Parálisis Cerebral
Por parálisis cerebral se entiende una serie de afecciones relacionadas con el control del movimiento y la postura. Debido al daño de una o más de las partes del cerebro que controlan el movimiento, los niños con parálisis cerebral no pueden mover sus músculos en forma normal. Si bien los síntomas van de leves a severos, la afección no empeora a medida que el niño crece. Con tratamiento, la mayoría de los niños puede mejorar en forma significativa su capacidad motriz.
Muchos de los niños con parálisis cerebral tienen otros problemas que requieren tratamiento, como por ejemplo retraso mental, problemas de aprendizaje, ataques repentinos y problemas de visión, audición y habla.
¿Es común la parálisis cerebral? Por lo general, la parálisis cerebral no se diagnostica hasta que el niño tiene 18 meses de vida. Aproximadamente 2 ó 3 de cada 1,000 niños sufren parálisis cerebral y, en los EE.UU., entre 550,000 y 764,000 niños y adultos la padecen, según la Fundación para la Investigación y Educación sobre la Parálisis Cerebral de Estados Unidos (United Cerebral Palsy Research and Educational Foundation, UCP).
¿Cuáles son los diferentes tipos de parálisis cerebral? Existen tres tipos principales de parálisis cerebral, aunque en algunos casos el paciente puede tener síntomas de más de un tipo.
Parálisis cerebral espástica. Cerca del 70 al 80 por ciento de las personas afectadas padece de parálisis cerebral espástica, en la que los músculos están rígidos y dificultan el movimiento. Cuando ambas piernas están afectadas (diaplejia espástica), el niño puede tener problemas para caminar debido a que los músculos de las caderas y piernas hacen que las piernas se vuelvan hacia adentro y se crucen en las rodillas (conocido en inglés como “scissoring”). En otros casos, sólo un lado del cuerpo se ve afectado (hemiplejia espástica) y, a menudo, el brazo se ve más afectado que la pierna. La más severa es la cuadriplejia espástica, en la que las cuatro extremidades y el tronco se ven afectados, a menudo junto con los músculos que controlan la boca y la lengua. Los niños que padecen cuadriplejia espástica también suelen sufrir de retraso mental y otros problemas.
Parálisis cerebral atetoide o discinética. Cerca del 10 al 20 por ciento padece la forma atetoide de la enfermedad, que afecta a la totalidad del cuerpo. Se caracteriza por fluctuaciones en el tono muscular (que pasa de demasiado duro a demasiado blando) y a veces se asocia con movimientos descontrolados (que pueden ser lentos y retorcidos o rápidos y espasmódicos). A menudo los niños tienen problemas en aprender a controlar su cuerpo como para poder sentarse y caminar. Debido a que los músculos de la cara y la lengua pueden verse afectados, también pueden producirse dificultades para chupar, tragar y hablar.
Parálisis cerebral atáxica. Cerca del 5 al 10 por ciento padece la forma atáxica de la enfermedad, que afecta el equilibrio y la coordinación. En algunos casos caminan con pasos inestables y tienen problemas con los movimientos que requieren una coordinación precisa, como la escritura.
¿Cuáles son las causas de la parálisis cerebral? En alrededor del 70 por ciento de los casos, la parálisis cerebral es el resultado de episodios que tienen lugar antes del nacimiento y que pueden interrumpir el desarrollo normal del cerebro. Contrariamente a lo que suele pensarse, el suministro insuficiente de oxígeno al feto durante el trabajo de parto y el parto en sí sólo es responsable de la minoría de los casos de parálisis cerebral, según un informe publicado en 2003 por el Colegio de Obstetras y Ginecólogos de los EE.UU. (American College of Obstetricians and Gynecologists, ACOG) y la Academia de Pediatría de los EE.UU. (American Academy of Pediatrics, AAP). Un número pequeño de bebés también sufre lesiones cerebrales durante los primeros meses o años de vida que pueden producir parálisis cerebral. En muchos casos se desconoce la causa de la parálisis cerebral en los niños.
