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  Actualizada: 23/X/02

Comerciar en libertad: la nueva empresa de las Américas

English version

Robert B. Zoellick
Representante Comercial de Estados Unidos

ante la 6a Conferencia Anual de las Américas del Miami Herald en Miami

Este es un hemisferio que encierra una promesa. En el curso de una sola generación, América Latina se convirtió de una región dominada por autocracias estancadas en una región de democracias competitivas, la mayoría de las cuales sostienen economías en crecimiento.

México en el norte, Chile en el sur, se destacan por lo que puede lograrse. En un mundo de flujos de capital mundial, los vínculos de comercio e inversión con Estados Unidos, por medio de acuerdos de libre comercio, pueden llegar a ser especialmente valiosos: después de la crisis del peso de 1982, México tuvo que esperar siete años para poder hacer préstamos nuevamente en los mercados financieros internacionales; luego de la sacudida financiera de 1994 a 1995, con la ayuda del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, pudo hacerlo en apenas siete meses.

Las políticas de comercio libre de México y Chile les han permitido ser más fuertes en las Américas y en la economía mundial. Después del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, México procedió a negociar nueve acuerdos de libre comercio con 29 socios en América Latina. En medio de una contracción mundial, Chile ha seguido creciendo, 4,4% en 2000 y 2,8% el año pasado. La capacidad de recuperación de Chile es una función directa de su apertura. El crecimiento dirigido por el sector exportador le ha permitido reducir a la mitad su tasa de pobreza, del 45% en 1987 al 22% en 1998.

Consideremos también el caso de El Salvador, cuya trasformación es tan impresionante como la de sus socios más conspicuos. A lo largo de la década del 80 la violencia y el temor eran parte de la vida de millones de salvadoreños. El desempeño económico de El Salvador era insuficiente, incluso comparado con el de otras economías de Centroamérica. Luego de la firma en 1991 de un histórico acuerdo de paz, los líderes de El Salvador abordaron la inflación, reprimieron la corrupción, redujeron el gasto, reestructuraron y privatizaron el sistema bancario, privatizaron las empresas estatales ineficientes y abrieron las fronteras del país al comercio. Las políticas acertadas han producido resultados. Entre 1991 y 2001, El Salvador creció a un promedio del 4,3% al año, comparado con el 1,3% de 1981 a 1991.

En El Salvador, el comercio y la reforma tienen nombres reales y estimulantes, como Bocca Deli, una compañía que elabora comidas ligeras y exporta el 74% de sus ventas, en comparación con el 0% de hace unos pocos años. Y St. Jack's, pequeño fabricante de textiles que abastece a grandes minoristas de Estados Unidos y también vende su ropa en toda América Central, México y la República Dominicana.

Muchos salvadoreños luchan todavía para superar la pobreza. Pero el crecimiento económico estimulado por el comercio cambia fundamentalmente sus vidas.

Después del 11 de septiembre, al Hemisferio le preocupó que las demandas de la guerra llevarían a Estados Unidos a perder interés en América Latina. Nada podría estar más lejos de la verdad. Durante los últimos 20 meses, el Presidente ha mantenido en la Casa Blanca 30 reuniones con jefes de gobierno latinoamericanos. Su primer viaje al exterior como jefe de estado lo hizo a América Latina. Su primera cumbre fue la Cumbre de las Américas. Ha visitado El Salvador, Perú y México. Para el Presidente Bush este Hemisferio es su hogar, el vecindario de las Américas.

La perseverancia del Presidente en relación con el comercio rindió dividendos recientemente, cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley Comercial de 2002. La Ley restableció el Sistema Generalizado de Preferencias, el cual permite el ingreso a Estados Unidos, libre de aranceles, de unos 3.500 productos procedentes de 140 economías en vías de desarrollo. Esta Ley amplió la Ley de Asociación Comercial Caribeña, liberalizando las cláusulas referentes a la ropa. Y amplió y aumentó la Ley de Preferencias Arancelarias Andina, aumentando a unos 6.300 los productos libres de aranceles.

