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  Actualizada: 14/X/03

Estados Unidos no esperará por los países que no actúen

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Robert B. Zoellick, Representante Comercial de EE.UU.

Artículo publicado en el periódico Financial Times el 22 de septiembre de 2003. Es del dominio público; no hay restricciones para su reproducción Los minutos finales de la sesión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Cancún fueron sintomáticos de toda la reunión: quedamos estancados después de que los representantes de los países menos desarrollados, africanos y del Caribe, informaron que sus colegas habían rechazado toda negociación para actualizar las normas de 1947 sobre procedimientos aduaneros.

La ruptura ocurrió respecto a medidas que simplemente habrían facilitado el comercio y ayudado a los países que carecen de salida al mar, al asegurar la pronta liberación de bienes, publicación de procedimientos y decisiones oportunas e imparciales sobre cuestiones aduaneras. Estas medidas sensatas son del interés de todos; rechazarlas fue una declaración política. Tristemente, esta decisión fue emblemática de una cultura más amplia de protesta que definió la victoria en términos de actos políticos en vez de resultados económicos.

Mientras el secretario de Relaciones Exteriores de México y presidente de la reunión, Luis Ernesto Derbez, clausuraba la sesión, representantes de influyentes países en vías de desarrollo se adelantaron para decir que querían seguir. Reconocieron correctamente que el texto del borrador ofrecía una oportunidad excelente de presionar a la Unión Europea (UE) para que eliminara los subsidios a las exportaciones agrícolas; de lograr grandes reducciones en los subsidios agrícolas en Estados Unidos, la UE y otros países; de imponer un límite a los increíblemente altos aranceles japoneses, y de abrir los mercados agrícolas a los países desarrollados y en vías de desarrollo por igual. Pero llegaron demasiado tarde.

La noche anterior, un país tras otro se había expresado despectivamente sobre el texto del borrador, el proceso de negociación y otros países. La Asamblea General de las Naciones Unidas tiene su función, pero no ofrece un modelo eficaz para las negociaciones comerciales. Unos pocos ministros señalaron que la retórica cada vez más extremista haría más difícil para todos, especialmente para los grupos de países en vías de desarrollo con muchos miembros más pequeños, considerar compromisos realistas. Es improbable que los países que se sienten victimas acuerden cualquier cosa.

Cancún podría haber seguido un curso diferente. Sólo unas semanas antes habíamos trabajado juntos para resolver la difícil cuestión de asegurar que los países en vías de desarrollo pobres pudieran conseguir acceso a medicinas de bajo costo y que salvan vidas, al tiempo que se protegía la propiedad intelectual. Pero en Cancún las tácticas de los negativistas frustraron a quienes habrían reducido los subsidios y aranceles agrícolas, impulsando la reforma de la política agraria en Estados Unidos, la UE, Japón y otras partes. Pasaron por alto una oportunidad de abrir gradualmente a otros países en vías de desarrollo los mercados de los países en vías de desarrollo. Bloquearon las redes mundiales de origen y producción que integran en beneficio mutuo a las empresas de los países desarrollados y en vías de desarrollo. Y se apartaron de las reglas sobre apertura y trasparencia que combaten el favoritismo y la corrupción.

Países en vías de desarrollo claves de nivel medio usaron la retórica de la resistencia como táctica para presionar a los países desarrollados y para desviar la atención de sus propias barreras comerciales. El arancel agrícola general promedio de India es del 112%, el de Egipto del 62% y el de Brasil del 37%, comparado con el promedio de Estados Unidos del 12%. Deberíamos ser capaces de reducir estas barreras mientras protegemos a las naciones más pobres y ofrecemos flexibilidad para las sensibilidades especiales en los países más grandes.

Después de que Estados Unidos presionó a la Unión Europea a desarrollar una estructura agrícola que pueda lograr reducciones de subsidios y aranceles agrícolas mucho más allá de los logrados en la última negociación comercial mundial, les pedimos a Brasil y a otras potencias agrícolas que colaborasen con nosotros. Brasil declinó, volviéndose en cambio hacia India, país que nunca ha apoyado la apertura de mercados, para hacer hincapié en la división norte-sur en vez de la reforma agrícola mundial.

Los países en vías de desarrollo más pequeños resistieron la reducción de aranceles de Estados Unidos y de la Unión Europea porque calcularon que ellos podrían perder las ventajas ofrecidas por los programas especiales estadounidenses y de la UE que eliminan aranceles solamente sobre sus exportaciones. Desafortunadamente, estos programas bien intencionados de preferencias comerciales han debilitado el impulso de la apertura en ambas direcciones, perpetuando la dependencia.

Cuatro países africanos insistieron en una "compensación" de entre US$250 millones y US$1.000 millones anuales, y la eliminación unilateral de los subsidios al algodón. En el curso de los últimos 50 años las negociaciones mundiales han progresado porque los países pudieron canjear reducciones de productos y de sectores para lograr un resultado equilibrado. Estados Unidos no tiene subsidios de exportación para el algodón y propuso la eliminación de todos los subsidios de exportación. Nos comprometimos a reducir los subsidios internos al algodón como parte de un programa general que también habría reducido los subsidios europeos y el chino al algodón, junto con todos los subsidios agrícolas. En vez de tomar al algodón como un símbolo, queríamos hacer una realidad del desarrollo por medio de resultados concretos para los productores y exportadores de algodón y fabricantes de productos de algodón, junto con todos los agricultores.

Las tácticas del enfrentamiento incluyeron un ataque a uno de los pocos mecanismos que puede usar la OMC para empujar a sus 148 miembros hacia un consenso: la presentación por la presidencia de un texto para discusión y negociación. Brasil, India y otros se negaron siquiera a considerar un texto agrícola preparado por el presidente uruguayo de la OMC y presentado por el director general tailandés de la OMC. Incluso después de que el infatigable ministro de Singapur había preparado, trabajando incesantemente con todas las partes, un nuevo borrador agrícola que reflejara un compromiso equilibrado, Brasil y sus colegas presentaron una lista masiva de cambios requeridos. Si actuaban con seriedad en cuanto a negociar un compromiso para 148 países, excedieron su jugada al no señalar esa intención. Regresaron a sus países sin reducción alguna en subsidios o aranceles.

Al cerrar la reunión en Cancún, el presidente de la conferencia, Derbez, pidió a los países que volvieran a evaluar las perspectivas para el 15 de diciembre. Sabemos bien lo que piden los países en vías de desarrollo, pero no hemos oído si las economías en desarrollo más competitivas reducirán sus altas barreras. No sabemos si otros países en vías de desarrollo que bloquearon la acción en Cancún ahora aceptarán programas que les piden poco o nada. Estados Unidos está dispuesto a trabajar con el texto del borrador a través de toda la agenda. Sin embargo, a medida que las negociaciones de Doha van a la deriva el próximo año, reconocemos que una nueva Comisión Europea podría reflejar perspectivas diferentes.

Muchos países (desarrollados y en vías de desarrollo) quedaron consternados por la trasformación de la OMC en un foro para las políticas de protesta. Algunos resistieron la presión para unirse a la agitación de vecinos más grandes en vías de desarrollo. Desde luego, las posiciones negociadoras difirieron. Pero la división clave en Cancún fue entre los que quieren hacer y los que no lo quieren hacer. Durante dos años Estados Unidos ha promovido mercados abiertos a nivel mundial, en nuestro hemisferio y con subregiones o países individuales. Estados Unidos no esperará mientras los miembros de la OMC ponderan el futuro: avanzaremos hacia el comercio libre con los países que estén dispuestos a hacer las cosas.



Washington, D.C.
25 de septiembre de 2003