Entre las causas posibles se encuentran:
- Infecciones durante el embarazo. Algunas infecciones contraídas por la madre, como rubéola, citomegalovirus (una infección viral moderada) y toxoplasmosis (una infección parasítica moderada), pueden producir daño en el cerebro y generar parálisis cerebral. Estudios recientes sugieren que las infecciones maternas que afectan las membranas de la placenta (corioamnionitis) podrían contribuir a la parálisis cerebral en bebés nacidos a término y prematuros (los nacidos antes de finalizadas las 37 semanas del embarazo). Un estudio realizado en el año 2003 por la Universidad de California en San Francisco descubrió que los bebés nacidos a término tenían cuatro veces más probabilidades de desarrollar parálisis cerebral si estaban expuestos a corioamnionitis en el útero. Las infecciones en el aparato reproductor/urinario también pueden aumentar el riesgo de parto prematuro, otro factor de riesgo de parálisis cerebral.
- El feto no recibe suficiente oxígeno. Por ejemplo, cuando la placenta no funciona en forma adecuada o se desgarra de la pared del útero antes del parto, es posible que el feto no reciba suficiente oxígeno.
- Parto prematuro. Los bebés prematuros que pesan menos de 3 1/3 libras (1,5 kg) tienen hasta 30 veces más probabilidades de desarrollar parálisis cerebral que los bebés nacidos a término. Muchos de estos pequeños bebés padecen hemorragias cerebrales, que puede dañar tejido cerebral delicado, o desarrollar leucomalacia periventricular, la destrucción de los nervios que rodean las cavidades llenas de fluido (ventrículos) del cerebro.
- Asfixia durante el parto y nacimiento. Hasta hace poco tiempo, los médicos atribuían la mayoría de los casos de parálisis cerebral a la asfixia (falta de oxígeno) durante un parto difícil. El informe del ACOG y la AAP ha demostrado que la asfixia es responsable de menos del 10 por ciento de los tipos de lesiones que pueden dar como resultado parálisis cerebral.
- Enfermedades de la sangre. La incompatibilidad de Rh entre la sangre de la madre y la del feto puede producir casos graves de ictericia y daño cerebral y generar parálisis cerebral. Por lo general, la intolerancia de Rh puede prevenirse inyectando a una mujer Rh-negativo un producto sanguíneo llamado inmunoglobulina Rh cerca de la semana número 28 del embarazo y nuevamente después del nacimiento de un bebé Rh-positivo. Los trastornos de coagulación sanguínea (trombofilias) en la madre o el bebé también pueden aumentar el riesgo.
- Ictericia grave. En algunos casos, la ictericia, cuando la piel y la parte blanca de los ojos adquieren un color amarillo a causa de la acumulación de un pigmento llamado bilirrubina en la sangre, puede ser grave. Si no se la trata, la ictericia grave puede representar un riesgo de daño cerebral permanente capaz de generar parálisis cerebral atetoide.
- Otros defectos congénitos. Los bebés con malformaciones cerebrales, numerosas enfermedades genéticas y otros defectos congénitos físicos tienen un riesgo mayor de padecer parálisis cerebral.
- Parálisis cerebral adquirida. Cerca del 10 por ciento de los niños que padecen parálisis cerebral la adquieren después del nacimiento debido a lesiones cerebrales que tienen lugar durante los dos primeros años de vida. Las causas más comunes de estas lesiones son infecciones cerebrales (como meningitis) y lesiones en la cabeza.
¿Cómo se diagnostica la parálisis cerebral? Es posible que los padres se preocupen por el desarrollo de su bebé o niño pequeño si éste tiene problemas en aprender a darse vuelta, sentarse, gatear o caminar. En estos casos, siempre deben consultar al pediatra.
