19 de noviembre de 2004
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Muerte del Feto

Cuando los futuros padres de un bebé reciben la noticia de que el feto ha muerto, su dolor puede ser insuperable. En unos pocos momentos, deben pasar de la ilusión y la dulce espera de tener un nuevo niño al intenso dolor de tener que confrontar la muerte de su bebé. Cuando la muerte del feto se produce después de 20 semanas, se dice que el feto nace sin vida. Estas trágicas muertes ocurren en aproximadamente uno de cada 200 embarazos.

Para muchos padres, la pérdida es completamente inesperada puesto que hasta la mitad de los nacimientos sin vida ocurren en embarazos que hasta el momento no presentaban problemas. Si bien el 14 por ciento de las muertes de fetos ocurre durante el parto, el 86 por ciento tiene lugar antes del mismo. La mujer embarazada puede sospechar que hay algo que no está bien si el bebé repentinamente deja de moverse y dar pataditas.

¿Cómo se diagnostica la muerte del feto?
Se puede confirmar que el feto ha muerto mediante un examen con ultrasonido. Luego de dar la triste noticia a los padres, el doctor realizará algunos análisis de sangre en la mujer embarazada que también pueden ayudar a determinar por qué falleció el feto.

¿Qué tratamiento recibe la mujer embarazada?
Si no hay ninguna razón médica para dar a luz de inmediato, la pareja puede decidir cuándo desean dar a luz al feto muerto. En la mayoría de los casos, el parto comienza naturalmente antes de transcurridas dos semanas desde el fallecimiento del feto. Por lo general, la madre no corre grandes riesgos si la pareja decide esperar a que el parto comience en forma natural. Sin embargo, debido al trauma emocional de llevar un feto muerto en el vientre, la mayoría de las parejas prefiere que se induzca el parto. Si el cuello del útero de la mujer todavía no ha comenzado a dilatarse para prepararse para el parto, se le administrarán supositorios vaginales para ayudarle a prepararlo, seguidos de la hormona oxitocina (que se administra por vía intravenosa), que estimula las contracciones del útero. Por lo general, sólo se recomienda una intervención cesárea cuando la mujer desarrolla problemas durante el parto natural. Si el trabajo de parto no ha comenzado después de dos semanas, los doctores recomiendan inducirlo puesto que ya a partir de entonces existe un pequeño riesgo de que la mujer pueda desarrollar problemas graves de coágulos sanguíneos.

¿Cuáles son las causas de los nacimientos sin vida?
Después del parto, se procede a examinar cuidadosamente el feto y la placenta para determinar la causa de muerte. A menudo se recomienda practicar una autopsia. Sin embargo, en más de un tercio de todos los casos no es posible determinar la causa de los nacimientos sin vida, aun después de la realización de muchas pruebas y análisis.

Entre las causas más conocidas de los nacimientos sin vida se incluyen:

  • Problemas de placenta. La abrupción de la placenta, un trastorno por el que la placenta se separa del útero, desde parcialmente hasta en forma casi total, ocurre con mayor frecuencia alrededor de la semana 35 del embarazo. Este trastorno provoca sangrados considerables que pueden poner en peligro la vida de la madre y la del bebé e impide que el feto reciba la cantidad adecuada de oxígeno, lo que a veces resulta en la muerte del mismo. La abrupción de la placenta se diagnostica con un examen de ultrasonido. Las mujeres que fuman tienen un 50% más de riesgo de abrupción que las que no fuman, mientras que las mujeres que utilizan cocaína durante el embarazo tienen por lo menos el doble de riesgo. Las mujeres que desarrollan un tipo de alta presión arterial derivado del embarazo (preeclampsia) también corren el doble de riesgo de abrupción que las mujeres no afectadas. Otros problemas de placenta que impiden que el feto reciba suficiente oxígeno y nutrientes también contribuyen a la muerte del feto.
  • Defectos de nacimiento. Entre el 5 y el 10 por ciento de los bebés nacidos sin vida tienen anomalías relacionadas con sus cromosomas, las ínfimas estructuras entrelazadas dentro de cada célula que transmiten nuestros genes. Las anomalías cromosómicas son la causa más común de los nacimientos sin vida que ocurren antes de transcurridas 20 semanas de gestación, y también pueden provocar la muerte del feto en cualquier momento del embarazo. Otros bebés nacidos sin vida tienen deformaciones que no son causadas por anomalías cromosómicas, pero que pueden ser el resultado de causas genéticas, medioambientales o desconocidas.
  • Retraso en el crecimiento. Los fetos que crecen con atraso tienen un riesgo mayor de morir de asfixia (falta de oxígeno), tanto antes de nacer como durante su nacimiento, y por causas desconocidas. Las mujeres con elevada presión sanguínea tienen un riesgo mayor de dar a luz un bebé de crecimiento limitado. Mediante un examen de ultrasonido durante el embarazo se puede comprobar que el feto está creciendo de manera demasiado lenta, permitiendo así saber que es recomendable monitorear el embarazo cuidadosamente.
  • Infecciones. Las infecciones bacterianas que involucran al feto o a la placenta son una causa importante de las muertes fetales que ocurren entre las semanas 24 y 27 de gestación. A menudo estas infecciones no causan síntomas en la mujer embarazada y pueden pasar inadvertidas hasta provocar serias complicaciones, tales como la muerte del feto o su nacimiento en forma prematura (antes de terminar la semana 37 del embarazo). Después del parto, es posible demostrar si la muerte del feto fue provocada por una infección bacteriana mediante la realización de pruebas con la placenta.


