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  Actualizada: 15/VII/04

Palabras del Embajador William B. Wood
Ante la Conferencia Colombia a los ojos de Wall Street
Organizada por el Consejo de las Américas, ANIF y Fedesarrollo

English version

Salón Rojo, Hotel Tequendama
Bogotá, 15 de julio de 2004, 10:00AM

Señora Susan Segal, Presidenta del Concejo de las Américas en Nueva York; doctor Fabio Villegas, Presidente de ANIF; doctor Mauricio Cárdenas, Director Ejecutivo de Fedesarrollo; representantes del gobierno colombiano; miembros del sector privado; señoras y señores:

Buenos días. Es un placer estar hoy con ustedes. A quienes han venido de Estados Unidos, quiero darles la bienvenida a Bogotá en nombre de su embajada.

La política de seguridad democrática de la administración Uribe está creando una Colombia en paz, con una democracia dinámica, que avanza hacia el crecimiento económico sostenido.

La administración Uribe ha aumentado el tamaño, la capacidad y el profesionalismo de la Fuerza Pública, la cual hoy lleva a cabo operaciones para las cuales no estaba capacitada hace once meses, cuando yo llegué.

En el sur de Colombia, donde están los últimos baluartes de las FARC, los militares han llegado para quedarse. Las fuerzas del Gobierno han descubierto caletas de armas, depósitos de cocaína e instalaciones para la producción de ésta; además han destruido grandes campamentos de los insurgentes, dejándole sólo dos opciones a las FARC: resistir y perder, o rendirse. Creo que están haciendo un poco de cada una. Este año, por primera vez en la historia moderna de Colombia, el Gobierno tiene presencia en todos los municipios colombianos. La Policía está presente en estaciones fortificadas.

Por segundo año seguido, la Fuerza Pública, con asistencia de Estados Unidos, está rompiendo récord en erradicación y en interceptación de drogas; un total de unas 300 toneladas en los últimos 12 meses no van a llegar al destino que les tenían los narcotraficantes. También se ha batido récord en arrestos y extradiciones de quienes participan o sacan provecho de la industria de las drogas ilícitas.

Por todo el país se nota la mayor seguridad, al nivel personal. Las personas se sienten más seguras en sus hogares, en sus sitios de trabajo, en las carreteras. Ese es el resultado de mayor respeto (aunque todavía no suficiente) de los derechos humanos, mejor funcionamiento de la Fuerza Pública, y una estrategia política firme, de nunca más negociar desde una posición débil con grupos armados al margen de la ley.

Al respecto, es bienvenida la facilitación del Gobierno mexicano en las negociaciones con el ELN. También apoyamos el proceso de paz con las denominadas autodefensas, con la condición de que cumplan con sus compromisos en la mesa de negociaciones, eliminen su violencia contra la población civil y no sigan involucradas en el narcotráfico.

En el lado económico, la administración Uribe ha ampliado los mecanismos para el mercado libre y ha mejorado el clima para los inversionistas nacionales y extranjeros. Los principales conflictos comerciales se han resuelto; hay confianza en el entorno legal y reglamentario empresarial, y son buenas las perspectivas comerciales para un crecimiento uniforme, estable y sostenido.

La administración Uribe ha estado instaurando importantes reformas. Se aprobaron reformas fiscales, laborales y de seguridad social, y actualmente se contemplan otras reformas. Estos cambios no son fáciles y a veces son dolorosos. Pero están ayudando a equilibrar el presupuesto (el cual está bajo fuerte presión por las necesidades nacionales de seguridad) así como a aumentar el empleo y garantizar prestaciones justas para los trabajadores colombianos.

Talvez la más revolucionaria de estas reformas es: Estados Unidos y Colombia, con Perú y Ecuador, están negociando un acuerdo de libre comercio que esperan culminar para principios de 2005. A diferencia del ATPDEA y otras medidas de preferencias arancelarias, un acuerdo de libre comercio garantiza acceso al mercado estadounidense, sin fecha de vencimiento. Garantiza incentivos a la inversión, incluso reducciones predecibles de tasas arancelarias, mecanismos más seguros de solución de conflictos, y un entorno legal más estable.

El libre comercio proporciona oportunidades para que los productores puedan obtener insumos a precios más bajos, subiendo por la curva tecnológica para lograr mayores ganancias, mejores sueldos para los trabajadores, y precios más bajos para sus clientes. Y, lo más importante, estimula la creación de nuevas empresas, generando todavía mayores ganancias y empleo; mejorando el nivel de vida de todos los colombianos.

