estados Unidos proporcionará nuevo impulso y añadirá carácter específico a lo que logramos hace ocho meses. Dado que el progreso en la agricultura es la clave de una agenda de Doha exitosa, consideramos que esta energía puede dar ímpetu a las nuevas negociaciones de comercio mundial.

La propuesta de Estados Unidos para la agricultura apunta hacia la próxima etapa de reducir las barreras al comercio agrícola, y finalmente, eliminarlas. La agricultura, que sólo a principios de 1995 comenzó a ser objeto de amplias disciplinas de libre comercio, se ha quedado muy atrás en relación con la liberalización lograda en otros sectores. El acuerdo que por fin incorporó el comercio agrícola a la nueva Organización Mundial del Comercio, mediante la Ronda Uruguay, aceptó muchas de las barreras y subsidios del statu quo. Las restricciones al comercio fueron convertidas en aranceles a los cuales se les fijó límites, junto con los subsidios, a los niveles existentes o muy cerca de ellos y, en consecuencia, Estados Unidos quedó aplicando barreras más bajas que las de sus principales socios comerciales.

El paquete de reformas que presentamos ahora iguala el terreno de juego hacia la eliminación total de las barreras. Al negociar recortes importantes en los aranceles y los subsidios que distorsionan el comercio, establece las bases para el crecimiento en la agricultura, precios más bajos para los consumidores e ingresos más altos para todos.

Primero, proponemos desechar todos los subsidios a las exportaciones en el trascurso de cinco años. Esta es una reforma exigida desde hace tiempo por los países en vías de desarrollo, los cuales justamente se resienten por tener que competir no solamente con los apoyos internos a la agricultura, sino también con los generosos subsidios que algunos países desarrollados utilizan para pagar a otros para que compren sus alimentos.

Segundo, pedimos una drástica reducción de los aranceles agrícolas, reduciendo del 62% al 15% el arancel agrícola mundial promedio permitido. Finalmente, proponemos reducir en más de US$100.000 millones los subsidios autorizados que distorsionan el comercio, estableciendo un límite para cada país de no más del 5% de la producción agrícola.

Estados Unidos está dispuesto a abordar sus propias políticas que distorsionan el comercio, si los demás aceptan hacer lo mismo. Nuestro plan requerirá importantes recortes en los aranceles y los subsidios que distorsionan el comercio en Estados Unidos y recortes aún mayores para los países con aranceles más elevados y mayores subsidios. Es justo y razonable esperar que los que tienen barreras más elevadas adopten más liberalización. Incluso con estos pronunciados recortes, los niveles de subsidios y aranceles de la Unión Europea seguirían siendo más elevados que los de Estados Unidos, pero habríamos cerrado la brecha de manera importante, y seguiremos insistiendo para eliminarla.

Los países en vías de desarrollo, que no pueden afrontar los altos subsidios y se ven perjudicados por los aranceles a sus exportaciones, serán los más favorecidos por nuestra propuesta.

La iniciativa de Estados Unidos mejoraría el acceso de los países en vías de desarrollo a los mercados de los países desarrollados, al reducir los aranceles y subsidios que distorsionan el comercio.

Los países en vías de desarrollo también necesitan reducir sus aranceles. No les hacemos ningún favor a esos países al permitirles asociarse a medias en la OMC y seguir manteniendo aranceles comerciales elevados unos con otros.

Algunos se preguntarán cómo la propuesta agrícola de Estados Unidos es compatible con nuestra reciente ley agrícola. En realidad, la ley agrícola es la base fundamental de nuestra posición decidida en la OMC. Como lo ha señalado la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), la ley agrícola de Estados Unidos "no aumenta el nivel de apoyo general de manera significativa, en comparación con lo que ya ocurría ... y se mantiene muy por debajo de los niveles del apoyo agrícola que concede la Unión Europea".

Estados Unidos protegerá plenamente sus intereses nacionales dentro de los reglamentos establecidos por la OMC, incluso al trabajar en concierto con otras naciones para negociar nuevos reglamentos que abran aún más los mercados.

Consideramos que nuestra propuesta se hace en el momento oportuno porque la Comisión Europea acaba de recomendar una propuesta para reformar la Política Agrícola Común de la Unión Europea. Aunque la propuesta de la Comisión no recorta los gastos y no se refiere al acceso a los mercados ni los subsidios a las exportaciones, si busca acabar los subsidios que distorsionan el mercado en Europa.