En un tiempo los doctores creían que la mayoría de los nacimientos sin vida se debía a la falta de oxígeno (asfixia) durante los partos difíciles. Si bien la asfixia durante el parto provoca algunos nacimientos sin vida, no es una de sus causas más comunes. Entre otras causas poco frecuentes de nacimientos sin vida se cuentan los accidentes con el cordón umbilical, la diabetes y la alta presión sanguínea de la madre y el embarazo prolongado (un embarazo que dura más de 42 semanas).

La comprensión de la causa de un nacimiento sin vida puede ayudar a la pareja a superar su devastadora situación. Cuando se llega a conocer la causa de un nacimiento sin vida, los médicos pueden ofrecer mejores consejos a la pareja acerca del riesgo de que ocurra otro nacimiento sin vida en un embarazo futuro. En la mayoría de las parejas, este riesgo será bajo. Por ejemplo, no es probable que una anomalía cromosómica o un accidente de cordón umbilical se repita en otro embarazo. Sin embargo, si la muerte del feto se debió a una enfermedad crónica de la madre (tal como el lupus eritematoso sistémico o la elevada presión sanguínea) o a un trastorno genético, quizás la pareja deba enfrentarse a un riesgo mayor de que la muerte del feto se repita en otro embarazo. En tales casos, es aconsejable que la pareja acuda a los servicios de consejería de un especialista en genética. Un consejero especializado en genética puede asesorar a la pareja acerca del riesgo de que se produzca otro nacimiento sin vida u otro resultado adverso durante un embarazo futuro.

¿Se puede prevenir la muerte del feto?
En los últimos veinte años, los nacimientos sin vida han disminuido casi un 50 por ciento. Esto se debe en gran medida al mejor tratamiento de ciertos trastornos tales como la diabetes y la alta presión sanguínea maternal, que pueden incrementar el riesgo de muerte del feto. Por lo general, ahora es posible prevenir la enfermedad de Rh (una incompatibilidad entre la sangre de la madre y la del bebé) administrando a la madre una inyección de globulina inmune a las 28 semanas de embarazo y luego nuevamente después del nacimiento de un bebé de sangre Rh-positiva. Hasta la década del 60, la incompatibilidad del factor Rh entre la madre y su bebé constituyó una causa importante de los nacimientos sin vida.

Es necesario realizar un seguimiento cuidadoso de las mujeres con embarazos de alto riesgo durante el final del embarazo. A menudo es posible determinar si el feto tiene algún problema monitoreando los latidos del corazón del bebé. De este modo es posible comenzar un tratamiento, que a veces puede incluir un parto prematuro, que puede salvar la vida del bebé. En la actualidad, el riesgo de que las mujeres diabéticas y con presión sanguínea elevada den a luz un bebé sin vida no es elevado cuando se someten a un seguimiento regular de su embarazo.

A menudo los doctores sugieren que toda mujer, tanto de alto riesgo como de bajo riesgo, cuente las pataditas de su bebé a partir aproximadamente de la semana 26 del embarazo. Si el bebé da menos de 10 pataditas por día o si la madre siente que se mueve menos que lo habitual, es probable que su doctor recomiende la realización de pruebas para comprobar el bienestar del feto (como el monitoreo de los latidos del corazón del bebé o una prueba de ultrasonido). Si las pruebas demuestran que el feto tiene algún problema, a menudo es posible tomar medidas para prevenir su fallecimiento.

Ninguna mujer debe fumar, beber alcohol o utilizar drogas ilícitas, todo lo cual puede incrementar el riesgo del nacimiento sin vida del bebé y de otras complicaciones del embarazo.

En caso de experimentar sangrado vaginal, la mujer debe informar a su médico inmediatamente. El sangrado vaginal durante la segunda mitad del embarazo puede ser una señal de abrupción de la placenta. Cuando el feto se encuentra en problemas a causa de una abrupción, la realización de una intervención cesárea a tiempo puede salvarle la vida.

Cuando una mujer ha dado a luz un bebé sin vida en algún embarazo previo, es preciso monitorearla cuidadosamente para descubrir cualquier signo de dificultad del feto, para que de ese modo puedan tomarse todas las medidas necesarias para impedir el fallecimiento de otro feto.

¿Cómo se las arreglan los padres con su dolor?
Una pareja que ha perdido un bebé a causa de la muerte del feto en el vientre uterino necesita tiempo para superar el dolor. Dado que los padres establecen un vínculo con su bebé mucho antes de que nazca, es normal que los padres sientan dolor extremo ante la muerte de su bebé aún no nacido. A medida que van superando la pérdida, pueden experimentar muchas emociones como atontamiento y negación, dolor profundo, enojo y depresión. Una mujer y su compañero pueden lidiar con su dolor de maneras diferentes, lo que a veces crea tensión entre ellos cuando más se necesitan. Puede resultar útil solicitar al médico que lo refiera a un consejero que tenga experiencia en la asistencia a parejas que han perdido bebés. Algunos padres sienten que les ayuda unirse a grupos de apoyo para padres que han experimentado pérdidas de embarazos. En estos grupos pueden compartir sus emociones y sus sentimientos con otros que realmente comprenden lo que están atravesando y así no sentirse tan solos.


Referencias
Catanzarite, V.A., et al. Confronting fetal death. Contemporary OB/GYN, noviembre de 1994, pág. 29–42.

Fretts, R.C., et al. The changing pattern of fetal death, 1961-1988. Obstetrics & Gynecology, Volumen 79, Número 1, enero de 1992, pág. 35–39.

Incerpi, M.H., et al. Stillbirth evaluation: what tests are needed? American Journal of Obstetrics and Gynecology, Volumen 178, Número 6, junio de 1998, pág. 1121–1125.



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