El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad caracterizado por ataques repetitivos e inesperados de miedo y ansiedad intensos.

Los ataques de pánico generalmente no están relacionados con una situación particular y alcanzan su mayor intensidad dentro de los 10 minutos siguientes al inicio. La ansiedad experimentada por pacientes con fobias sociales y específicas usualmente es esperada y guiada hacia un estímulo reconocido.

La agorafobia se refiere al miedo a estar en lugares en donde sea difícil escapar o donde no se pueda disponer de ayuda en caso de un ataque de pánico.

Se desconoce la causa exacta de los trastornos de pánico, pero está asociada con múltiples factores psicológicos. Un trastorno de pánico puede ocurrir con o sin agorafobia, pero ésta se desarrolla en más de un tercio de los casos.

El desarrollo de la agorafobia puede implicar un comportamiento aprendido, ya que refleja un miedo a experimentar ataques de pánico en escenarios desprotegidos. Algunas veces, los ataques de pánico se asocian con áreas donde éstos han ocurrido anteriormente.

Los estudios han reportado tasas de prevalencia de por vida de 1,5 a 5% para el trastorno de pánico. Este trastorno puede darse en niños, aunque la edad promedio de aparición es a los 25 años y afecta también a personas de mediana edad y de edad avanzada. Se ha encontrado en los estudios que las mujeres probablemente resultan 2 a 3 veces más afectadas que los hombres.

Los ataques de pánico implican períodos cortos de síntomas intensos, como los que se presentan a continuación, que alcanzan su punto máximo dentro de los 10 minutos siguientes a su inicio:

• Dificultad para respirar
• Mareo o desmayo
• Palpitaciones
• Temblor
• Sudoración
• Asfixia
• Náuseas o distensión abdominal
• Entumecimiento u hormigueo
• Dolor torácico o malestar
• Calores o escalofríos
• Miedo a morir
• Miedo a estar fuera de control
• Miedo a "enloquecer"

Los síntomas de la agorafobia incluyen:

• Ansiedad causada por estar en lugares donde la salida pueda ser difícil
• Evitar o soportar situaciones con estrés marcado o con ansiedad frente a la posibilidad de un ataque de pánico
• Miedo a estar solo
• Miedo a perder el control en un lugar público
• Permanecer en el hogar por períodos prolongados
• Sentimiento de separación o alejamiento de otros
• Sentirse desesperanzado y dependiente de los demás

Se realiza un examen físico y una evaluación psicológica para llegar al diagnóstico. Las personas a las cuales no se les ha diagnosticado este trastorno realmente pueden sentir como si fueran a morir, por lo que a menudo son llevadas a salas de emergencia u otros centros de atención de urgencia, ya que sienten como si fueran a tener un ataque cardíaco.

Dada la naturaleza física de los síntomas y de las posibilidades de dar un diagnóstico equivocado, es crucial que se descarte cualquier trastorno médico subyacente. Se puede sospechar la presencia de trastornos cardiovasculares, endocrinos respiratorios, neurológicos y drogadicción que pueden coexistir con los trastornos de pánico. Los exámenes de diagnóstico varían dependiendo de los síntomas.

El objetivo del tratamiento es ayudar a la persona afectada por este trastorno a desempeñarse efectivamente y su éxito usualmente depende de la severidad de la agorafobia.

Se pueden prescribir medicamentos antidepresivos efectivos para muchas personas con este trastorno como los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), tales como el Paxil, los cuales se han convertido en el tratamiento efectivo. También, se pueden prescribir otros medicamentos ansiolíticos.

Las psicoterapias conductistas que se pueden emplear en conjunto con la terapia de medicamentos comprenden: técnicas de relajación, imágenes mentales agradables y psicoterapia conductista cognitiva para reestructurar interpretaciones distorsionadas y potencialmente dañinas de una experiencia de extrema ansiedad.

Además, otras técnicas terapéuticas y de psicoterapia pueden servir para ayudar a los individuos a mejorar la comprensión de la enfermedad y los factores específicos que sirven como protectores o que los desencadenan.

Todas las personas pueden esperar un mejoramiento con los medicamentos o con la psicoterapia conductista; sin embargo, sin una intervención oportuna y efectiva, el trastorno puede ser más difícil de tratar.

• Este trastorno puede coexistir con otros trastornos de ansiedad o depresión.
• El paciente puede desarrollar incapacidad para desempeñarse en el trabajo o en situaciones sociales.
• El paciente puede presentar consumo excesivo de alcohol u otras drogas, en un intento por automedicarse.
• El paciente puede sentirse aislado, solo, deprimido o con pensamientos suicidas.

Se debe buscar asistencia médica si la persona experimenta episodios que pudieran ser ataques de pánico.

En caso de ser propenso a los ataque de pánico, es esencial la intervención oportuna. Asimismo, es muy importante prevenir el desarrollo de agorafobia que podría interferir significativamente con la capacidad para desempeñarse en el trabajo y hacer frente a situaciones sociales fuera de casa.