Estados Unidos es el mayor socio comercial de Colombia. Recibimos el 44% de las exportaciones colombianas, más de tres cuartas partes de las cuales ingresan libres de aranceles. Bajo el ATPA, entre 1992 y 2001, las exportaciones de Colombia hacia Estados Unidos aumentaron en US $620 millones. Desde 2002, el nuevo régimen de preferencias arancelarias, APTDEA, ha ofrecido aún más oportunidades. El comercio aumentó en US $1 millardo en un solo año y el empleo en Colombia, relacionado con el comercio, aumentó en más de 100.000 puestos.

El excelente equipo negociador de Colombia ya se ha desempeñado hábilmente en las dos primeras rondas de negociaciones, en Cartagena y Atlanta. Después de Atlanta, donde los negociadores andinos fijaron el ritmo de las negociaciones, nadie puede dudar que esta es una negociación entre semejantes. Ningún acuerdo será aprobado por los negociadores, firmado por sus gobiernos, ni sancionado por sus congresos, hasta que estén convencidos de que es lo mejor para sus países. Yo soy optimista al respecto.

No obstante, algunos asuntos han sido seleccionados para comentarios especiales en la prensa local:

  • La propiedad intelectual. Estados Unidos no trata de limitar el acceso a las drogas esenciales ni de explotar las formas tradicionales del conocimiento. Estados Unidos reconoce los derechos de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para que los países proporcionen medicamentos a sus pueblos. Además, sólo una pequeña fracción de los fármacos del mundo tienen patente, y menos de 10 de los medicamentos esenciales en la lista de la OMC tienen patente.

    Algunas personas dicen que los productos farmacéuticos que tienen patente son los más nuevos y efectivos, y que por tal razón deberían estar más ampliamente disponibles. Esto es erróneo en relación con las drogas para las enfermedades que matan a más personas en el mundo en vías de desarrollo.

    Además, creemos que una razón por la cual existen los fármacos más nuevos y efectivos es el sistema de patentes, el cual proporciona incentivos para la investigación y desarrollo, y permiten que los científicos compartan información entre ellos sin el miedo de perder los beneficios de sus descubrimientos. Colombia es un país capaz de crear su propia propiedad intelectual; creemos que tiene un interés vital en la protección de la propiedad intelectual, como productor y como consumidor.

  • La agricultura. El acuerdo de libre comercio proporcionará oportunidades para muchos productos agrícolas en los cuales Colombia tiene una ventaja comparativa, entre ellos las frutas y vegetales frescos. Uno de los mayores éxitos comerciales colombianos fue una innovación en el sector agrícola: las flores. La producción de tales artículos a menudo emplea más trabajadores por hectárea que otros cultivos tradicionales, como los granos. La industria de las flores emplea aproximadamente 15 trabajadores por hectárea. Más de 800.000 colombianos dependen de esa industria para su subsistencia. También estamos colaborando con los ganaderos colombianos para frenar la aftosa, lo cual eventualmente podría ampliar el mercado estadounidense para la carne vacuna colombiana.

    Estados Unidos busca limitar los subsidios agrícolas y otras protecciones, al nivel de la OMC. A finales de 2003 presentamos una emprendedora oferta para reducir nuestros subsidios y protecciones a cambio de reducciones similares por parte de otros miembros de la OMC. El Representante Comercial de Estados Unidos Robert Zoellick invirtió varias semanas este año viajando a países miembros de la OMC para tratar de darle un nuevo impulso a las negociaciones de Doha. Esperamos poder llegar a un acuerdo a corto plazo para resolver efectivamente el asunto de los subsidios agrícolas. Pero, apoyaremos nuestros programas agrícolas hasta cuando aparezca una solución multilateral para que las reducciones beneficien a los consumidores y no a los productores que no se modernizan.

  • La infraestructura competitiva. No es suficiente desarrollar posiciones para las negociaciones de libre comercio. Colombia también debe prepararse para cuando el acuerdo entre en vigencia.

    Las empresas deben colaborar con el Gobierno para corregir lo inflexible en la economía colombiana que podría obstaculizar su competitividad. Necesitan examinar los temas a los niveles micro y macro económicos.

    • La financiación, por ejemplo, especialmente para nuevas o pequeñas empresas, es más fácil de obtener en Estados Unidos que en Colombia. Eso se corrige fácilmente y debe modificarse desde ahora. Colombia también debe mejorar la trasparencia y la participación en los mercados de capitales, para estimular la inversión en bienes productivos de todos los tamaños y niveles.

    • La ampliación de la base fiscal para fortalecer la macroeconomía. La mayor parte del sector productivo estadounidense participa en la base fiscal, de manera más equitativa que en Colombia. Además, en Colombia existen beneficios fiscales para proteger los sectores tradicionales de la economía, lo cual crea incentivos de vez en cuando contra la innovación y la modernización.