El elemento central de la Ley de Comercio de 2002 es la Autorización para la Promoción Comercial, la cual le permite al Congreso votar a favor o en contra de los acuerdos comerciales, sin introducirles enmiendas. No vamos a perder tiempo en emplear esta autorización para abrir mercados y crear oportunidades.

Hace dos semanas notifiqué formalmente al Congreso nuestra intención de concluir, para finales de este año, las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Chile, y de comenzar las negociaciones para un acuerdo de comercio libre con los cinco países del Mercado Común Centroamericano.

Nuestra principal empresa es la creación del Area de Libre Comercio de las Américas. El 1º de noviembre los ministros de comercio de 34 democracias que son parte del ALCA se reunirán en Quito para adelantar las conversaciones hacia la fase de negociación específica y concreta.

Como era de esperarse, abundan los escépticos. Algunos líderes políticos lanzan advertencias a sus electores, en tanto que otros procuran interesar al público en las oportunidades. Cada uno de nosotros tiene asuntos delicados que se deben abordar con cuidado, sin perder de vista los grandes beneficios para todos. Queremos negociar con todas las democracias de las Américas por medio del ALCA, pero también estamos preparados para avanzar paso a paso hacia el libre comercio si otros retroceden o simplemente no están listos todavía.

Si bien queremos darles a las Américas la primera opción, los países de Asia y el Pacifico, de Africa y el Medio Oriente también están interesados en acuerdos de libre comercio con Estados Unidos. Con el ingreso de China a la OMC, siendo éste el cuarto país del mundo por su comercio internacional, América Latina se enfrentará a una competencia mundial más fuerte. Queremos que las Américas avancen, no que permanezcan estancadas, o, peor todavía, que se queden atrás.

El programa de libre comercio de Estados Unidos puede ayudar a las democracias frágiles de las Américas, de la misma manera que la política comercial estadounidense ayudó a asegurar la democracia y la esperanza en Europa Occidental y Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque las recientes sacudidas hayan afectado las economías latinoamericanas, la recuperación, en la mayoría de los sitios, ha ocurrido más rápidamente que antes, y la respuesta de la mayoría de los líderes democráticos latinoamericanos ha sido profundizar las reformas de libre mercado, no alejarse de ellas.

Lamentablemente, no hay una solución inmediata para los problemas de la pobreza y el subdesarrollo. La próxima generación de reformas de mercado y políticas exigirá líderes audaces que no retrocedan ante sus responsabilidades. Demandará líderes que miren más allá de su propio interés, más allá de las próximas elecciones. Para aquellos en América Latina que tienen esa resolución y esa previsión, permítanme dejarles este mensaje: colaboraremos con ustedes; lucharemos con ustedes; nos esforzaremos con ustedes para hacer de este Hemisferio un modelo para el mundo.



Miami, Florida
14 de octubre de 2002




Trading in Freedom: the New Endeavor of the Americas

Versión en español

Robert B. Zoellick
U.S. Trade Representative

Remarks to the Miami Herald's Sixth Annual Americas Conference in Miami, October 14, 2002

This is a hemisphere of promise. In the space of a single generation, Latin America has moved from being a region dominated by stagnant autocracies to one of striving democracies, most of which are sustaining growing economies. Mexico to the north, and Chile to the south, stand out for what can be accomplished. In a world of global capital flows, the links of trade and investment through free trade agreements with the United States can prove especially valuable: Following the 1982 peso crisis, it took Mexico seven years to be able to borrow again in international financial markets; after the financial shock of 1994-95, with the help of the North American Free Trade Agreement, it took just seven months.

Mexico and Chile's free trade policies have enabled both to be stronger throughout the Americas and within the world economy. Mexico followed up NAFTA by negotiating nine free trade agreements with 29 Latin partners. In the midst of a global slowdown, Chile has continued to grow: by 4.4% in 2000, and by 2.8% last year. Chile's resilience is a function of its openness. Growth led by the export sector has enabled it to cut its poverty rate from 45% in 1987 to 22% in 1998.

