Es una infección grave, potencialmente mortal, que se presenta cuando alguien con inmunidad para un tipo de virus de dengue se infecta con otro tipo diferente. Se propaga por ciertos mosquitos, Aedes aegypti, que pican principalmente durante el día. Ver también fiebre por dengue.

Cuatro diferentes virus de dengue han estado implicados tanto en la fiebre por dengue como en la fiebre por dengue hemorrágico, la cual aparece cuando el paciente contrae un virus de dengue diferente, después de infecciones previas por otro tipo. La inmunidad previa a otro tipo de virus del dengue es importante para que se produzca esta grave enfermedad.

En todo el mundo se presentan más de 100 millones de casos de dengue al año y un pequeño porcentaje progresa hasta convertirse en fiebre por dengue hemorrágico. La mayoría de los casos en los Estados Unidos ingresan desde otros países y es posible transmitir la infección de un viajero que regresa a los Estados Unidos a alguien que no ha viajado.

Entre los factores de riesgo para la fiebre por dengue hemorrágico se pueden mencionar la existencia de anticuerpos para el virus del dengue de una infección previa, edad inferior a los 12 años, sexo femenino y ser caucásico.

Los síntomas iniciales de la fiebre por dengue hemorrágico son similares a los de la fiebre por dengue, pero después de varios días el paciente se vuelve irritable, inquieto y sudoroso a lo que sigue un estado similar al shock.

El sangrado puede aparecer como manchas de sangre pequeñas sobre la piel (petequias) y manchas de sangre más grandes bajo la piel (equimosis). Se puede presentar sangrado de lesiones menores.

El shock puede causar la muerte y, si el paciente sobrevive, la recuperación comienza después de un período de crisis de un día.

Los síntomas iniciales son, entre otros, los siguientes:

• Fiebre
• Dolor de cabeza
• Dolores musculares
• Dolores articulares
• Malestar general
• Disminución del apetito
• Vómitos

Los síntomas de la fase aguda son, entre otros, los siguientes:

• Estado parecido al shock
  • sudoración (diaforesis)
  • extremidades frías y pegajosas
• Inquietud seguida por
  • empeoramiento de los síntomas iniciales
  • petequias
  • equimosis
  • erupción generalizada

El examen físico podría indicar lo siguiente:

• Presión sanguínea baja
• Pulso rápido y débil
• Erupción
• Enrojecimiento de los ojos
• Enrojecimiento de la garganta
• Inflamación de las glándulas
• Aumento de tamaño del hígado (hepatomegalia)

Los exámenes pueden ser:

• Hematocrito
• Conteo de plaquetas
• Electrolitos
• Estudios de coagulación
• Enzimas hepáticas
• Gases en la sangre
• Prueba del torniquete (el torniquete ocasiona petequias debajo de la zona de colocación)
• Radiografía de tórax que muestra el derrame plural
• Estudios serológicos que muestran anticuerpos para los virus del dengue
• Estudios séricos de muestras tomadas durante la fase aguda de la enfermedad y la convalecencia (aumento en titulación del antígeno del dengue)

Debido a que la fiebre por dengue hemorrágico es causada por un virus para el cual no se conoce cura ni vacuna, sólo es posible el tratamiento de los síntomas.

• Si la persona se deshidrata, a menudo es necesaria la rehidratación con líquidos intravenosos.
• Los líquidos y electrolitos intravenosos también se usan para corregir los desequilibrios electrolíticos.
• Una transfusión de sangre fresca o plaquetas puede corregir problemas de sangrado
• Es posible que se requiera oxígenoterapia para tratar niveles de oxígeno en la sangre que están anormalmente bajos.

La mayoría de los pacientes con fiebre por dengue hemorrágico se recupera con el tratamiento oportuno y agresivo; sin embargo, la mitad de los pacientes en shock que no reciben tratamiento no sobreviven.

• Shock
• Encefalopatía
• Daño residual al cerebro
• Convulsiones
• Daño hepático

Se debe buscar asistencia médica en caso de que se presenten síntomas que sugieran fiebre por dengue y si se ha estado en un área donde se sabe que se presenta la enfermedad.

No existen vacunas disponibles para prevenir la fiebre por dengue. Se debe usar protección personal (ropa que proteja todo el cuerpo, repelente contra mosquitos con contenido de DEET, mosquiteros, etc.) y viajar durante períodos de mínima actividad de mosquitos, si es posible. Los programas de control de mosquitos también pueden reducir el riesgo de infección.