Por supuesto, la UE calculará sus políticas agrícolas para que encajen con su mejor interés. Pero la reforma de la Comisión parece admitir que a la UE le interesa reformar sus políticas agrícolas si va a admitir nuevos estados miembros. Europa debe emprender también reformas importantes por su propio bien: para rebajar los precios al consumidor, proteger el ambiente y crear prosperidad. Y es de nuestro interés mutuo ayudar a los países en vías de desarrollo al liberar el comercio agrícola. Que quede bien sentado: Estados Unidos se ha comprometido a liderar la reforma agrícola mundial. Invitamos a nuestros socios comerciales a que nos acompañen.



Washington, D.C.
25 de julio de 2002




Bringing Down the Barriers

Versión en español

Robert Zoellick, U.S. Trade Representative
This byliner appeared in the July 25, 2002 Financial Times and is in the public domain. Persons who intend to redistribute this piece should give credit to the Financial Times as the source.

The U.S. unveiled a far-reaching and comprehensive package of reforms for global agriculture on Thursday. On Monday, we will present this initiative to other countries at the World Trade Organization in Geneva.

Last November in Doha, the U.S. pushed hard with the Cairns Group of agricultural exporting nations and many developing countries to establish a strong mandate for freeing trade in agriculture. The new U.S. proposal will provide fresh momentum and add specificity to what we achieved eight months ago. Given that progress on agriculture is the key to a successful Doha agenda, we believe that this energy can spur the new global trade negotiations.

The U.S. agriculture proposal points to the next stage of reducing barriers to agricultural trade and, ultimately, to their elimination. Agriculture, which began to be subjected to comprehensive free trade disciplines only at the beginning of 1995, has lagged far behind the liberalization achieved in other sectors. The compromise that at last incorporated agricultural trade into the new World Trade Organization through the Uruguay round accepted many of the status quo barriers and subsidies. Restrictions to trade were turned into tariffs then capped, along with subsidies, at or near existing levels, with the U.S. locked in with lower barriers than its principal trading partners.

The package of reforms that we are now introducing levels the playing field on the way to eliminating barriers altogether. By negotiating big cuts in tariffs and trade-distorting subsidies, it lays the foundation for growth in agriculture, lower prices for consumers and higher incomes for all.

First, we propose scrapping all export subsidies over five years. This is a reform long demanded by developing countries, which rightly resent having to compete not only with internal agriculture supports but also with the lavish subsidies some developed countries use to pay others to buy their food. Second, we call for a drastic reduction in agricultural tariffs, cutting the average allowed global farm tariff from 62% to 15%. Last, we propose reducing allowable trade-distorting subsidies by more than $100 billion by setting a cap for each country of no more than 5% of agricultural production.

The U.S. is willing to tackle its own trade-distorting policies provided that others agree to do the same. Our plan will require significant cuts in tariffs and trade-distorting subsidies for the U.S. and even larger cuts for countries with higher tariffs and more subsidies. It is reasonable and fair to expect those that maintain the highest barriers to move furthest towards liberalization. Even with these bold cuts, European Union subsidy and tariff levels would remain higher than America's, but we would have closed the gap substantially, and will continue to press to eliminate it.

Developing countries, which cannot afford high subsidies and are hampered by tariffs on their exports, will be particularly well served by our proposal. The U.S. initiative would improve developing countries' access to developed countries' markets by slashing trade-distorting subsidies and tariffs. Developing countries need to cut their tariffs, too. We do these countries no favor by allowing them to be less-than-full partners in the WTO and maintaining high barriers to trade with one another.

Some may ask how the U.S. agriculture proposal could be consistent with our recent farm bill. In fact, the farm bill is a key foundation of the aggressive stance we are taking at the WTO. As the Organization for Economic Co-operation and Development has noted, the U.S. farm bill "does not increase the level of support overall in any significant way compared to what it was in most recent years ... and remains significantly below the levels of farm support granted by the European Union".

The U.S. will protect its national interests fully within established WTO rules, even as we work in concert with other nations to negotiate new rules to open markets much more.

We believe the timing of our proposal is particularly propitious because the European Commission has just recommended a proposal to reform the EU's Common Agricultural Policy. Even though the Commission's proposal does not cut spending and does not address market access or export subsidies, it does seek to move Europe away from trade-distorting subsidies.

The EU will of course calculate its agricultural polices to match its best interest. Yet the Commission's reform seems to recognize that it is in the EU's interest to reform its agricultural policies if it is to admit new member states. Europe should also embrace substantial reform for its own sake: to lower prices for consumers, preserve the environment and build prosperity. And it is in our mutual interest to help developing countries by freeing trade in agriculture. Make no mistake: the U.S. is committed to lead global agricultural reform. We challenge our trading partners to join us.



Washington, D.C.
July 25, 2002