La parálisis cerebral se diagnostica principalmente evaluando de qué manera se mueve un bebé o un niño pequeño. El médico evalúa el tono muscular del niño. Algunos niños que padecen parálisis cerebral tienen un tono muscular bajo, que puede hacerlos parecer fofos. Otros tienen un tono muscular mayor al normal, que los hace parecer rígidos, o un tono muscular variable (a veces alto y a veces bajo). El médico verifica los reflejos del bebé y se fija si ha desarrollado una preferencia por su mano derecha o izquierda. Si bien la mayoría de los bebés no desarrolla una preferencia por una mano en particular y se convierten en diestros o zurdos recién a los 12 meses, algunos bebés que padecen parálisis cerebral lo hacen antes de los seis meses. Otro síntoma importante de parálisis cerebral es la persistencia de ciertos reflejos, llamados reflejos primitivos, que son normales en los bebés pequeños pero que, por lo general, desaparecen entre los 6 y 12 meses de vida. El médico también llevará una historia clínica detallada para descartar que los síntomas obedezcan a otros trastornos.
Asimismo, el médico puede recomendar la realización de pruebas de diagnóstico con imágenes cerebrales, tales como resonancias magnéticas, tomografías computadas o ultrasonidos. En algunos casos, estas pruebas pueden ayudar a identificar la causa de la parálisis cerebral. A menudo, se recomienda utilizar ultrasonido en los bebés prematuros que se consideran con riesgo de padecer parálisis cerebral para ayudar a diagnosticar anomalías en el cerebro frecuentemente asociadas con esta enfermedad (y así comenzar antes con el tratamiento). En algunos niños con parálisis cerebral, especialmente en los casos leves, las pruebas de diagnóstico con imágenes cerebrales no muestran anomalías, lo cual sugiere que los síntomas pueden provenir de pequeñas áreas microscópicas de daño cerebral. Cerca de la mitad de los bebés a los que se les diagnostica parálisis cerebral leve supera los síntomas a medida que crecen.
¿Cómo se trata la parálisis cerebral? Un equipo de profesionales médicos trabaja con el niño y su familia para identificar las necesidades del niño y diseñar un tratamiento individual para ayudarle a alcanzar su máximo potencial. Por lo general, el equipo es coordinado por un profesional médico y puede estar integrado por pediatras, médicos especialistas en medicina física y rehabilitación, cirujanos ortopédicos, terapeutas físicos y ocupacionales, oftalmólogos, foniatras, asistentes sociales y psicólogos. Por lo general, el niño comienza la terapia física al poco tiempo del diagnóstico. La terapia mejora sus habilidades motrices (por ejemplo sentarse y caminar), aumenta la fortaleza de los músculos y ayuda a evitar contracturas (el acortamiento de los músculos que limita el movimiento de las articulaciones). A veces se utilizan aparatos ortopédicos, tablillas o enyesados junto con la terapia física para evitar las contracturas y mejorar la función de las manos o las piernas. Si las contracturas son severas, puede recomendarse cirugía para estirar los músculos afectados.
Pueden utilizarse medicamentos para reducir la espasticidad o el movimiento anormal. Lamentablemente, el tratamiento con medicamentos por vía oral no suele ser muy eficaz. A veces resulta más útiles inyectar medicamentos como Botox (toxina botulínica) en los músculos espásticos, ya que el efecto puede durar varios meses (lo cual permite desarrollar una terapia física más eficaz durante ese tiempo). Un nuevo tipo de tratamiento con medicamentos resulta prometedor para niños con espasticidad de moderada a severa.
Durante un procedimiento quirúrgico, se implanta una bomba debajo de la piel para que suministre en forma permanente el medicamento antiespasmódico conocido como baclofeno. En el caso de algunos niños que padecen espasticidad en ambas piernas, existe otra técnica quirúrgica llamada rizotomía dorsal selectiva, que puede reducir en forma permanente la espasticidad y mejorar la habilidad del niño para sentarse, pararse y caminar. En este procedimiento, los médicos identifican y recortan algunas de las fibras nerviosas que más contribuyen a la espasticidad. Por lo general, se realiza entre los 2 y los 7 años de edad del niño. Según la UCP, por lo general este procedimiento se recomienda únicamente para niños con espasticidad grave en la pierna que no han respondido bien a otros tratamientos.
