Los tics son arrebatos incontrolables y repetitivos de actividad o expresión verbal. El trastorno crónico del tic motor está caracterizado por movimientos rápidos, recurrentes e incontrolables O arrebatos verbales (pero no ambos).

Este trastorno se diagnostica cuando:

• La persona ha tenido tics casi a diario durante más de un año.
• La persona no ha tenido un período sin la presencia de tics por más de 3 meses.

El trastorno crónico a nivel motor o de tic vocal es más común que el bien conocido síndrome de Tourette y afecta aproximadamente entre el 1 y 2% de la población. Sin embargo, es un trastorno inusual si se lo compara con el tic infantil pasajero (trastorno de tic transitorio), el cual aparece y luego desaparece sin tratamiento en un año.

Los tics parecen empeorar con el estrés emocional y están ausentes durante el sueño. Se cree que todos los tics crónicos son variaciones del síndrome de Tourette y que tienen una causa genética subyacente, pero aún no se encontrado el gen o los genes implicados en esta condición.

• Vocalizaciones (gruñidos, aclaramiento de la garganta, contracciones abdominales o diafragmáticas)
• Gestos faciales
• Parpadeo en exceso
• Movimientos rápidos y recurrentes de brazos, piernas y otras áreas

Estos síntomas (o cualquier combinación de ellos en la persona afectada) se pueden suprimir voluntariamente durante un período de tiempo relativamente breve. Cuando se realizan estos movimientos se experimenta una sensación de alivio. Los tics también pueden ser sugestionables, pueden persistir durante todas las etapas del sueño y pueden empeorar con el estrés, el calor, la excitación y la fatiga.

Por lo general, el diagnóstico de un tic se hace durante un examen físico, sin necesidad de exámenes adicionales.

El tratamiento de un trastorno por tic verbal o motor crónico depende de su severidad, del sufrimiento del paciente y de los efectos que el tic tiene sobre su desempeño escolar o laboral, según sea el caso. La psicoterapia y los medicamentos se utilizan únicamente cuando hay una interferencia significativa con las actividades ordinarias.

Los medicamentos que se utilizan para tratar los tics (bloqueadores de dopamina, como pimozida y risperidona) tienen una tasa de éxito limitada y un nivel de efectos secundarios relativamente alto.

El pronóstico en el caso de niños que desarrollan este trastorno entre los 6 y los 8 años es bueno, pues los síntomas duran unos 4 a 6 años y luego disminuyen sin tratamiento a principios de la adolescencia. Cuando el trastorno comienza en niños mayores y no hay una buena remisión o reducción de los síntomas hacia los 20 años, se puede anticipar la presencia de un trastorno crónico de por vida.

No suele haber complicaciones.

Por lo general no hay necesidad de buscar asistencia médica, a menos que el tic se vuelva un problema severo o no le permita al niño llevar una vida normal. Se debe consultar con un médico si hay dudas sobre si un movimiento es realmente un tic (en lugar de una convulsión, por ejemplo).