    • Las relaciones laborales. La disponibilidad del sector privado en Estados Unidos de compartir las utilidades de la producción con todos los sectores que contribuyen a la producción, ha creado un mercado lucrativo para todos los interesados. Es un modelo que tal vez se podría seguir en Colombia.

    Un acuerdo de libre comercio simplemente es una lista de oportunidades. Las implicaciones de esto son enormes. Los madrugadores pueden cosechar grandes beneficios de sus inversiones en el país. Ya estamos viendo algo de eso. Los inversionistas nacionales y extranjeros están empezando a invertir en Colombia nuevamente, demostrando que esas políticas están funcionando. La confianza de los consumidores va aumentando aún más rápidamente. Los colombianos están demostrando que confían en su futuro invirtiendo en él. El resultado es crecimiento vigoroso en el producto nacional bruto y en el empleo.

Cuando llegué a Colombia hace casi un año, encontré muchas cosas que me habían dicho que vería, y una cosa que no esperaba encontrar: optimismo. Optimismo que lleva a los ciudadanos, así como a los líderes políticos y económicos, a abordar los temas de frente y aceptar los costos de construir los cimientos del futuro. Hoy tal vez sea difícil, pero mañana puede ser magnífico.

Colombia disfruta de un ambiente político abierto y estable, de una economía en crecimiento, y de mayor seguridad. Estados Unidos continuará invirtiendo en Colombia a través de nuestros programas antiterrorismo, antinarcóticos y de asistencia social, además de iniciativas como el acuerdo de libre comercio. Estamos convencidos de habernos aliado con un equipo ganador.

Gracias.



Bogotá, D.C.
15 de julio de 2004




Remarks by Ambassador William B. Wood at the Council of the Americas Conference "Colombia in the Eyes of Wall Street"

Versión en español

Tequendama Hotel, Red Room

President of the Council of the Americas, New York, Susan Segal; President of ANIF, Doctor Fabio Villegas; Executive Director of Fedesarrollo, Doctor Mauricio Cardenas; representatives of the Colombian government, members of the private sector; ladies and gentlemen:

Good morning. It is a pleasure to be with you today.

For those of you here today from the United States, on behalf of your Embassy, I would like to welcome you to Bogotá.

The Uribe administration's policy of democratic security is creating a Colombia at peace, with a vibrant democracy, on a path of sustained economic growth.

The Uribe Administration has increased the size, capability, and professionalism of the Public Forces, which are carrying out operations today they were not capable of even 11 months ago, when I arrived.

In the south where FARC strongholds are located, the military has arrived, to stay. Government forces have discovered weapons caches, stores of cocaine, and cocaine production facilities, in addition to destroying large bases for the insurgents in the FARC's strongholds, leaving the FARC with only two options: to resist and lose, or to surrender. I think they are doing a little of both.

This year, for the first time in modern Colombian history, the government is present in all of Colombia's municipalities. The police are present in force in hardened stations.

For the second year in a row, the Public Forces, with U.S. assistance, are setting records for drug eradication and interdiction -- a total of some 300 tons in the last 12 months that will not arrive to the narcotraffickers' destinations -- as well as arrest and extradition of those who participate in or profit from the illicit drug industry.

Throughout the country, the improvement in security is palpable on a personal level. People feel safer in their homes, at their jobs, on the roads. This is the result of improved but still imperfect observance of human rights, better work by the Public Forces, and a firm political strategy never again to negotiate with illegal armed groups from a position of weakness.

In this regard, we welcome Mexican facilitation of negotiations with the ELN. And we support the peace process with the so-called self-defense forces, provided they adhere to their commitments at the negotiating table, eliminate their violence against civilians, and end their involvement in the narcotics trafficking.

On the economic side, the Uribe Administration has enhanced free market mechanisms and improved the climate for foreign and domestic investors. Major commercial disputes have been resolved, there is new confidence in the legal and regulatory environment for business, and commercial prospects for smooth, steady, sustained growth are good.

The Uribe Administration has been making important reforms. Tax, labor, and social security reforms were passed, and a second round of reforms is underway. These changes are not easy or painless. But they are helping to balance the budget, under heavy pressure from the nation's security needs, as well as increase employment and ensure fair benefits to Colombian workers.

Perhaps the most revolutionary of these reforms: the U.S. and Colombia, along with Peru and Ecuador, are working toward a free trade agreement by early in 2005. Unlike ATPDEA and other trade preference arrangements, a free trade agreement ensures access to the U.S. market that will not expire, as well as investment incentives, including predictable reductions in tariff rates, more certain dispute resolution mechanisms, and a more stable legal environment.