Los terapeutas ocupacionales trabajan con el niño para ayudarle a desarrollar habilidades necesarias para la vida cotidiana como alimentarse y vestirse. Los niños con problemas de habla trabajan con un foniatra o, en casos más graves, aprenden a usar un sintetizador de voz computado que puede hablar por ellos. Las computadoras se han convertido en una herramienta muy importante para la terapia, educación, recreación y posibilidades laborales de los niños y adultos con parálisis cerebral.
Para algunos niños con parálisis cerebral pueden resultar útiles las muchas ayudas mecánicas disponibles en la actualidad, como andadores, dispositivos de posicionamiento (que permiten a niños con postura anormal pararse correctamente), sillas de ruedas especiales, motonetas especialmente adaptadas y triciclos.
¿Puede prevenirse la parálisis cerebral? En muchos casos, se desconoce la causa de la parálisis cerebral y, en consecuencia, no puede hacerse nada para prevenirla. A pesar de avances en el cuidado de las mujeres embarazadas y los bebés enfermos, la cantidad de bebés que padece parálisis cerebral parece estar aumentando ligeramente. Esto se debe, en parte, a la supervivencia de una cantidad cada vez mayor de bebés muy prematuros, que tienen un alto riesgo de sufrir parálisis cerebral.
No obstante, se han identificado algunas de las causas de la parálisis cerebral y, a menudo, se han logrado prevenir los casos resultantes de ellas. La intolerancia de Rh y el síndrome de rubéola congénita solían ser causas importantes de parálisis cerebral. Actualmente, la intolerancia de Rh por lo general puede prevenirse aplicando a las mujeres Rh-negativo embarazadas la terapia adecuada. Puede probarse la inmunidad de las mujeres a la rubéola antes del embarazo y, si no son inmunes, se las puede vacunar. Los bebés con ictericia grave pueden tratarse con luces especiales (fototerapia). Las lesiones en la cabeza del bebé son una causa importante de parálisis cerebral en los primeros meses de vida y, a menudo, pueden evitarse transportando a los bebés en sillas especiales que se fijan al asiento trasero del auto. La vacunación periódica de los bebés (con la vacuna Hib) ayuda a prevenir muchos casos de meningitis, otra causa de daño cerebral en los primeros meses. La mujer puede ayudar a reducir el riesgo de parto prematuro si recibe atención prenatal en forma temprana y periódica (preferentemente, comenzando con una consulta previa al embarazo) y si se abstiene de fumar, beber alcohol y consumir drogas ilegales.
¿Está March of Dimes realizando investigaciones sobre la parálisis cerebral? March of Dimes ofrece una serie de becas para el estudio del desarrollo cerebral prenatal y de los factores que pueden alterarlo. Por ejemplo, un becario está estudiando de qué manera las células nerviosas en desarrollo en el cerebro del feto responden a una falta prolongada de oxígeno. Esto puede permitir entender mejor de qué manera la falta de oxígeno antes o cerca del parto puede lesionar el cerebro en desarrollo y de qué manera pueden evitarse o tratarse estas lesiones cerebrales. Otro becario está investigando de qué manera pueden contribuir las infecciones intrauterinas a lesiones en el cerebro que pueden derivar en parálisis cerebral, con el objetivo de desarrollar tratamientos a base de medicamentos para ayudar a prevenirlas.
Muchos otros investigadores subvencionados por March of Dimes están investigando otros métodos para la prevención del parto prematuro, un factor de riesgo importante de la parálisis cerebral.
¿Dónde se puede obtener más información? Para obtener información adicional diríjase a: United Cerebral Palsy 1660 L Street, N.W., Suite 700 Washington, DC 20036-5602 Teléfono: (800) 872-5827 http://www.ucp.org/ 09-1013-98 06/04
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