Consider also the case of El Salvador, whose transformation is every bit as impressive as its more high-profile partners. Throughout the 1980s, violence and fear were a way of life for millions of Salvadorans. El Salvador's economic performance was poor, even compared to other Central American economies. Following an historic peace accord signed in 1991, El Salvador's leaders tackled inflation, cracked down on corruption, cut spending, restructured and privatized the banking system, privatized inefficient state-owned businesses, and opened the country's borders to trade. Sound policies have produced results. From 1991 to 2001, El Salvador grew by an average of 4.3% per year, compared with 1.3% from 1981 to 1991.

In El Salvador, trade and reform have real, encouraging names, like Bocca Deli, a snack food company that makes 74 percent of its sales abroad, up from zero a few years ago. And St. Jack's, a small textile manufacturer that supplies big retail outlets in the United States and also markets its clothes throughout Central America, Mexico, and the Dominican Republic. Many Salvadorans still struggle to overcome poverty. Yet economic growth-spurred by trade-is making a real difference in their lives.

The U.S. Commitment to Latin America In the aftermath of September 11, there was concern that the demands of war would lead the United States to lose interest in Latin America. Nothing could be further from the truth. Over the past 20 months, President Bush has had 30 White House meetings with Latin American heads of government. His first foreign trip as Chief Executive was to Latin America. His first summit was the Summit of the Americas. He has visited El Salvador, Peru, and Mexico. For George W. Bush, this hemisphere is home, the neighborhood of the Americas.

The President's perseverance in promoting free trade paid off recently when the U.S. Congress passed the Trade Act of 2002. The Act renewed the Generalized System of Preferences, which enables some 3500 products from 140 developing economies to enter the United States free of duties. The Act expanded the Caribbean Trade Partnership Act by liberalizing apparel provisions. And it extended and augmented the Andean Trade Preference Act, increasing the list of duty-free products to some 6,300.

The Trade Act's central feature is Trade Promotion Authority, which gives Congress a yes-or-no vote on trade agreements without allowing amendments. We are wasting no time employing this authority to open markets and opportunities. Two weeks ago, I notified the Congress of our intention to complete negotiations of the U.S.-Chile Free Trade Agreement by the end of this year, and of our intention to begin negotiations on a free trade agreement with the five nations of the Central American Common Market.

Our greatest enterprise is to create a Free Trade Area of the Americas. On November 1, the trade ministers from the 34 democracies participating in the FTAA will meet in Quito to advance the negotiations into the phase of specific, concrete bargaining.

Not surprisingly, skeptics abound. Some political leaders position themselves at home with warnings, while others seek to engage the public by highlighting opportunities. Each of us has sensitive topics that we need to address with care, while not losing sight of the great gain for all. We want to negotiate with all the democracies of the Americas through the FTAA, but we are prepared to move step-by-step toward free trade if others turn back or simply are not yet ready.

While we want to offer the Americas the first choice, countries in the Asia-Pacific, Africa, and the Middle East are also interested in free trade agreements with the United States. With China now in the WTO, Latin America will face stronger global competition. We want the Americas to be moving ahead, not standing still, or worse, falling behind.

The U.S. free trade agenda can help fragile democracies in the Americas, just as U.S. trade policy after World War II helped secure democracy and hope in Western Europe and Japan. Even as recent shocks have roiled Latin economies, recovery has come more rapidly in most places than in the past, and the response of most democratic Latin leaders has been to deepen, not depart from, free market reforms.

Sadly, there is no quick fix to the problems of poverty and underdevelopment. The next generation of market and political reforms will require courageous leaders who will not flinch from their responsibility. It needs leaders who will look beyond self-interest, beyond the next election. For those in Latin America with that determination and foresight, let me leave you with this message: We will work with you. We will strive with you. We will reach with you to make this hemisphere a model for the world.



Miami, Florida
October 14, 2002