Free trade provides opportunities for producers to obtain inputs at lower prices and move up the technology curve for greater profit, higher pay for workers, and lower prices for their clients. Most importantly, it stimulates creation of new businesses, generating even more profits and employment, and enhancing the standard of living for all Colombians.

The U.S. is Colombia's largest trade partner. We receive 44% of all Colombian exports, of which more than three-quarters enter the U.S. tariff-free. Between 1992 and 2001, under ATPA, Colombian exports to the U.S. increased by USD 620 million. Since 2002, under the successor regime of trade preferences, APTDEA has opened up additional opportunities. Trade increased by $1 billion in a single year and trade-related employment in Colombia rose by over 100,000.

Colombia's excellent team of negotiators has performed ably through the Cartagena and Atlanta rounds of the negotiations. After Atlanta, where the Andeans set the pace and the focus of the discussions, no one should doubt that this is a negotiation among equals. No agreement will be initialed by the negotiators, signed by their governments, or approved by their congresses until they are convinced that it is in their nation's interest. I am optimistic.

Nevertheless, a number of issues have been singled out for special comment in the press here:

  • Intellectual property. The U.S. does not seek to limit access to necessary drugs or exploit traditional forms of knowledge. The U.S. recognizes the WTO rights of countries to provide medications to their populations. Moreover, only a small fraction of the world's drugs are under patent, and less than 10 of the WHO-developed list of necessary medications are patented.

    Some argue that the pharmaceuticals under patent are the newest and most effective, and should be the most widely available. This is inaccurate in terms of the drugs relevant to the diseases that kill the largest numbers of people in the developing world.

    And we believe that the reason they exist at all is the patent system, which provides incentives for research and development, and enables scientists to share information with other scientists without fear that they will lose the benefits of their discoveries. Colombia is a country capable of creating its own intellectual property; we think it has a stake as both producer and consumer in the protection of intellectual property.

  • Agriculture. The FTA will provide opportunities for many agricultural products in which Colombia has a comparative advantage, including fresh fruits and vegetables. One of Colombia's greatest modern trade successes was an innovation in the agricultural sector: flowers. Production of such products often employs more workers per hectare than traditional crops such as grains. Flower production employs approximately 15 people per hectare. Over 800,000 Colombians depend on the flower sector for their livelihood. We also are working with Colombian cattlemen to contain hoof and mouth disease, which could eventually increase the U.S. market for Colombian beef.

    The U.S. seeks to limit agricultural subsidies and supports on a WTO-wide scale. In late 2003 we presented an aggressive offer to reduce our subsidies and supports in exchange for similar reductions by other WTO members. USTR Zoellick spent several weeks this year traveling to WTO-member countries to re-ignite the Doha negotiations. We are hopeful that we can reach an agreement in the near-term that will effectively resolve the issue of agricultural subsidies. But until a multilateral solution can be found so that reductions benefit consumers and not unreformed producers, we will support our agricultural programs.

  • Competitive infrastructure. It is not enough to develop positions for the free trade negotiations, Colombia must also prepare for the day when the agreement enters into force.

    Business should be working with the government to correct the rigidities in the Colombian economy that hamper competitiveness. They need to look at both micro- and macro-level issues.

    • Financing, for example, especially for small or new businesses, is easier to get in the U.S. than in Colombia. This is easy to correct and should be corrected now. Colombia should also improve the transparency of and participation in their capital markets to stimulate investment in productive assets of all sizes and levels.

    • Broadening the tax base to strengthen the macro economy. More of the U.S. productive sector participates in the tax base, on a more even basis, than in Colombia. In Colombia there are also tax benefits to protect traditional sectors for the economy, which create an incentive against innovation and modernization.

    • Labor-management relations. The readiness of the U.S. private sector to share the proceeds of production with all sectors that contribute to production has created a more stable and profitable marketplace for all U.S. stakeholders.

    A free trade agreement is simply the codification of opportunity.

    The implications of all this are enormous. Early birds can reap profits from shrewd investments in the country; we are seeing some of that now. Local and foreign investors are putting money back into Colombia - showing that these policies are working. Consumer confidence is increasing at an even faster pace. Colombians are demonstrating that they trust in their future by investing in it. The result - robust growth in both GDP and employment.

When I arrived in Colombia almost a year ago, I found many things that I had been told to expect. And I found one thing I did not expect: optimism. Optimism that leads citizens, as well as political and economic leaders, to address issues squarely and accept the costs of laying down a solid foundation for the future. Today may be difficult, but tomorrow can be magnificent.

Colombia enjoys an open, stable political environment, a growing economy, and increasing security. The U.S. will continue to invest in Colombia through our counter-terror, counter-drug and social assistance programs, and initiatives such as the FTA. We are convinced we have joined forces with a winning team.

Thank you.



Bogota, D.C.
July 15, 2004